Salgo de la discoteca mareada, no debería de haber bebido tanto. A veces Vicens tiene razón y no mido lo que tomo, como odio cuando mi hermano lleva razón. Él siempre es el niño perfecto, o bueno, lo era hasta que en vez de ser médico decidió ser músico. Creo que es la única decisión en la que he estado de acuerdo con él, y por lo mismo creo que él me apoya en mi sueño a pesar de la oposición de nuestros padres.
Los flashes de las cámaras me ciegan. Detesto esta parte del trabajo no solo de mi hermano sino también del mío. Él está en una de las bandas más importantes, no solo del país sino del continente, y yo soy una de las jóvenes promesas del cine. He ganado un par de premios importantes pero este año no tengo ninguna película o serie que grabar, ¿la razón? Vicens.
No estoy cabreada con él, sé que lo que hizo fue para defenderme pero eso me ha perjudicado. Por suerte no han cancelado ninguno de mis proyectos del año que viene. No después de las disculpas públicas de mi hermano.
– Señorita.
Me subo a mi coche. Una vez dentro, los flashes no se detienen. Una acaba acostumbrándose al acoso masivo de los periodistas pero que esté acostumbrada no deja de hacerlos molestos e impertinentes. Los odio y daría lo que fuese para pasar unos días sin ser perseguida por ellos, son una puta pesadilla.
Me relajo cuando veo las rejas de la puerta de mi casa, que se abren cuando identifican mi coche. Salgo menos mareada pero todavía algo borracha, muy posiblemente me gane un regaño de Vicens y mañana cuando salgan las fotos que me han echado los paparazzi me regañará mi agente.
– ¿Te divertiste?- me sobresalto al escuchar la voz de Vicens.
– Si.
– Me alegro.- resopla.- Haz las maletas.
– ¿Por qué?
– Tu agente y yo hemos decidido que como este año no tienes nada importante, me acompañaras en mi gira.
– ¿Qué? Es imposible que Abril te haya dicho eso.
– Lo hice.- pego un grito al escucharla a mi lado.- Y te acompañaré, debo vigilarte.
– Sois malos.
– Verás nuevos países, ¿De qué te quejas?- responde Abril con pesadez.- Haz las maletas, me da igual que estés borracha.
– Ya voy jefa.- ruedo los ojos.- Vicens.- mi hermano me mira expectante.-¿Cómo es que no golpeas a los periodistas?
– Porque eso significaría que Einar me golpease a mi, y nadie desea un golpe suyo.
Sé los nombres de todos los compañeros de mi hermano, Konrad es el mayor del grupo, después va Ana, Vicens, Sonia, el chico que ha mencionado y la más pequeña es Daniela. Sé quienes son por la televisión y por las veces que él ha hablado de ellos pero no conozco a ninguno personalmente, aunque han pasado tres años de que comenzaron con el grupo y dos desde que se hicieron famosos a nivel internacional.
– No creo que sea para tanto.
– Te lo voy a decir muy claro Arlene, no acabes con la poca paciencia de Einar.- me advierte.- La banda es lo más importante para mí.
– Lo sé, ellos están por encima de tu familia.
Él no me contradice porque es cierto. La banda lo es todo para él, y no lo juzgo. Yo soy casi una desconocida, nuestros padres se divorciaron apenas nací. Mi madre se quedó con mi custodia, ya que mi padre no quiso reconocerme hasta ocho años después, un padre ejemplar. Por otro lado mi padre se quedó con él, aunque para ser un padre ausente hubiese sido mejor que le diese la custodia a mi madre.
Mis padres son nefastos, mi hermano siempre ha sido el trofeo que enseñar, era más un objeto que una persona y eso es bastante triste. Por eso entiendo que la banda sea ahora su familia, pero no deja de doler que ellos sean más importantes que yo, que soy su hermana pequeña.
Me despierto con un dolor inmenso de cabeza, no tendría que haber bebido tanto anoche. Siempre me digo que tengo que beber poco y siempre acabo pasándome, debería comenzar a tener más control o pronto no solo me dolerá la cabeza, también empezaré a tener problemas en los riñones e hígados.
– Tienes unas pastillas para el dolor en la mesa.-abro un ojo para ver a mi hermano ya vestido.- En media hora nos vamos, date prisa si quieres desayunar.- y se va.
Me levanto con pereza, me trago la pastilla con ayuda de agua y corro a la ducha. Mi hermano no bromea cuando dice que tengo solo media hora, si en ese tiempo no estoy lista, me sacará de la casa aunque sea obligada. Mi hermano cumple estrictamente todos sus horarios, parece que sino lo hace no puede vivir.
Me doy una ducha rápida, lo suficientemente larga para eliminar la peste a alcohol de mi cuerpo y de mi pelo castaño. Lo seco con rapidez y me pongo un vestido veraniego, hace mucho calor y tengo muy pocas ganas de llevar pantalones.
– Tienes unas tostadas ahí, y zumo en la nevera.- escucho a mi hermano antes de terminar de bajar las escaleras.- Te quedan diez minutos, y tienes que bajar tu maleta.
– Eso pueden….
– Eso lo haces tú, no estás manca.- me mete prisa con unas palmas.- Venga, si sigues ahí parada no te dará tiempo, ahora solo te quedan ocho minutos.
Lo dejo ahí y en cinco minutos me tomo el desayuno, me gusta poder disfrutarlo y hoy no he podido. Ya el día no me va a ir bien, estoy segura de eso. Sé que siempre tardo mucho pero es que me gusta disfrutar de los pequeños placeres de la vida, como la comida. La comida es lo mejor de esta vida y mi hermano no me ha dejado disfrutarla.