~Soy mitad agonía y mitad esperanza~
JANE AUSTEN.
—Liet, lo siento mucho...
—Lamentamos mucho tu pérdida...
—Estarás bien, él está en un mundo mejor...
Mi madre se acercó, pálida y ojerosa y puso una mano sobre mi mejilla, acariciándola. Me clavó los ojos azules en el rostro y frunció el ceño.
—Hayle, ¿Por qué no lloras? Tu padre está ....
—A él no le hubiese gustado que yo llorara.—la interrumpí—Hubiese preferido que me centrase en lo positivo de su partida.
—¡Que hay de positivo en mi muerte!
De repente, el ataúd color caoba, se abrió, y mi padre salió como si nada, sacudiéndose el traje y sonriente.
—Liet... ¿Quién se ha muerto para que tengas esa cara, pequeña?
—¿Papá? —pregunté con la voz queda. Las lágrimas salieron y corrí hasta él, abrazándolo. Sin embargo, de pronto su cuerpo se tornó frío y rígido.
Levanté la vista y sentí las nauseas a punto de convertirse en vómito. Su cara estaba putrefacta, demacrada y asquerosa, pero aún así, se notaba bien que su expresión ya no era la tierna de hacía un par de minutos. Era una ira invernal, dura como las rocas y dañina como los huracanes.
Una cosa tenía clara. Ese, no era mi padre.
—¿Sabes, Hayle? Tu debiste morir, no yo. Todo esto es tu culpa, ¿Y encima no lloras?— me cogió del cuello y apretó fuertemente.—Tranquila, yo me encargaré de llevarte al lugar donde deberías estar.
—Al infierno.—dijeron todos al unísono.
—AAAAAAH.
–¡AAAAAH! SUÉLTAME, ¡NO!— Chillé pataleando mientras luchaba contra unos brazos que me tenían aprisionada por las muñecas. Sus rodillas tenía mis piernas prisioneras, inmovilizadas. ¿Que había pasado?
Había... ¿Tenido una pesadilla?
—¿Mejor? — preguntó Drew cuando abrí los ojos, respirando con dificultad. Iba vestida con su habitual pijama de aguacates con caras, que la hacía ver más inofensiva de lo que era.
En lo que llevaba con Drew, había presenciado todas sus conversaciones en las que parecía hablar hasta por las rodillas.
Era la mayor de tres hermanos, estaba en 2° de arte dramático y era cinturón negro en Karate. Y tenía mala leche. Y comía por cuatro. Y tenía una extraña obsesión con llamarme Liet.
Y no sabía porque, pero la dejaba. Supongo que es por qué es la unica amiga que tengo, aparte de Gia claro, a la que solo había visto una vez más aparte de aquel incidente con Astro.
Me aparté de ella, poniendo una mano sobre mi pecho, asfixiada y temblorosa. Ella pareció notar mi apuro, por lo que me trajo una bolsa de papel para que dejara de hiperventilar.
—Solo respira por ella. Inspira y exhala de manera regular y verás que todo se soluciona.—susurró desde el marco de la puerta con un tono dulce. Me miró con compasión y su sonrisa pareció deslumbrar toda la oscuridad que envolvía mi triste habitación.
Cuando se me pasó levemente el ataque, me tumbé con brusquedad en mi cama y sonreí con ironía. Hacia tiempo que no tenía pesadillas como esas, tan brutalmente amenazadoras.
Drew se fue del cuarto antes de que pudiese decirle nada y yo la seguí.
—Espera...—la llamé suavemente. Ella pareció notar mi presencia de nuevo, tensándose.—Yo... Quería darte las gracias. No sé qué me está pasando últimamente, esto no es normal.
—Soy yo la que debería disculparse.— susurró abriendo su puerta, dejando solo unos dedos de apertura— Aquel día en la fiesta... Lo siento. No quería dejarte sola, es que... tuve un problema y no pude estar con vosotras.— aparto la puerta y me abrazó. Fue fuerte y conciso, como el de Margot. Pero este... estaba cargado de secretos que amordazan su vida por miedo.
Y de un momento a otro, la sentí temblar en mis manos y supe que estaba llorando. Y yo también lo hice.
Nos vendría bien hacerlo para sentirnos un poco mejor ¿No? ¿No era eso de, aunque seas la persona más fuerte del mundo necesitas llorar? La aparté con delicadeza y sonreí. Ella tardó en devolverme la mirada, y cuando lo hizo... Juro que quise matar al que hubiese provocado ese sentimiento en ella.
—¿Te apetece que veamos Titanic?— pregunté intentado cambiar el ambiente tenso a uno más llevadero. Drew no contestó, por qué estaba como ida en sus propios recuerdos, así que me lo tomé como un sí y la guíe hasta nuestro salón.
Comimos chocolate, palomitas y nos hinchamos a chuches mientras deseábamos un amor como el que Jack tenía hacía Rose. Él murió por ella y ella vivió por él. Todo triste pero estúpidamente dulce.
Tiempo mucho más tarde~
—¡Drew! ¡Arriba!- grité lo bastante alto como para sobresaltara- ¡Vamos, levántate!
—¡Mi pastel! — chilló adormilada. Reí y me vestí con rapidez. Me puse unos pantalones negros cortos y una camisa de Chase Atlantic que decía:
"Corazón en tu manga, como si nunca hubieses amado"
—¡Por dios, Liet! ¡Estamos llegando muy tarde!—Drew corrió hacia la salida, calzandose sus botas a medio camino.— ¡Gia nos matará!
—¡Mi alarma no sonó! ¿Me ves con cara de despertador?— cogí las llaves del apartamento y lo cerré, bajando las escaleras corriendo. Escuchamos el sonido de un claxon lo bastante ruidoso como para que mi compañera de piso pegara un chillido y aumentase la velocidad de su carrera. Por la velocidad que llevaba estuve a punto de pensar que caería y se rompería la cara contra el asfalto.
Gia estaba apoyada en su coche con una cara de pocos amigos, mirando su móvil cada tres segundos. Una vez nos vio, Drew y yo supimos que estábamos muertas, enterradas y comidas por los gusanos.
—¡Si no nos damos prisas nos cerrarán las puertas!—gritó Drew una vez nos subimos al coche. Gia sonrió con malicia y cambiando de marchas, el coche salió de ahí como con turbo, propulsado por sus numerosos caballos bajo el capó.— ¡Vamos a morir todas!