Camino Entre Ruedas

Capítulo 3: Huellas del pasado.

Me quedo sentada en el sofá viendo un ridículo programa de citas. Nunca me he enamorado y muchas veces ver en la televisión estas cosas me duelen. No es fácil que un chico te quiera con un aparato de metal a tu lado, bueno, debajo tuyo. Mi padre está limpiando el armario marrón. Fue el primer mueble que compró cuando nos mudamos a  Rixonville. Está lleno de cuadros y chorradas que compraba en la playa cada vez que íbamos. Todos los cuadros tienen fotos de nosotros. Yo y mis padres. Mi padre es un hombre honesto. Le gusta que siempre esté la verdad por delante. De primeras impresiones, te puede dar miedo, por su gran altura y por su gesto rudo, pero cuando le conoces, es un pequeño osito de peluche. Siempre me ha querido mucho, ha sudado para que yo tuviese todo. Se ha sacrificado siempre por mí. Trata que siempre ande con una sonrisa. Es capaz de vestirse de payaso para conseguir hacerme reír. Pero, a la vez, sé que se siente solo cuando yo estoy en el instituto. Mi padre no es viudo. Mi madre nos abandonó a los dos meses de quedarme en silla de ruedas. Nunca pensé que mi madre, aquella compañera de mi padre y mi amiga y cuidadora, nos abandonase. Adoraba a mi padre, siempre vi reflejada en su alma la felicidad que tenía al estar al lado de mi padre. Es verdad que de los dos, siempre fue mi padre quién más cuidados me prestó, pero ella me quería también. Aquel 29 de febrero, nuestro hogar perdió luz. Perdió esperanza. Fragmentó una parte del corazón de mi padre. Ahora, mi padre intenta que las cosas vayan con buen aire. Cada día me cuenta alguna historia, hace manualidades conmigo, vemos una película juntos, jugamos a las cartas, pintamos dibujos que después colgamos por las paredes de la casa para que esa falta de esperanza no se pierda más aún. Cada noche, me besa en la frente y me dice: ''La magia llega a tí cada noche. Siempre estará el alma de mi corazón para protegerte por las noches. Dulces sueños.'' Lo que más adoro de mi padre es su valentía y su fuerza de superación y lucha. No es nada agradable que después de veinte años de matrimonio, tu mujer se vaya y no vuelva nunca más. Ni siquiera sabemos si está viva. Pero, es inútil intentar buscar a alguien que no quiere ser buscado.

-¿Qué haces?-me mira mi padre mientras limpia con el plumero las estatuillas del armario.

-Nada, estoy viendo un programa estos de amor donde hacen que conozcas a una persona que parece que tiene los mismos gustos que tú.

-Vaya, ¿ya indagando en el amor?

-¡Qué va, papá! A mí no me interesa el amor.

Para de limpiar, deja el plumero en un hueco del armario sin tirar ninguna figurita y se sienta a mi lado.

-¿Seguro que no tienes a nadie en mente?

Le miro seria.

-Papá, tengo 18 años. Soy joven y además, el estilo que llevan estos chicos de hoy en día, no me gusta. Parecen todos iguales.

-¿Todos son iguales? ¿Y tu vecinito?-me mira con cara pícara.

-¿Quién?...¿dices...Mikel?

-Claro...es un chico estupendo, yo siempre te lo he dicho tesoro, te veo con él.

-Tiene novia, una novia muy guapa. Exageradamente guapa.

-¿Y qué?-me mira de arriba a abajo.

-Que sigue teniendo una novia...y como te estoy diciendo, muy guapa.

-Cariño, tú eres una chica preciosa. Eres rubia, de ojos azules y una sonrisa perfecta. Eres delgada y amable.

-Ya, y ando en silla de ruedas.-le miro con cara borde.

-¿Acaso eso importa? Se tienen que enamorar de tu interior, porque tu lado exterior ya es perfecto tal y como es. Pero vale muchísimo más una mente brillante, un corazón leal, un entusiasmo alegre. Y tú, lo tienes.

Le miro fijamente. Me hace feliz todo su discurso. Pero me sigue bloqueando estar en silla de ruedas.

-Bueno, va a empezar Castle, así que...

-Ya veo que quieres evadir esta conversación, pero, pequeña princesa, que se te quede en la mente, eres perfecta. Y muchísima gente lo valorará.

Sobre las 7:00 p.m decido ducharme. Una vez que mi padre me ha dejado en la bañera, se va y empiezo a pensar en mí y mi vida. Comienzo en mi mente: ''Hace unos años, caminaba. Ahora dependo de alguien casi todo el rato. Antes tenía sueños. Tenía metas. Ahora sólo se me para el camino en aprobar los estudios de la E.S.O. Antes tenía amigos, ahora, sólo tengo a Mikel.

Es raro, pensar que mi padre me haya dicho que yo le gustaría a Mikel. O que a mí me gustaría. Es mi mejor amigo y tiene novia. Además, hola, soy Alba, no se enamoraría de mí en la vida. Ni a tiros. Él me ve como amiga y yo a él. Nunca he pensado en enamorarme. Ni siquiera sé si saldré de este pueblo. Aquí casi todo el mundo se conoce. Y a mí me conocen como ''la ruedas''. Miro a los chicos y me miran con cara de susto. Sé que soy fea, pero no tanto. En verdad, sé que es por la silla de ruedas. Jopé. No soy un bicho raro. ¿Por qué el único que no me ve así es Mikel? ¿por qué se alejan de mí? Ya sé que no puedo andar, correr, bailar...pero sí puedo hablar, ser divertida, dibujar, cantar...no entiendo nada.''.

Empiezo a sumergir mi cabeza dentro del agua. Empiezo a observar de manera borrosa mi cabello por el efecto del agua. Oigo los latidos de mi corazón. Va muy rápido. Rápido. Lento. Más lento. Casi sin latir. Saco como la luz la cabeza. Tomo aire fuertemente y miro hacia abajo. Los ojos me escuecen. La verdad, no trato de suicidarme, a parte de que no soy capaz, algo en mi corazón valora la vida. Pero, me gusta sentir el agobio al saber que en dos segundos más podrías no seguir en la vida. Que todo se acabaría. Me relajo y sigo pensando. Mi mente sigue recordando esos momentos: ''Me acuerdo aquel día en el que Zaira me regaló una casita interactiva que me gustaba mucho. Ella tenía una. Por eso la quería, para jugar con ella. Éramos como hermanas inseparables. Y cuando me llamaba ''tontalava'' cuando nos enfadábamos. Dios, y cuando estábamos en gimnasia. Nunca quería ir con alguien de pareja que no fuese ella. La rubia y la morena. Esas éramos nosotras. Era mi alma protectora. Si alguien me hacía daño, ella salía en mi defensa. Y cuando me decía que Pablo Alborán era su cantante favorito o Malú. Se me quedó siempre grabado eso. Once años juntas. Duele cuando las cosas se rompen. No se si he sido inmadura. Una cría. No sé qué he hecho. He intentado tantas veces hablar con ella. Tantas. Es como si no viese ya a la persona que más he apreciado en mi vida. Ahora es difícil quererla. La que estoy sola soy yo. No me gusta dar pena, pero no me gusta que alguien que me cuidó once años me deje ahora sola.''




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