Caos

XVI sonrisa al revés.

No me gustaban mucho las noches de insomnio, siempre sentí que me hacían pensar en muchas cosas unas buenas y otras… no tanto. Traumas no superados, vergüenzas pasadas, risas olvidas, incluso todas las lágrimas derramadas. 

¿Me podía culpar por ello? Supongo que sí, que era mi culpa por no saber vaciar mi cabeza antes de cerrar los ojos, por no saber como estar en paz conmigo misma. 

La vida da muchas vueltas y las odiaba con mi vida, más que todo por los cambios, nunca sabes lo que se quedará estable, o lo que tendrá que desaparecer. 

Si bien dicen que no todo es efímero, yo quería que algo en mi vida me durara, algo cono o que yo me pudiera sentir segura, nunca lo sentí y no creí sentirlo nunca, porque el día que pudiera desaparecer definitivamente, ese día sabría lo sola que siempre estuve, lo poco apoyada que me sentí y la miserable vida que llevé. 

Sin amor, sin compasión, sin nadie a quien poder aferrarme para poder salvar mi vida. Qué vida tan miserable. 

Ya se sabrá el porqué de mis ganas de irme al limbo, un lugar donde no hay nada, ni nadie, se podría parecer a mi vida y si existía la reencarnación, pues que hiciera su trabajo junto al karma y que me dejaran vivir en paz total conmigo misma luego de haber sufrido toda esa vida. 

Desde que estaba en ese sitio mi vida cambió por completo, pero nunca supe si era para bien o para un mal peor, siempre estuve rodeada de doctores checando mi habitación, un guardia afuera de la puerta, cámaras en mi habitación y en mi pasillo, estaban en todas partes, menos en el baño, que era un punto donde podía tener una libertad para poder llorar tranquila. 

Nunca fui juzgada por mis compañeros, de hecho ellos siempre tratan de ayudarme en lo que quisiera, siempre estaré agradecida con ellos.

Extrañaba mucho a mi familia, aunque la mayoría no se preocupara por mí.

— Bonita sonrisa al revés — escuché a mis espaldas. 

Voltee mi mirada hacia donde creía venía y mis ojos se fijaron en quien supuse fue quien habló, mi compañero y un casi amigo, Mark. 

Un chico que conocí en este lugar por casualidad, pero que gracias a un par de intervenciones hemos podido hablar un par de veces, es un buen chico al cual la vida lo tomó en sus crueles manos y jugó con él como si fuera un juguete para bebés, riéndose de sus desgracias y llevándolo al límite, haciéndolo terminar en un lugar en donde solo puede fingir estar bien y no querer morir en cada sesión. 

La flor marchita que nadie quería ver, porque había perdido su brillo, algún día fue la flor más hermosa del jardín y eso fue lo que sucedió con Mark, quien fue el mejor de su clase, amable y siempre sonriendo ante todos. Pero lo que no sabían es que Mark estaba viviendo su propio infierno, teniendo un problema con la comida. 

Mark siempre tenía ese peso encima de que debía ser perfecto, notas perfectas y sobre todo… Un cuerpo perfecto, eso fue una gran carga para él, siempre sintiendo el gran peso de ser perfecto, llagando hasta el punto de desarrollar un trastorno alimenticio y terminar en ese sitio luego de haberse desmayado en la escuela, desde entonces llevaba dos meses allí, sonde desarrolló una depresión severa. 

Un día cualquiera mientras cambiaba por el patio, lo vi, tratando de devolver su comida a escondidas de todos, me acerqué corriendo a su lado e intenté que lo no lo hiciera, después de todo, sabía lo que significaba, lo había intentado un par de veces. 

Mark luego de verme me abrazó, nunca había sido abrazada por alguien que no fuera de mi familia, se sintió tan extraño que no pude moverme y reaccionar, lloró en mi hombro por un par de minutos hasta que el guardia que estaba al pendiente de mí se acercó y llamó a los enfermeros, desde ese día estuvo acercándose a mí y bueno, no me quejo. 

— ¿Sabías que La flor más venenosa del mundo es también muy hermosa? — solté cuando lo escuché sentarse a mi lado. 

— No lo sabía, pero gracias por el dato interesante — pasó su brazo por mi hombro. 

— Lo leí una vez mientras hacía una investigación sobre flores para mi clase, desde ese día siempre tengo ese dato presente. 

— ¿Por qué? 

Me encogí de hombros, mientras tensaba mi boca ya apretaba mis puños contra mi vestido, porque esa semana nos habían dejado llevar la ropa que quisiéramos. 

— Supongo que puede hacer identificar a algunas personas. — señalé lo obvio. 

Y esa fue la última conversación que tuve con Mark, porque una hora después se había suicidado en el mismo lugar en donde lo encontré, en su dormitorio dejó una nota, donde decía que ya no aguantaba el peso que siempre llevó en sus hombros, que no soportó el hecho de estar siempre alerta, que siempre tenía que estar cuidando de su comida, cuidando carbohidratos y contando colarías, ya no lo soportaba y eso terminó de matarlo, en su carta se despidió de mí y me dejó en claro que yo podía seguir adelante. No lo soporte y me rompí. 

Grité con todas mis fuerzas, me arrodille, lloré, patalee, pero eso no me iba a devolver a mi amigo, no lo iba a hacer que la vida me permitiera volver a verlo, porque se había ido, para siempre, y su única manera de decírmelo fue una hora atrás y solo habló sobre mi falta de sonrisa. 

Otro amigo que perdía y no lo podía soportar más ¿Qué vida estaba viviendo?

Hola, no sé si leerán esta carta cuando ya esté muerto, ojalá. Pero bueno, esto dice así. 

Ya estoy cansado, ya no sé qué hacer, la comida se volvió mi peor enemigo y yo me volví esclavo de la perfección, ya no quiero, pero tampoco quiero ayuda ¿Qué puedo hacer? Siempre fui muy orgulloso, no me culpen. 

En fin, no le daré más vueltas al asunto, voy a morir y no quiero que lloren, porque aunque no esté presente, me harán sentir mal, no quiero seguir contando carbohidratos, ni calorías, no quiero seguir viendo la comida con asco ¿Es mucho pedir? Supongo que para mi cuerpo y cerebro, sí. 



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En el texto hay: caos, drama, caos familiar

Editado: 18.12.2023

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