CAPITULO 3 – Cortejo
Al despertar tenía la sensación de que esa tarde vería a Juan. Así que estaba muy alegre y a la vez ansiosa por que llegara la tarde.
Cuando llego la hora para irnos ya tenía todo arreglado. Me había cambiado mi traje de uso diario por uno de color azul y crema con volantes y cintas. Mi cabello lo llevaba con una trenza media suelta con pequeñas flores y cintas entrelazadas.
Cuando llegamos al parque mire alrededor para ver si lo veía, pero no estaba. La decepción me lleno por completo no iba a venir.
- Lady Camila, ¿por que de pronto se siente triste? – me pregunto Sara sacándome de mis pensamientos.
- Solo esperaba ver a alguien, pero a lo mejor no vendrá. – le dije
Sara me ayudo a acomodar el taburete, el caballete, los pinceles, a sacar los colores y dejar un poco en una paleta. Con mi estado de ánimo de caído comencé a ver por dónde me había quedado y de reojo vi como Sara terminaba de arreglar la manta y la sesta.
- Sara, ¿cómo crees que va la pintura? – le pregunte a mi sirvienta.
- Sera una pintura espectacular, igual a la de Lord Robinson en el cuartel. – me dijo una voz de hombre que reconocí, era Juan.
Me gire para verlo y le sonreí. – No será igual, pero creo que será hermosa. Buenas tardes Sr. Smith.
- Buenas Tardes Lady Robinson.
- Camila, llámeme Camila. – le dije
- Entonces mi lady debe llamarme Juan. – me dijo con una sonrisa.
- Siga pintando mi Lady, me gustaría ver como lo hace.
Y así lo hice. Pinte mientras él me observaba, está nerviosa. No era porque me estuvieran observando, siempre estaba rodeada de personas y pintaba en lugares públicos. Estaba nerviosa porque él me estaba observando, Juan era especial. Era guapo, amable, con un buen sentido de humor. Y cuando el viento daba en dirección contraria su aroma me llegaba.
Trate de concentrarme en la pintura que estaba haciendo. Era un paisaje del parque en el que estaba en otoño. Me encantaba esta estación del año, era cuando todas las hojas de los arboles cambiaban su color verde a una gama de marrones; desde oscuros y claros. Me encantaba ese color en la naturaleza, ya que me hacía sentirme cálida por dentro a la vez que sentía la brisa fría en mi piel.
- Estas captando la naturaleza del parque en otoño, me encanta esa estación. – dijo Juan sacándome de mis pensamientos.
Mirándolo sorprendida le dije: - También es mi estación preferida. Me hace sentirme cálida y a la misma veces la brisa fría toca mi piel.
Nos que damos mirándonos por unos segundos a los ojos. Sentí un escalofrió por mi cuerpo y baje la mirada temerosa de la intensidad de los sentimientos que veía en los ojos de Juan y los que yo misma sentía.
- Mi Lady Camila, desea tomar un té y comer un refrigerio. – dijo Sara, y agradecí que Sara me sacara de esta situación incómoda. No era que Juan me importunara con su presencia; era lo que sentía cuando estaba a su lado.
- Gracias Sara. – Mirando a Juan dijo – Desea usted compartir conmigo un té y algunas galletas. – le dije con una sonrisa tímida.
- Estaría encantado, gracias, mi Lady.
Juan me ayudo a que me sentara en una esquina de la manta que había colocado con Sara al llegar al parque. Sirviendo el té le pregunte:
- Juan, ¿Cuánto tiempo estará usted destacado en el fuerte de Londres?
- Por ahora estaré en el fuerte de Londres por tiempo indefinido. Hasta que no tengamos nuevas órdenes no nos moveremos.