Era mediodía y el termómetro marcaba 62°C en Guayaquil, Ecuador. Samuel veía tele sentado en su sillón, con el aire acondicionado averiado, bebiendo un vaso de jugo lleno de hielo que rápidamente se derretía y una toalla mojada alrededor del cuello que ya estaba tibia.
Era domingo, debía esperar hasta el día siguiente para que el técnico fuera a reparar el aparato. Mientras, se iba a dar la quinta ducha en lo que iba del día. Apuntó con su mano al televisor y presionando el botón de su reloj inteligente movió la mano como si fuera el puntero de un mouse y seleccionó con su dedo la opción de apagar.
Al llegar a la ducha aparecieron en su reloj varios íconos, eligió el de la ducha, luego habían un icono rojo y uno verde. Seleccionó el último para que el agua empezara a correr y esperó un rato a que se enfriara, porque ni siquiera salía tibia, sino realmente caliente. Después de unos minutos se metió bajo el agua, disfrutando aquella exquisita sensación de frío en el cuerpo.
Al salir de la ducha se sirvió otro vaso de jugo y miró por la ventana. Vio a un cachorro, que con la lengua afuera buscaba algo de sombra, pero no la encontró y cayó sobre el asfalto caliente. Samuel salió rápidamente y tomó al perro en sus brazos. Era pequeño y estaba muy delgado. Lo metió en la ducha con agua fría y el perro revivió, moviendo la cola alegremente, aunque él mismo apenas se movía.
Samuel le puso en un plato hondo un poco de comida que le había sobrado y el perro comió con muchas ganas.
"Te salvaste, pequeño —dijo él—, eres fuerte. Te puedes quedar aquí, afuera está muy peligroso todo esto del calor. ¿Tienes nombre? Tienes cara de Valiente, sí, así te llamaré".
El perro lo miraba y movía la cola, como si entendiera lo que el humano le decía.
Al llegar la noche la luz se encendió automáticamente. El teléfono inteligente le avisó que era hora de cerrar las ventanas, pero la temperatura había bajado solamente a 44°, por lo que dio la orden de cerrar sólo algunas, las que seleccionó en la pantalla y éstas se cerraron automáticamente. El perro lo seguía para todos lados dentro de la casa, donde al ir cambiando de habitación las luces los seguían, iluminando el lugar por donde iban pasando y dejando a oscuras el resto de la casa.
Se detuvo en la ventana que daba a la costa y apuntando con su mano a la ampolleta presionó el botón de su reloj para apagar la luz. El cielo se veía casi negro, sin estrellas. Potentes luces las apagaban, eran luces de publicidad y de seguridad, ya que las ciudades del mundo cada vez temían más a la oscuridad, pero a Samuel por el contrario, le gustaba y a su nuevo compañero también.
De pronto los televisores de la casa se encendieron al mismo tiempo emitiendo un agudo sonido. Caminó asustado hasta la sala y una imagen con las banderas de la Tierra y Marte anunciaban que había una transmisión en cadena para ambos planetas. La última vez que se tenía constancia de una transmisión de ese tipo fue para cuando terminó la última guerra mundial, en el año 3701.
Tomó asiento y vio al presidente de Estados Unidos, representando a las naciones unidas, de pie ante un micrófono. Se veía preocupado, tenso. Sudaba, y quién no con tanto calor. La pantalla del televisor preguntó si quería usar la traducción automática y apuntando con la mano del reloj aceptó. El presidente comenzó a hablar:
"Habitantes de la Tierra y Marte, [la señal se interrumpió] tenemos una información importante que darles a todos. En los últimos cinco años nadie ha quedado indiferente al cambio climático, donde las temperaturas han sido las más altas en la historia de la humani... [interrupción] Las temperaturas más altas se registraron hoy en Colombia, Ecuador y el norte de Perú, llegando en este último a los 147° Farenheit o 64° Celsius. En el caso de Marte fue en Tharsis donde se registró la temperatura más alta, llegando a 80° Farenheit o 27° Celsius, que si bien son agradables, no son comunes en el planeta. Estos cambios se deben a una irregular tormenta solar que tememos llegue a afectar nuestros dispositivos electrónicos y sistemas de seguridad de ambos planetas, [interrupción] pero más preocupante aun, la salud y vidas de los habitantes de la Tierra. Como medida de seguridad solicitamos a los habitantes del planeta rojo que puedan disponer de sus hogares para recibir a dos o tres habitantes del planeta azul si es posible, o más para los que tengan familiares viviendo acá y puedan acogerlos. La situación es compleja. No sabemos qué [interrupción] venir después, por ahora sólo sabemos que es posible que las comunicaciones y los dispositivos electrónicos comiencen a fallar. Las temperaturas más altas se mantienen...[La señal se cortó y sólo quedó la pantalla siseando en gris]"
Samuel apagó el televisor con una sensación de vacío y temor. ¿Sería éste el tan temido fin del mundo? Tenía una tía viviendo en Marte, pero hace años que no hablaba con ella, desde el funeral de su madre. Tal vez fuera mejor morir en su planeta natal, si al final de cuentas, estaba completamente solo en la Tierra.
Se fue a acostar, pero no lograba dormir, tanto por el calor como por las noticias. A su lado, en el suelo, Valiente se acurrucó para dormir.
A la mañana siguiente en las noticias se podía ver que a nivel mundial habían protestas contra el calentamiento global. Culpaban a las empresas de desechos por seguir arrojando basura en el mar y en la tierra, aunque en realidad era lo mínimo, ya que en su mayoría la basura era arrojada al espacio.
Al salir a trabajar se fijó en una persona que gritaba palabras al viento, era un predicador que anunciaba el fin de los tiempos. Samuel sintió un escalofrío recorrer su espalda. Lo atemorizaba ese tema.
En la tarde volvió con el técnico que iba a reparar el aire acondicionado. Valiente estaba acostado al lado del refrigerador, con la lengua afuera. Samuel le dió agua con hielo mientras el técnico trabajaba.
Editado: 17.02.2022