-Victoria, para, que nos vamos a caer-dice Mikel.
-Qué va, venga, anímate que te he cogido además el llavero que te gustaba.
-Ya sabes que pienso sobre robar, la china seguro que tiene que llevar a una familia, sus...
-Oye, ya, no me cortes el rollo, cada día estás más quejica. Anda...vamos a tu casa.-dice Victoria.
-Están mis padres y ya sabes, nunca corre intimidad cuando alguien viene y bueno, si ya eres tú, eso se elimina totalmente de su diccionario.
-Bueno, pues vamos a hacer algo, que estás muy parado...ya sé que te aburrirás ahora que has dejado los estudios, pero bueno, estoy yo y yo soy muy entretenida...ya sabes.-insinúa Victoria de manera pícara.
Mikel se levanta del banco y comienza a caminar hacia el parque grande.
-Vamos, anda tonta.
Victoria le coge su mano. Ella iba con una falda negra corta y un top rojo. Él iba con una camiseta gris de un tono claro y unos vaqueros caídos del mismo color. Ella, alegre y sonriente. Él, con ojeras y un rostro serio pero a la vez mostrando una pequeña sonrisa.
-Cariño, no puedes estar así todos los días, vas a acabar volviéndote loco.
-Necesito el dinero Victoria, no es una tontería.
-¿Pero qué pasa? ¿tienes problemas económicos? ¿son tus padres? Enserio, yo te puedo ayudar con ese tema, mis pagas son bastante grandes.
-No, no es eso y bueno, no quiero tu ayuda, no la necesito.
-Por cierto, no me has dicho donde trabajas.
-Eh...bueno, es un sitio muy simple, no pagan mucho pero sí lo necesario.
-Dímelo, y así te visito cuando venga del insti...anda...
-Si da igual, enserio cariño.
Le frena y se coloca delante suya. Su mirada fría y calculadora indica que se va a poner en su estado ''PESADÍSIMA''.
-Dímelo, dímelo, Mikel, dímelo, dímelo, dímelo, venga, venga, venga, Mikel...dímelo, Mikel...
-¡Vale! Pero cállate un mes, dios. Trabajo en la floristería.
-¿Qué dices? ¿En la de la señora Pepi? Dios mío.-se ríe a carcajadas.
-Es lo único donde me aceptan. Tengo diecisiete años...
-No te pega cielo, pero bueno...¡Mira lo positivo! Ya sé de dónde me enviarás flores en San Valentín...
Victoria acerca su boca hacia Mikel. Cierra los ojos y le besa.
-Bueno, ¿y para qué necesitas el dinero entonces?-dice Victoria.
-Nada, es otra tontería.
-Estás con las tonterías...al final te suelto un sopapo.
-Joder, es que, es problema mío.
-Ya bueno, soy tu novia, tengo derecho a saberlo. Espera...
-¡No! No me drogo. Dios, eres como mi madre.
-Bueno, yo me alarmo por todo, sólo quiero saber que estás bien y no haces tonterías.
-El dinero...no es para mí.
-¿Qué dices?
-Bueno, eso, que simplemente ahorro el dinero para comprar una cosa.
-Por favor, dime que no es para tu amiga la paralítica.
-Oye, no te pases, que es mi mejor amiga.
-Ya, pero vas a acabar depresivo como sigas a su lado. Eso se va pegando, por si no lo sabías.
-¿Qué tontería es esa? He estado con ella toda mi vida y no voy a dejar de estarlo.
-Es eso, te gusta. Joder, lo sabía.
-Deja de hacer teorías absurdas. No me gusta. Te ha dado, eh. Mil veces te lo he dicho es mi mejor amiga y tú eres mi novia.
-Ya, por eso cada día me tienes más abandonada, te vas siempre con ella. Te olvidas de mí.
-No me voy con ella.
-¿A sí?-dice Victoria arrogante.
-No, me voy a dar vueltas por el campo yo solo.
-¿Y cómo sé que es verdad?
-Porque te lo estoy diciendo. Se supone que tienes que confiar en mí como yo confío en ti. Yo nunca te pregunto si haces cosas en mi contra con tus amigos, ¿verdad?
-Ya, bueno, pero, es que, eres el único tonto que va con ella.
-¿¡Y qué si voy con ella?! ¿es un bicho raro? ¿te contagia algo por estar a su lado? Joder, qué cojones os pasa a todos?
-No...simplemente es que te estás quedando solo.
-Es mi puto problema si me quedo sólo. Para tener al lado a gente así, prefiero estarlo.
-Cariño...no te enfades.
Mikel retira la mano de Victoria.
-Déjame. Quiero estar solo.
-¿Enserio te vas a ir? Oye, Mikel, vale, lo siento...
-¡Qué me dejes ya, joder, necesito estar solo!
Se aleja por el camino en dirección a las casas derruidas. Victoria toma el camino contrario al suyo. Pasan cinco días desde esa pelea. El teléfono de Mikel suena una y otra vez: ''Tesoro''. De tanto sonar, decide tirar el móvil al váter. Su rostro cada vez está peor. Está cada vez más chupado y con las ojeras más grandes. Se dirige al baño y comienza a echarse maquillaje por su cara. Intenta disimular los signos de falta de descanso y se prepara para ir a la floristería. Se tarda en llegar diez minutos. Apenas está lejos de la casa de la señora Pepi. Bueno, las casas. Abre la puerta y se encuentra a una señora mayor colocando rosas negras en un tubo lleno de agua.