Dar la entrada sola por la escuela es extraño e incómodo, es cómo, sentir todas las miradas en ti, pero cuando levantas la mirada no encuentras a nadie, es raro.
Me siento cómo un pequeño y roto trapo botado y sola.
«Él debe pedirme disculpas, sí ».
—La frágil habla sola.
Juro que me atraganté con mi saliva.
Giré para verlo.
—Hola.
Sonrió.
—Oh, si es eres educada. Hola, para ti también.
Asentí como tonta, viéndolo sin saber que hacer o decir.
—Buenoo, veo que andas sola.
Le miré ceñuda.
—¿Acaso me espías?
—No –rió –, siempre te veo con un chico que por cierto me asesina con la mirada.
Ahora fue mi turno de reír.
—¿Y por qué crees que lo hace?
Su sonrisa burlona desapareció un segundo.
—No lo sé .–encogió los hombros.
Asentí nuevamente, mientras me alejaba de él.
Mi interés por él era muy fuerte, pero su forma de ser hizo que disminuyera, no sé lo que pretende, soy una tonta, y pienso también que mi madre tenía razón.
—Lo siento –aclaró su garganta –, si te incomode, creí que ya teníamos confianza .–murmuró.
—¿Confianza?.
Le di mi mejor cara de rareza.
Este avergonzado miró hacia otro lado.
Respiré hondo tratando de no reír.
Fingí toser volteando mi rostro hacia la derecha, aproveché para sonreír.
— Nunca dijiste tu nombre .–hablé.
—Tu tampoco lo hiciste.
Miró mi cara un largo rato.
—Soy Uriel.
—Serey.
***
Pasaron los días.
Y seguía esperando.
Quise pensar que quería tiempo.
Pero me equivoqué.
Sus ojos me miraban con cólera.
Y sus expresiones eran diferentes a las de antes.
No quiero reemplazarlo pero también pasar el rato con el chico que me gustó es divertido.
Una llamada a las 9:34 cambió cambio mis planes de cantar.
«Necesito que te cambies, iré por ti a las diez ».
Fue difícil reconocer esa voz, separé el teléfono de mi oído y vi el nombre.
“Ariel princess”
Sonreí burlona por el nombre.
«Estas loco, no haré lo que estas pidiendo, ¡bai!».
Está loco.
¿No les ha pasado que sin saber inglés te gusta la música en ese idioma?
A mi me pasa eso, tengo una debilidad con ellos, es cómo sentir todo y poco a la vez.
Tengo muchas ideas pero no se cómo expresarlas, quiero ser cómo un personaje literario, feliz.
Las melodías de mi guitarra se surgía en toda mi habitación, sin estrés, sin preocupaciones, ni recuerdos, sólo música.
La música habla.
“Hey”
¿Qué?
Caoba.
—¿Qué...
Reaccionó tapando mi boca.
Sonrió.
—Te dije que vendría –me miró completa –, vistete.
Negué.
—¿A donde piensas llevarme?
—A donde queramos.
°
—Estas loco.
—Lo sé.
—Casi me quedó inválida y sin trasero.
—Lo de inválida podría haber pasado pero del ¿sin trasero? ¿Quieres que conteste?.
Tomando fuerzas me incline para golpearlo.
Este se quejó.
Luego de un largo rato de silencio habló:
—Mira esto.
Mostró un pequeño metal colorido.
—¿Qué es?
Mientras lo analizaba, él fingía pensar.
Fruncí el ceño.
—¿Por qué esto se sale? ¿Pintura seca?, es cómo pintura de un...
El pequeño objeto tenía una punta afilada y es allí donde mayormente desprendía el color.
Su pensar se fue y empezó a carcajear.
Lo miré cómo una madre mira a su hijo cuando hace algo malo.
—Esto es mala idea.
No respondió, aceleró el auto y segundos después se estacionó en un barranco.
—¿Quieres pasar el rato en la habitación como siempre lo hacemos?
Fue mi turno de no responder.
—Salgamos.
Obedecí a su petición.
—Nos hemos juntado mucho, hemos crecido.
Lo miré.
—Sí, creo.
—No se los motivos de tu alejamiento con tu amigo, pero lo se sea cuál sea habla con él –pausó – se lo que se siente estar sólo .–susurró.