Camino a la otra tierra

Día número nueve (Y último)

Hoy se supone que llegue a mi destino. No tengo planeado qué va ser lo primero que haré, ni siquiera he ensayado un guion de lo que diré.

Tengo miedo, tanto miedo, pero recuerdo que Lucy me dijo alguna vez que las personas valientes no son las que no tienen miedo de hacer nada. Las personas valientes son las personas que incluso con miedo, pueden hacerlo todo.

Así que llegaré, y sea lo que sea que me espere allí, lo afrontaré. Sólo espero que mi otro yo no sea tan guapo.

11:45 AM

Me encuentro sentado en el mismo banco en que un día pensé quitarme la vida. Jamás pensé de hecho que algún día escribiría con lentes de contacto, (es tan fácil sólo hablar en tu mente, y ya está escrito) ¡con lo mal que se me da la tecnología! Pero han sido míos, bueno, de mi otro yo.

No sé si reírme o llorar, o golpear a las cosas. Creo que con esto te imaginas lo que pasó, ¿no es así?

Al encontrarnos, (las dos tierras), y estudiarnos más a fondo, fue comprobado que aunque éramos las mismas personas, después del día en que nos descubrimos, nuestras decisiones y vidas no fueron exactamente las mismas. Podían cambiar, podías elegir cosas nuevas, e incluso podían pasarte cosas completamente diferentes. Seguías siendo tú pero al mismo tiempo no.

¡Y lo sabía! Lo sabía perfectamente, pero jamás pensé que yo…

Tan pronto llegué lo primero que hice fue ir a mi torre, mi hogar. Ese lugar el cual sé la ruta de memoria, y al ver que la entrada no reconocía mi ojo, grité, esperando ver el rostro que también me sé de memoria, pero…

Había otro señor, completamente diferente, no era yo. Así que le pregunté si sabía dónde podría estar el antiguo dueño, pero con un chasquido de sus manos, vinieron a sacarme a la fuerza un par de empleados, miré en sus pantallas y me identificaban como “desconocido”.

La única opción que me quedaba era visitar a mi madre, esperaba que ella pudiera darme la respuesta a la pregunta que tanto anhelaba responder. Pero ella no tuvo que decir nada, cuando me vio por primera vez y rompió en llanto lo supe todo:

Estoy muerto.

Así que, por eso estoy escribiendo esto, en el mismo lugar donde pensé quitarme la vida, pensando de nuevo en volverlo hacer.

José de hace dos años lo hizo, no fue valiente, ni fuerte. ¿Por qué no repetirlo una vez más, si al fin y al cabo soy José?

Ésta vez nadie podrá convencerme de que es un buen día para vivir. Ninguna sonrisa me parecerá hermosa, y no invitaré a nadie a tomar una capsula en el café que queda dos pisos abajo. No habrá nada ni nadie que me puedan salvar.

Ésta vez, ésta vez estoy preparado para morir…

-¡Qué bonita mañana!

La voz proviene de mi derecha. No quiero voltear, no puedo. ¿Y sí es…? ¡Qué ridículo juego estaría jugando la vida conmigo!

Pero, es ella. Menos joven, igual de guapa. Está vestida con un vestido sencillo de luces azules, y no parece saber quién soy yo.

Por favor, por favor no sonrías.

Acaba de sonreír, y se da cuenta de mi presencia. Por Dios, bella Lucy, siempre te fijas en los tipos más desechables.

-Lo es, ¿no es así?- le respondo.

Y en sus ojos, acabo de encontrar mi camino. Le vuelvo a dejar mi vida en sus manos instantáneamente, me vuelvo a enamorar por segunda vez, y sé exactamente la forma de enamorarla, incluso si ella es tan efímera como la luz en el día.

Ahora, pienso en que tal vez la otra tierra, no sea un lugar tan malo para vivir, aunque sea por un limitado tiempo.



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En el texto hay: espacio, desamor, ficcion

Editado: 11.06.2018

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