Estábamos en el auto y Alana estaba platicando con Daniel, le decía que no se preocupara, realmente no puse mucha atención. Iba viendo hacia la ventanilla, estaba lloviendo, como esa vez. Sentí una mano cálida en mi hombro, me gire rápido y vi a Alana sonreír. Yo por alguna razón me sentí más tranquila y asentí. No hacía falta preocuparse por nadie por el momento.
Llegamos a un departamento, más grande que mi casa. Estaba por preguntarle a Alana como lo había conseguido, pero como siempre ella parece leer mis pensamientos.
—Este era el departamento que tenía cuando era estudiante. Espero que te guste. Debe tener polvo por los años que estuvo solo. Pero limpiare tu habitación para que tu recuperación sea más rápida.
—No tienes que preocuparte.
—Bien, te ayudaré a bajar.
Caminamos en silencio, me instalé con su ayuda hasta mi cuarto. Era espacioso y color azul, tenía ese aroma a soledad, pero me agradaba.
Ahora solo quedaba curarme y comenzar a cazar de verdad…
SIETE MESES DESPUÉS.
—Atención a todas las unidades, dos hombres caucásicos se encuentran dentro del centro comercial, tienen a catorce rehenes. Hay un herido de bala en el hombro y tres personas fallecidas. —se escuchó la voz de un hombre en el boqui toqui.
—Te copio, quiero a todas las unidades ahora en un radio de 3km del centro comercial. —Habló un hombre de estatura media, un loco regordete y de raza negra. Tomó un sorbo de su gaseosa y estaba a punto de subir a su patrulla.
—Alto. No se mueva —escuchó la voz de una mujer y el sonido del seguro de un arma.
— ¿qué quieres? ¿Quién eres?
—Ese no es tu asunto. Dame las llaves del auto.
Al ver que aquel hombre no correspondía a sus exigencias le apuntó a la cabeza. El hombre se tensó y trató de sacar su arma, sin embargo no le dio tiempo.
—Dije que te movieras.
—No sabes en el problema en que te estas metiendo.
—Claro que lo sé. Ahora muévete.
El oficial se alejó del automóvil, le lanzó las llaves y se retiró de espaldas.
Aquella mujer subió rápido y se marchó como si no hubiese pasado algo.
La patrulla iba a una alta velocidad, recorría las calles de Alemania con elegancia. A ocho calles de donde hurto el carro recogió a una mujer.
Ambas estaban equipadas con chalecos antibalas que habían robado. Llevaban una máscara negra que ocultaba sus rostros.
— ¿todo listo?
—Si.
—Bien, entramos disparamos a todo lo que se mueva y después nos marchamos.
—Ese no era el plan —dijo molesta.
—De acuerdo, entramos por la parte de atrás, creamos una distracción. Y después matamos a esos sujetos.
—Sí, ese si es el plan.
Llegaron rápido, por la parte de atrás comenzaron con el plan.
Disparos, caos, gritos y pánico.
Es ahora como vivo.
Y
Y es ahora como me gusta vivir.
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Han pasado ya 9 meses desde que tuve el “accidente “y ahora puedo volver a Virginia, de hecho, pude hacerlo hace un par de meses pero no me sentía lista para regresar a mi trabajo. Cuando estaba en este país ocurrieron muchas cosas, la primera fue que confíe en Alana, e hicimos la segunda parte del acuerdo.
El hecho de que conociera a Alana un poco más íntimamente no significa que las sospechas que tengo de ella se hayan desvanecido, los ciento presentes cada día, en toda mi piel.
Quema como los rayos gamma queman la piel. Me siento tan diferente en tan poco tiempo, jamás me había sentido tan libre como las mariposas en el cielo azul. Nunca sentí tantas emociones encontradas. Y sensaciones nuevas y placenteras.
Estoy nadando en el océano sin salvavidas olvidando que no sé nadar. Solo me estoy dejando llevar.
Nunca antes había recibido una caricia que me hiciera estremecer.
Es tan peligroso que necesito alejarme.
¿Por qué entonces sigo aquí con ella?
Esto llegó tan lejos, se extendió como la peste en la edad media. Me está consumiendo la culpa y el deseo.
Se sujeta tan fuerte como la serpiente envuelve a su presa.
En segundo lugar es que nos encargamos de las cenizas de mi padrastro, ahora ya no existe. Por fin.
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Tres meses antes.
Era una noche calurosa, yo estaba viendo televisión y Alana acaba de llegar a casa.
“está no es tu casa” pero comenzaba a considerarla como una. Jamás supe de donde venía a Alana. Si era un trabajo o estaba cazando. Nunca venía perturbada, sin ninguna mancha. Prometí no acusarla hasta encontrar evidencias.