Alana estaba sentada frente a su escritorio, un rostro sin expresión definida, en sus dedos tenía una pluma de punto fino con la que ya llevaba más de quince minutos jugando. Había recibido una llamada en la noche, era una voz masculina grave y vieja, era un paciente que estaba atendiendo más de un año y había caído en una fuerte depresión, le había llamado para decirle que iba a terminar con su vida y le agradeció por la ayuda que le brindó durante su tratamiento, le había confesado que hace poco había matado a su esposa e hijo pequeño y ahora era su turno.
“confidencialidad, silencio, muerte y sepultura”
Estaba pensando si hubiese sido mejor desaparecer los registros de Andru, o hablar llamado a la policía alertando un posible suicidio, pero eso era algo que ella no hacía a menos que realmente lo necesitará, en este caso Andru no me importaba más, esto era algo que ella ya había previsto,pero no era lo que le diría a la policía, desviar las sospechas hacia alguien más y continuaría como siempre.
Lo que la mantenía pensando era él porque Marine no le había hablado a nadie durante el día, sentía que algo andaba mal, sin embargo no le mostró sus preocupaciones a Daniel pues creyó que por la noche le llamaría a Daniel. Sabía perfectamente que Marine no se pondría en contacto con ella, ya que, la consideraba peligrosa y no podía culparla, era una chica prevenida y estaba feliz de encontrar a alguien que no le tuviese miedo, y si lo tuviese, no lo demostrará. Sentía una necesidad de asesinarla y comerla, devorar cada parte de ella y bañarse en su sangre, pero era consciente de que no podía hacerlo aún, sinceramente quería jugar con ella hasta que las cosas se vivieran interesantes.
Hasta que Marine entendiera que no podía ganar esta vez, cuando la vio resolver los casos sintió una atracción hacia ella, era lista, astuta y fuerte, perfecta para corromperla, después de llamar su atención se presentó y comprobó que quería jugar con ella.
“un digno rival” no podía negar que cuando veía a Marine entrar a su casa o verla en el trabajo hacía que su corazón se acelerará, todas las posiciones en que la tendría atada a la mesa o silla y después torturarla, ver como el sudor recorrían su cuerpo delgado y como se aguantaría las lágrimas del miedo y dolor solo para que ella no viera la debilidad de Marine.
Pero el tiempo era escaso, entendía muy bien que necesitaba alimentarse, porque es como una corriente, como un escalofrío que la recorre y la insista a matar. Pensó que tal vez la ausencia de su compañera era la oportunidad perfecta para aniquilar a unos cuantos. Se sintió frustrada por no saber qué hacer, sentirse tan tranquila con el asunto de Alemania porque no había huellas ni nada que la inculparon y a la vez tan inquieta de que Marine pudiese encontrar algo “porque ella ve hasta la sombras y el polvo”
Se metió a darse una ducha, el agua tibia recorriendo su ser malévolo, nunca admitió en voz alta ser un peligro o el mal en persona, porque no hacía falta decir lo que era, con sus obras ya les había mostrado su potencial y su mente.
Una gota de sangre recorrió sus labios y cayó hasta el suelo, desapareciendo con el agua, frunció el ceño y cerró el agua para poder tentar su nariz, efectivamente estaba sangrando y demasiado, salió del baño y se limpió la nariz para que la sangre no siguiera saliendo, vio la sangre en el papel y un impulso de probarla llenó su mente, se resistió como pudo, tiro la basura y se recostó en su cama, comenzó llorar de coraje, sus manos golpearon el colchón con fuerza como si se tratase de una persona.
“ya no, ya no quiero. No ahora que encontré a alguien, no ahora que encontré a un digno rival, no puedo aún”
-vuelve pronto Marine…
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Marine estaba apuntando a su padrastro, estaba mareada pero no dejaría que ese hombre repugnante le atacará de nuevo, ya habían pasado cuatro años desde que se distanciaron y soñaba con acabar con el hombre que asesinó a su madre y nunca lo inculparon, se lo merecía. Ya había encontrado un cadáver y era muy probable que hubiese más.
Cuando se dio la vuelta, vio en sus ojos la locura y bastardez del ser humano, antes de que pudiera atacar le disparó en hombro, su cuerpo perdió el equilibrio y se desplomó al suelo, gritando del dolor, acto seguido le disiparon la rodilla, aquel hombre que la había perseguido, en estos momentos estaba llorando bajo ella, con la cara roja de dolor y coraje ante tal humillación. Gemidos de dolor era lo único que escuchaba Marine como si de una melodía se tratase. Le apuntó a la cabeza sin disparar para ver unos segundos más aquel espectáculo, asegurándose de grabar cada expresión, palabra y sonido.