Caminando a la luna

Capítulo 4: Intentando tomar el control

Desperté en la cama de mi habitación, había tenido una crisis pero finalmente lograron dormirme.
Mi novia, Esther, y mi mejor amigo, James, le estuvieron ayudando durante días a mi madre con la comida y la limpieza del hogar para liberarla de tanta carga. Así pasé dos semanas... Postrado en mi cama con pequeñas crisis que con medicamentos se me controlaban.

~Dos semanas después...~

Al finalizar las dos semanas del tratamiento, regrese a mi vida normal.
Volví asistir a la universidad y volví a la empresa de mi padre. Incluso, pensé en cambiarle el nombre a la empresa y llamarla "Chris S. Jhonson S.A. DE C.V." para poder adueñarme de ella definitivamente.
Creí que así sería mi vida, trabajar siendo dueño de una empresa que no me importaba, sin embargo, de ahí mantenía a mi familia y por eso, tuve que mostrar desempeño en sacar adelante la riqueza familiar.
Después de algunos préstamos, las ventas volvieron a subir y salí de la bancarrota.

—Ahora que tengo tiempo para mí, y salí de algunas deudas... Puedo pensar en algunas cosas ¿Es esto lo qué quiero para mi vida? ¿Quiero dedicarme a manejar una empresa? ¿Seré feliz mientras haga feliz a mi familia?— comencé a cuestionarme todo lo que estaba haciendo.

Justo en ese momento un amigo, Erick, que era bueno dando consejos me mandó un mensaje de texto:
"Hey viejo, ¿Qué tal la vida siendo empresario? ¿Te la estás pasando bien?". Al leerlo, me di cuenta de que no estaba siendo feliz pero hacía feliz a mi madre y yo quería hacerla sentir orgullosa de mi... ¿Qué puedo hacer para no defraudarla? Tardé unos minutos pensando hasta que llegó otro mensaje de él.
"Sé que no estás siendo feliz Chris, te conozco más que a nadie amigo. ¿Ya intentaste hablar con tu madre de como te sientes? Ella lo entenderá".
Cuando lo leí, solté unas lágrimas porque realmente, mi madre no entendía como me sentía al tener un trabajo que no me gustaba, me sentía tan mal de tener que encargarme de algo que yo no quiero... Pero "es fue la decisión de mi padre"... Cómo maldigo la muerte de padre, así yo haría lo que me apasiona y el seguiría con su empresa.

Me sentí frustrado porque no tenía sueños ni metas propias mucho menos un plan de vida... Pues, el plan de mi madre se había vuelto el mío y era hora de que iniciara con mi propia aventura. Terminando de secarme los ojos le dije a Erick
"Oye amigo, necesito alguno de tus consejos... ¿Nos podemos ver mañana? Esto es urgente".
Lo leyó, pasó un minuto, pasaron dos, pasaron tres y decidí dejar el celular a un lado y meterme a bañar.
Duré 20 minutos y salí, ví un mensaje que decía:
"Está bien amigo, mañana nos vemos en la cafetería al frente de la plaza central". Terminando de leer el mensaje me puse a pensar, intenté verme desde otra perspectiva y me di algunos consejos:

—Sé feliz haciendo lo que te gusta, ¿De qué te sirve vivir si no será con los que te apasiona?
—No te servirá tener mucho dinero si no eres feliz.

Desde esa perspectiva, ví que soy bueno dando consejos y los necesitaba, al escribirlo sentí una gran calma, como si un amigo me diera un abrazo cálido y fuerte. Desde ese momento, supe que la empresa no era lo mío. Me sentía dentro de una oscuridad inmensa donde no encontraba la salida, y mi único lugar seguro era jugar basquetbol o estar con mi novia. Poco a poco, fui entendiendo que lo mío eran los deportes porque siempre fuí bueno pero jamás le presté suficiente atención.
Entonces, me estaba dando cuenta de que es lo que yo quería lograr en mi vida.

—Lo único que tengo en contra es mi familia. Mi familia jamás me apoyará para lograr mis sueños ni mucho menos dedicarme al básquet. Ellos creen que yo tengo ser el heredero por ser el mayor y me impusieron sus ideas hasta que en cierto punto, cansado y molesto por todo lo que había tenido que aguantar, estallé en contra de ellos... Tenía solo 9 años, ¡9 MALDITOS AÑOS! Hasta que mi padre abusó de mi.
Me trató mal durante los siguientes 3 años hasta que me llevaron con una psicóloga e intentaron ayudarme, mi madre jamás supo como era realmente su marido... Me aterra su reacción hacia mi, pero estoy seguro que debo decírselo pero aún no estoy listo—. Estuve pensando en la noche hasta que me quedé dormido.

Honestamente, nunca tuve una buena relación con mi madre, después de aquellos tres pésimos años que sufrí, menos quería acercarme con algunos de ellos, éramos 5: mi madre, mi padre, mi hermano, mi hermana y yo. Nos educaron en las escuelas más prestigiosas del planeta hasta que decidí entrar en una universidad local. 
Aquí, estaba la carrera que quise estudiar, enfermería, pero entre a Finanzas por la misma obligación de mis padres. El lado bueno de aquí, es que estoy dentro del equipo de básquet y tengo a James (mi mejor amigo) y a Esther (mi novia).

Desperté justo a las 8:00 am. Una hora antes de ver a Erick, con quien había quedado en salir y desahogarme un poco.
Me arreglé, me vestí completamente de negro, que por alguna razón, me resultaba más interesante que cualquier otro color, bajé a desayunar con mi madre.

—Hijo, mucha suerte con tus estudios. Pronto te vas a graduar y todos, hasta tu padre fallecido, estaremos muy orgullosos de ti. No haz dado tantas alegrías, hijo que siento que mi niño pronto se tendrá que ir, formar una familia y hacerse independiente. Solo te pido que le dejes una parte de la empresa a tus hermanos, para que ellos también tengan de donde sostenerse.— terminó. No respondí y solo le di un abrazo. Me fui.
No tenía ganas de oírla, de escuchar como quiera que yo sea como mi padre, de escuchar como pedía que sea mejor empresario, de escuchar como me insistía en que deje mis sueños y vaya por los de ella, de escuchar que solo le importaba su felicidad y no la mía.

Pero tuve que dejarla, tomé los sandwiches que me había hecho y el termo con el jugo, agarré las llaves de mi auto y me dirigí a la cafetería. Mientras manejaba me iba comiendo los sandwiches y en los semáforos tomaba del jugo. Tardé, aproximadamente, 25 minutos en llegar. 
Pasé por algunos payasos de crucero y les regale algunos dólares, también algunos niños que pedían dinero hasta que llegué a la cafetería. 
Me bajé y vi a Erick también bajarse. Nos dimos un abrazo y entramos juntos a la cafetería para charlar y tomar algo. Finalmente, tenía alguien con quien pudiera hablar sin sentirme menos.




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