Sigo avanzando con pasos firmes sin detenerme a mirar quien es mi acompañante. ¿Y si es un ladrón? ¿Y si me quiere raptar? No, no creo, sino ya la hubiese hecho, ya pasaron cinco cuadras y no hizo nada. Pero quizá está esperando el momento preciso.
Cuando llego a la esquina decido disimuladamente mirar hacia atrás, y para mi sorpresa no hay nadie. Quizá decidió tomar otra calle o ingresar a su casa. Pero cuando estoy por darme vuelta, veo detrás de un arbusto una zapatilla, es de un color particular. Es un azul… un azul ni muy claro, ni muy oscuro. El azul perfecto. Y una estrella gris en el costado. ¿Por qué se escondería? … Quizá solo es una zapatilla. Decido no darle mucha importancia ya que si me entretengo con una simple zapatilla llegaré tarde a mi primer último día de clases.
Al llegar a la escuela, como siempre saludo a todos mis compañeros. Se podría decir que me trato con todos pero no soy amiga de ninguno. Tuve amigas, claro, pero la amistad se termino cuando crecimos y ellas decidieron ir a los boliches y como yo no quería, y tampoco es de gran interés para mí, ellas decidieron que no estarían con alguien que no saliera. Y creo que… es mejor así. Prefiero leer antes que bailar, lo admito.
Me alegra decir, que este curso es muy unido, hace más de tres años que estamos juntos. Compartimos casi todas las materias juntos, solo algunas que hace un año el colegio decidió cambiar y nos dividieron, la mitad por acá, la otra mitad por allá… Realmente no sé en que cambia, pero no podemos discutir.
-Somos los más grandes del colegio, ¿no te sentís superior? – me pregunta Candy. Ella es lo más cercano a una amiga, hasta podría decir…. Mi mejor amiga.
-¿Superior? ¿Cuándo los chicos de tercer año duplican mi altura? ¡No me puedo sentir superior así! – caminamos juntas por el pasillo riéndonos, ella me toma por el brazo y caminamos hacia nuestro salón.
Lamentablemente no es una exageración que los chicos de tercer años doblen mi estatura, no soy lo que se dice “enano” pero tampoco soy alta. Es así, soy bajita pero no por eso me siento inferior a los otros, simplemente soy… bajita.
Nos pusimos a hablar de cómo nos había ido en el verano, obviamente, ella tiene más cosas que contar que yo. Ella sale, se divierte, tiene muchos amigos. Candy es la chica popular del colegio, en los recreos siempre saluda a media institución y yo voy detrás de ella, algo incomoda a veces. No es que me moleste que salude a toda esa gente, sino que muchas veces, la gente solo saluda a ella, y yo soy como un fantasma. No pido una reverencia, solo un “¡Hola!” o algo por el estilo… Mucha gente lo hace…. Mucha otra no.
Antes solo estaba con ella, pero el año pasado comencé a llevarme con más compañeros y es lindo, hace que las tortuosas horas de colegio se pasen rápido.
Alguien pasa su brazo por mis hombros y ya sé quién es, como siempre. Stefan. El chico por el que todas las chicas mueren, excepto, quizás, yo. Por eso le gusta molestarme, aunque ya le tome afecto y creo que así es su forma de acercarse a mí. El sabe que sé que no por saludarme con un guiño o buscarme para almorzar quiere automáticamente casarse conmigo, y que soy el amor de su vida, algo que a algunas chicas les cuesta comprender. Recuerdo una vez que me contó que estaba cansado de acercarse a una chica y que ella solo pensara en “tirárselo”. Él tampoco es un angelito, así que esa fama la tiene… bastante merecida.
-¡Seguís estando compacta! Tres meses sin vernos y continúas estando de la misma altura. – se ríe Stefan.
-Tres meses sin vernos y vos seguís creciendo. ¿Cuál es tu secreto? – pregunto divertida mirándolo de reojo.
-Es secreto, si te lo dijera dejaría de serlo, ¿cierto?
-Sí, sí. Un secreto. Vamos, hay que entrar a clase – dice Candy mientras nos empuja hacía el aula.
La preceptora entra al salón, siempre la misma preceptora. Espera a que estemos todos sentados y en silencio para así poder presentarnos a nuestro nuevo profesor. Apenas alcanzo a verlo que mis ojos se dirigen hacia sus zapatillas.
Zapatillas de un color azul, un azul ni muy claro ni muy oscuro. El azul perfecto, con una estrella gris en el costado.
Levanto la mirada y cuando alcanzo a ver su rostro, me esta observando.
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Editado: 13.03.2018