Caminó despacio hacia la ventana para poder ver a la patrulla fuera de su casa, sintió la culpa por no contarle a Daniel sobre la carta y haberse tragado el papel.
El juego por sobrevivir ya había comenzado, toda su vida cambiaría. Se sentó en su cama y encendió la televisión, se propuso relajarse un poco ya que mañana se les escaparía a los policías para ver alrededor de su casa y tratar de conseguir respuestas. En la televisión estaba un canal sobre cocina, luego cambió y eran promociones en operaciones, siguió hasta que encontró un documental llamado *El arte de cazar* lo miro hasta que terminó, justo a las 4:30 a.m, se había sentido identificada, pero no como normalmente lo hacía, ahora ella se encontraba en la posición del venado, siendo observado por un hombre con mucha experiencia.
—Estoy siendo observada, pero eso no me hace vulnerable. —dijo en voz baja— soy capaz de superar esto, ahora que se donde estas.
Dieron las 8:20 y Marine apenas se estaba despertando, no recordaba en qué momento se durmió, solo podía sentir que sus pies dolían, como si hubiera pasado un día largo de trabajo. Se preparó el desayuno;un pan tostado con mermelada y un café cargado. Salió con su taza para saludar a los policías.
—Buenos días chicos.
—Buenos días señorita Marine. ¿Todo bien? —contestó uno de los policías, era alto y delgado, de tez morena.
—estoy bien. Pero no tuve tiempo de conocerlos ayer. ¿Como se llaman?
—Yo soy Mauro y mi compañero se llama Michael.
—Bueno, si les digo que quiero salir al supermercado ¿Me dejaran? ¿O Daniel ya les dijo que me mantuvieran como prisionera? —se rió con ironía —.
—No señorita, si quiere salir uno de los dos tendrá que acompañarla por si alguien intenta entrar a su casa.
—¿qué dijeron los vecinos?
—No podemos decirle señorita, el señor Daniel dijo que este caso y la información fueran clasificados. —respondió Mauro.
— Es mi casa, me interesa saber si estoy segura. —dijo con un tono molesto—.
—Tiene razón, ¿por qué no se viste y vamos al supermercado? Tal vez allá pueda acordarme de la información.
—es usted un hombre listo y precavido—se tomó la oportunidad para mirar a su alrededor—salgo en 20 minutos. ¿Ya comieron algo?
—Si, gracias — respondió Michael.
— Salgo en un momento.
Entró a su casa y se dio una ducha rápida, escogió un conjunto casual y antes de marcharse le dio de desayunar a su Canario.
—Adiós Toby no olvides cantar si alguien se mete pequeño.
Se rio de su pequeña platica con su compañero de casa, el oficial Mauro la espero sentado en las escaleras de entrada.
—Dijo 20 minutos —señaló su reloj — ya son 20 minutos.
—Soy una mujer de palabra. ¿Nos vamos?
Él asintió, se acercó a su compañero y le dijo que vigilará bien el lugar.
—Suba señorita Marine.
—Claro.
El viaje fue rápido, había un silencio pero no era incomodo. Bajaron sin prisas, caminaron por el supermercado con poca tranquilidad, Mauro veía a todos lados, siempre precavido.
—Si sigues actuando así harás que esto sea incomodo y no tiene por qué serlo. —se río —
—Lo siento es mi trabajo ver que no haya nadie tan cerca de usted.
—Espantaras a la asesina. Creo que es mejor tenerla cerca así la mataría más fácil. Vamos a la área de herramientas.
Escogió unas gafas, un sellador de madera, tornillos de madera, cuerda de nailon , un cincel y cinta americana.
—Es todo.
—¿qué hará con todo eso? ¿Le falta material?
—¿te importa?
—No.
Cuando salieron encontraron a la patrulla en muy malas condiciones, la calle estaba desierta, Mauro sacó su pistola y apuntó hacia el frente. Se acercó lentamente y levantó algo del suelo. Luego sacó algo del parabrisas que estaba hecho pedazos.
—¿Que es? —dijo Marine mientras se acercaba —.
—son flechas. Parecen ser de cazador. Yo viví un tiempo con mi abuelo por las colinas. Era un viejo que se negaba a usar pistolas, prefería lo antiguo. —levantó las flechas — parece ser que a alguien más le gusta lo antiguo. Permítame unos minutos, llamaré al trabajo y alguien nos recogerá.
—¿no va a inspeccionar el lugar?
—No la puedo dejar sola. Me temo que por esta vez escapara. —se alejó para llamar a su superior—.
Parece que tú y yo pensamos lo mismo. Tengo que terminar la ballesta lo más pronto posible. —Se dijo mentalmente—. No quiero que una de tus flechas me atraviese el corazón o la cabeza.