Suena el teléfono de Mikel. Él está dibujando.
-¿Sí? ¿dígame?
-¿Michael?
-¿Perdón? ¿quién es?
-Soy yo, Albert.
-Madre mía, ¡cuánto tiempo!
-¿A que sí? Ahora estaremos los dos arrugados y en silla de ruedas.
-Em, ¿qué...qué necesitas?
-Bueno, resulta que voy a ir al pueblo otra vez, y necesito un sitio en el que quedarme. Se juega un campeonato de fútbol y mi equipo juega contra vosotros, creo.
-¿Aquí? ¿quedarte en mi casa? Bueno, sí, no me importa.
-Genial, llego a mediodía.
-Pero, esto, yo no...
Albert corta de repente la llamada cortando a Mikel. Se lleva las manos a la cabeza y suspira. Hace años ya que no pisa un campo de fútbol y empieza a pensar en cómo decirle que no va a volver a pisar uno en mucho tiempo. De repente, sus padres llaman a su puerta y entran.
-Hola, hijo.-dice su padre.
-¿Qué ocurre? ¿pasa algo?
-No cielo, es que, tu padre y yo, queríamos preguntarte si te apetece venir con nosotros a ce...
Miran hacia el estante de los trofeos y ven que está vacío.
-Dis...disculpa, ¿se puede saber dónde están tus trofeos?
-Los he...guardado en otro sitio. Porque, ahí, bueno, tenía el cuarto desordernado.
-¿Dónde están?-dice su madre.
-Pues, en un cajón.
-¿Nos lo puedes enseñar?
-No, porque...porque, va a venir Albert, sí.
-¿Tu mejor amigo de Primaria?
-Sí, que, resulta que necesita un sitio para quedarse y bueno, va a instalarse sólo dos días.
-¿Para qué?-dice Mary.
-Yo, tengo que hacer cosas, ducharme para cuando venga y vosotros, tenéis que preparar la comida. Así que, venga, hablamos luego, os quiero, un beso, me voy a duchar, bye bye.
Mikel consigue despistar a sus padres con el tema de Albert. Si sus padres llegan a saber lo de la venta de los trofeos, pueden llegar a enfadarse mucho. Sus padres son muy agradables y respetuosos, pero sobretodo, son muy tradicionales. No son ricos pero si les gusta la buena vida, y un símbolo de eso, es Mikel. El hijo con un buen camino, un buen futuro, y una buena imagen. El campeón, el estudioso, el atento, el respetuoso, etc etc. No pueden quedar mal ante nada. Cuando llega el mediodía, el timbre suena. Mikel baja las escaleras para recibir a Albert. Cuando abre la puerta, su cara es de asombro. Se encuentra a un chico alto, rubio de media melena, ojos azules y un poco musculoso sujetando una bolsa de deporte.
-¡Ey! Mikel, cuánto tiempo, enano.
-Menudo cambio has pegado, chaval.
-¿A que sí? Ahora ni siquiera mi abuela me reconoce-dice a carcajadas.
-Vaya, y yo pensé que eras mi mejor amigo.
-He visto que tienes unas rosas colgadas, ¿y esa cursilada?
-No...es una cursilada, es bonito...bueno, da igual, anda, vamos a subir a tu cuarto. Digo a mi cuarto.
-Ay la bebida Mikel.
-¿Qué? Yo no bebo.
-Es broma-dice riéndose.
Albert sube los escalones de dos en dos y entra a la habitación.
-Menudo cuarto, qué pasada. Mola. Es muy gris.
-Sí, el gris es chachi.
-''¿Chachi?''
-Bueno, he sacado una cama, tú puedes dormir en la mía.
-Vaya me parece genial. Eh, un momento, ¿dónde están todos tus premios? Aquí sólo veo fotos. Fotos...de una chica muy guapa, ¿quién es?
-¿Eh? Em, ella es mi pareja.
-¿Tienes novia? Madre mía menudo pivón.
-Oye, que es normal, no te pases colega.
-No me paso, digo realidades.
-¿Cómo la conociste? Vuestra historia seguro que es de película.
-Qué va, hemos sido mejores amigos de toda la vida, vecinos, ya sabes.
-Vaya, ya me has sustituido, y encima otra rubia. En fin, pierdo potencial.
-Anda, idiota, cuéntame sobre tu vida, hace años que no nos vemos.
-Y que lo digas...ya te veía con una mansión y un ferrari.
-Já Já, qué gracioso.-dice irónicamente.
-Bueno, nuestro equipo ''Demon Team'' juega contra vuestro equipo y además, qué mejor que ver a mi viejo amigo, ¿no? Aunque, así grandes cosas, bueno, me he casado.
-¿Perdón?-dice sorprendido.-¿Cómo que te has casado?
-Sí, pero, por negocios.
-¿Enserio?
-Naur, es mentira. La verdad, es que le quiero mucho.
-¿Perdón?
-¿Quieres dejar de decir perdón? Y sí, soy gay.
-Pero si a ti te iban todas las tías con los pechos más grandes que las pelotas de baloncesto.
-Qué va, dejé hace mucho esa etapa. Me di cuenta de que, a fin de cuentas, puedo ser guapo, pero, juzgaba mucho a las mujeres. Hice daño a muchas sólo por tener una noche con ellas y ya. Más tarde conocí a Evan. Él me besó, me gustó y bueno, hasta día de hoy.
-Una pregunta, ¿qué edad tiene?
-Veinticuatro...¿quizás veintiséis? No es nada raro, porque, tengo ya veinte. ¿Te recuerdo que fui yo quién repetí dos cursos?