-La primera de muchas-
La música sonaba de manera suficiente como para que no pudiera captar otro ruido que no fuera ese. Las enormes luces de colores bailaban entre los cuerpos de los presentes, quienes parecían bestias distorsionadas con sus disfraces de diversas formas y colores.
Era la fiesta anual de la facultad de economía y ese año era con temática de disfraces, con una competencia y toda la cosa. ¿Yo? Me encontraba sentada en uno de los grandes sillones, rodeada de parejas cariñosas y un asiento aún tibio a un lado. Se suponía que estaba hablando con un chico, pero al parecer no había vuelto de ir a buscar más cerveza y la razón tenía curvas proporcionadas.
Lancé un suspiro hastiado y tomé mi teléfono en la mano que no tenía mi propio vaso, buscando algo entretenido en las redes sociales, matando el tiempo.
—¿Qué haces aquí en nada? —preguntó Rei, sentándose a mi lado—. Sabes que la entretención no vendrá a ti.
Mis ojos observaron los suyos, los cuales estaban notoriamente rojizos, y le di una sonrisa a mi mejor amigo. Rei era un tipo de una estatura promedio como la mía, de cabello teñido de rojo oscuro y ojos negros un tanto rasgados por la nacionalidad de su madre. Éramos amigos desde antes de entrar en la universidad y habíamos entrado a la misma, pero en distintas facultades. Era por él que me encontraba en esa fiesta, aunque él hubiera ido sólo para bailar con su novia. Incluso su disfraz era cualquier cosa, siendo una camiseta roída manchada con sangre falsa y un poco de ella también en el rostro.
—Estaba con un chico, pero no ha regresado —admití, con algo de pena.
Rei me observó con esa mirada que me daba cada vez que me encontraba haciendo algo de lo que no estaba de acuerdo; con una mueca en la boca y las cejas algo alzadas. Sabía lo que iba a decir antes de que lo hiciera: me encontraba una chica muy guapa e inteligente como para sufrir por estupideces del sexo opuesto, que podría tener a quien quisiera. ¿La verdad? Estaba segura de que me lo decía para hacerme sentir mejor.
—Diana...
—No lo digas —bufé, alzando la voz para escucharme por sobre la canción que estaba sonando en ese momento—. Vamos, quiero un poco más de esa cerveza.
La mano de él tomó la mía, arrastrándome por entre los cuerpos danzantes hacia el otro extremo de la enorme estancia. Pasamos por un lado del chico que me había abandonado, pero lo ignoré deliberadamente. La morena de enfermera se veía bastante llamativa para su sonrisa engreída.
Llegamos a la barra, donde un chico servía vasos junto a una chica. Ambos se manejaban bien, mientras conversaban por sobre el ruido de los comensales. Rei se inclinó sobre la mesa y pidió dos vasos más, al mismo tiempo que cortaban la música y Lisa, mi mejor amiga de la facultad de literatura, aparecía a un lado apurando uno de los vasos rojos.
Lisa era una tipa castaña clara, de ojos pardos y demasiado distraída como para no meter la pata cada vez que podía. Llevaba un disfraz de rockera, con los ojos pintados con exceso de negro y el cabello enredado y pequeñas trenzas repartidas. Las puntas las llevaba rosa y un tatuaje detrás de la oreja con una pequeña orquídea, la cual se había hecho cuando había tenido la edad para poder tomar esa decisión.
—¿Viste al chico de steam punk? Le doy todo menos la hora —dijo, con la euforia del alcohol en sus venas—. Tenemos que bailar cerca de él, doy mi mano derecha a que está soltero.
—¿No dijiste lo mismo del de la Naranja Mecánica? Su novia casi te saca los ojos. —Solté una risita y acepté el vaso que me entregaba Rei en ese minuto.
—La novia era más escuálida que nada, pensé que alguien como él no estaría con alguien como ella.
—Lisa...
—¿Qué? Vamos, Rei, es la verdad. —Le abrazó por el cuello y miró entre la multitud, hasta ver a una chica castaña vestida de soldado que hablaba con un grupo de chicas—. Es lo mismo que me pregunto sobre Michelle —indicó, formando una sonrisa sardónica en su rostro.
Rei se la sacudió con un poco de molestia, desviando la mirada hacia el escenario, donde el presidente del centro de alumnos de la facultad se paraba frente al micrófono. Se trataba de Elián Wood, el mejor amigo de Rei y quien amablemente nos había conseguido las entradas. De cabello castaño oscuro y sonrisa fácil, se había ganado a las masas en su primer año de universidad, siendo tres años consecutivos el mandatario de los alumnos de su facultad.
—Bienvenidos, estudiantes, a un nuevo año universitario. A los antiguos alumnos y a los nuevos, espero que lo estén pasando de maravilla con lo que ha organizado el comité de eventos, ¿me equivoco? —Gritos efusivos salieron de la garganta de muchos, incluyendo a Rei y Lisa—. Pero bueno, me dejo de charlas y dejo que comience el evento que estaban esperando: ¡la competencia de disfraces!
Elián salió del escenario, dejando que una chica de cabello morado se parara en el estrado, tomando el micrófono entre sus largos dedos. Dejé de escuchar lo que decía, mientras un montón de borrachos desfilaban por el escenario en todo tipo de ropajes. Yo, dando un largo bostezo, me di media vuelta y salí por una de las puertas traseras, esperando poder tomar un poco de aire limpio.