CAPITULO 10 – Encuentro De Almas Gemelas 200 Años Después
Tanya Monsalve Gates
Hoy es mí el segundo día de un nuevo comienzo en mi vida. Hoy he llegado a donde he querido estar desde que tengo uso de razón, desde que era niña siempre soñé con que vendría a Londres, viviría y estudiaría aquí. Con el paso del tiempo supe que a la Universidad que quería ir era Oxford, y la cuidad Oxfordshire. Al recorrer las calles hoy, en mi segundo día en Oxfordshire me he sentido en casa. Y si ya sé que es imposible ya que soy de Michigan de los Estados Unidos de América. Jamás había salido del estado y desde que tengo recuerdos sé que he vivido en la misma casa con mis padres adoptivos.
Jane y James Gates, mis padres adoptivos estaban muy orgullosos de mi cuando fui aceptada en la Universidad de Oxford en Michigan, pero mi meta era venir a Londres, Inglaterra; quería estudiar en la Universidad de Oxford de Oxfordshire y vivir, ver y respirar la historia que quería aprender, saber y estudiar. Para que me aprobaran este traslado tuve que esperar 2 años. Pero lo merecieron, en ese tiempo pude vivir con mis padres antes del aparatoso accidente automovilístico y dejarme sola en el mundo. Hace 6 meses que murieron en ese accidente de coche, los extraño. No fueron mis padres biológicos, pero fueron los padres que la vida me regalo. Y fueron los mejores que jamás tendré. Después de su muerte me dieron la noticia de que me habían aceptado el traslado a Londres y lo acepte de inmediato. Mis padres me habían dejado un fideicomiso, bastante, demasiado generoso y con eso no tenia que vender la casa en la que había vivido toda mi vida. Y podía costear los gastos de la casa y un apartamento en Oxfordshire pero no quería estar mucho tiempo lejos de la Universidad a sí que me hospedo en él una residencia de estudiantes a cargo de un matrimonio mayor. A 15 minutos de la Facultada de Literatura Inglesa. Margarite y Peter Francis son un matrimonio mayor y agradables y también los encargados del hospedaje, que en realidad es una casa en con muchas habitaciones que ellos atienden.
Dentro de 3 días era el comienzo de semestre y quería hacer un poco de turismo en Oxfordshire. Las casas estaban construidas en ladrillo y piedra; los techos eran de madera y tejas de barro. Todo se observaba muy bien cuidado, como si los dueños al conservarlo como si fuera nuevo o en las mejores condiciones la historia de esas paredes fueran leídos, como si estuvieran escritas en papel o labradas en las mismas piedras.
En el camino vi una casa, y sentí un escalofrío al leer lo que decía la placa en la puerta principal:
“MUSEO DE HISTORIA VICTORIANO”
“MANSIÓN ROBINSON 1750”
Entre en el museo, sentí como si antes hubiera estado aquí, y eso era imposible. Yo jamás había salido de los E.U.A. y esta era la primera vez en mi vida que viajaba. La mansión me llamaba, me sentí atraída a ella. En la estancia en donde se tomaba el té para el comienzo del siglo 18 había varios cuadros pero hubo uno en especial que me llamo la atención y me acerque a él. Era una escena de otoño en un parque. El artista había recogido muy bien las emociones que le evocaba el otoño a ella. Reflejaba el cambio de las hojas de diferentes verdes a marrones. A mí me encantaba esta estación del año, era cuando todas las hojas de los arboles cambiaban su color verde a una gama de marrones; desde oscuros y claros. Me encantaba ese color en la naturaleza, ya que me hacía sentirme cálida por dentro a la vez que sentía la brisa fría en mi piel.
- Es mi estación del año preferida. Me hace sentirme cálida y a la misma veces la brisa fría toca mi piel. – dije en voz alta levantando mi mano para tocar el borde de la pintura.
Al hacer contacto con la pintura sentí una electricidad por todo mi cuerpo que me dejo débil y caí de rodillas al suelo, y sentí como mi cabeza chocaba contra el suelo y me deslizaba en la inconsciencia. En mi mente de pronto me vino un recuerdo de un pasado que no era mío, pero que lo sentí mío. En él estaba yo en el parque de la pintura, yo era quien lo pintaba, al mirar alrededor vi personas vestidos a la antigua. Era ropa victoriana al mirar hacia abajo mi vi a una joven colocando varios objetos encima de una manta y que me llamaba “Lady Camila” y que yo la llamaba “Sara”. En esos momentos escuche una voz de un hombre que yo no conocía, pero en ese pasado extraño y que no era el mío lo conocía y me sentía enamorada de él. Al güira para verlo vi al hombre más hermoso, guapo que jamás había visto. “Juan” dije yo.