El omega se desplazó con delicadeza sobre el dildo entre sus nalgas, soltando gemiditos que hicieron a Harry saltar en su lugar. Antes de seguir, miró con ojos húmedos hacia la puerta de su habitación, asegurándose que su compañero de cuarto no entrara justo cuando su mano se trasladaba dentro de sus pantalones.
Fue difícil, pero sostuvo su miembro entre sus manos sin atreverse a tocarlo; no lo soportaría y terminaría teniendo su nudo entre sus dedos.
El omega siguió, girándose para guiñarle a la cámara y abrir sus nalgas con sus manos, sus propios dedos llenos de lubricante abriendo el paso y hundiéndose en la piel rosada de su trasero. Y Harry solo quería besarlo, tocarlo y saber si así de suave como se veía lo era.
—Dios mío —susurró, gruñendo y negándose a tocarse; nunca lo había hecho—. Oh, joder. —Pero el omega comenzó a cabalgar sobre la polla de plástico color rosa pálido, su trasero abriéndose por sí solo. Tan enorme...
Harry, tragando la saliva acumulada en su boca y tratando de que sus colmillos volvieran a su posición, sacó su mano de sus pantalones y tecleó con rapidez el número de su tarjeta de crédito, donando sin siquiera pestañear unos 70 dólares al muchacho que permanecía follandose con el juguete.
—Gracias —él dijo entre risas desde la pantalla, pese a su situación.
Siguió gimiendo sin que nada más lo detuviera, una de sus manos golpeando una de las mejillas de su culo, con tanta fuerza que Harry arrugó su frente y parpadeó ante la mueca de dolor en el omega frente a sus ojos, en la pantalla.
—De nada —le susurró a su teléfono, volviendo a tragarse su saliva con algo de consternación.
El desconocido de cabello castaños siguió follandose, como si el lubricante deslizándose por sus muslos no fuera suficiente para él y como si el dildo totalmente dentro suyo no le llenara completamente. Sollozaba y se abría más, mucho más de su esencia deslizándose a través de los espacios que dejaba la polla falsa en su agujero dilatado.
—Voy a acabar —susurró, y las mejillas de Harry se calentaron. Su pantalón volvió a crecer pero él se negó a tocarse.
—Hazlo —dijo como un tonto a su teléfono, acercan la pantalla más a él y viendo el momento exacto en que el omega se giraba para dejar ver su pecho rojo y la forma en que sus labios estaban hinchado por cómo se los seguía mordiendo.
—Oh, mierda —sollozó y chilló, llevando sus dedos a su boca para callar sus gemidos—. Muy cerca...
Y lo hizo.
Harry vio la falda fucsia tan pequeña sobre la cintura del omega ser manchada por su corrida, y gruñó todo lastimero. Pero siguió observando la forma en que el mismo omega, quizá no conforme, se hundía más en el dildo y su cuerpo convulsionaba de una forma muy morbosa.
El omega castaño en el en vivo suspiró, soltando una risita que no llegó a sus ojos y pasando una mano por su frente para apartar el flequillo sobre sus ojos. Miró detrás de la cámara, y Harry observó como un tonto la forma en que sus clavículas se formaban en su cuello, tan tentadoras.
El directo se cortó justo cuando los ojos de Harry se deslizaron hasta más arriba, a sus ojos que parecían contener un océano infinito.
—Adiós —dijo en voz baja a su celular. Cerró la aplicación y se recostó mejor en su cama, mirando al techo y suspirando.
No se arrepentía de nada.
(...)
—Estuve pensando que quizás vaya por ahí vendiendo...algo —Louis se encogió de hombros y sostuvo a su bebé sobre su hombro—. Como artesanías y esas cosas.
—¿Vendedor deambulante? —Niall frunció su frente e hizo una mueca de asco.
Louis se sonrojó y miró su ropa formal con algo de envidia. Él tuvo que dejar el instituto cuando se enteró que estaba embarazado y era su penúltimo año.
—Es lo que me queda —murmuró. Su cachorro se quejó en sus brazos, tal vez sintiendo su tristeza.
Niall suspiró y miró al bebé de una forma que, no desagradó, simplemente no le gustó a Louis. Sabía que su familia y sus amigos culpaban a su cría por su situación.
—Dámelo —le indicó estirando sus brazos. Louis dudó—. No le haré nada, dámelo. Luces muy cansado.
Louis estiró al bebé hasta que estuvo en los brazos de su amigo. El cachorro se quejó por el cambio de brazos, pero no lloró como Louis esperaba que hiciera.
—Estuve haciendo un directo —explicó, acariciándose su cuello y quejándose—, por eso estoy cansado.
—Tener un bebé y este tipo de empleo no hacen un buen conjunto —Su amigo rodó los ojos.
—Es solo... —Louis suspiró y miró a su bebé en brazos de su amigo—. Ser un camboy me ayudará a poder pagar este piso, las necesidades de mi hijo y poder comer. Es para una buena intención; masturbarme para extraños es mi última preocupación.
—¿Qué pasará si...? ¿Y si te reconocen en la calle, con tu hijo? —Louis hizo una mueca y acomodó su flequillo en su frente.
—Cuando suceda —Miró el pacifico rostro de su bebé recién nacido y casi sonrió—, veré qué haré.