Capricho (arte y Destino)

24

Llegó cuando los primeros rayos del sol caían sobre la tierra, caminaba tambaleándose, se sentía agotada. Ingresó cuidadosamente a su apartamento, se quitó los zapatos y avanzo descalza hacia la cocina en busca de un vaso de agua, sentía la garganta seca.

- Ag – levanto su pie, el piso estaba húmedo

La casa estaba hecho un desastre

- Hagamos las cosas por orden – se dijo a si misma serenamente y se dirigió al baño – primero debo lavar este saco y mi uniforme, debo bañarme y debo ir a repartir los periódicos – registró en su libreta – y tengo… - miró su reloj - ¡30 minutos! - gritó

Se apresuro a hacer lo que tenía previsto, las telas de ambas prendas parecían especiales, y pensaba devolverlas inmediatamente, no le gustaba quedarse con cosas ajenas asi que decidió lavarlos a mano, aunque la verdad casi nunca utilizaba la lavadora, mientras menos energía gastase mejor, se apresuró a calentar el agua. Mientras caminaba trataba de recoger lo que estaba a su paso.

- “hiz lo q pud relax yo tb trabjo” – estaba una nota colado en el refrigerador

Volteó en dirección del cuarto de su compañera, y luego volvió a ver la casa.

- Extraño, yo no lo deje asi

Observo el dibujo que le había dejado, le dio gracia. Agarró un bolígrafo y corrió lo que decía el mensaje.

- ¿Tb?, que significa tb, ¿Terbio?, ¿Tuberculosis?

Escuchó su alarma sonar desde el baño, dibujo rápidamente otro dibujo, agarró el agua y decidió por el empezar por el saco.

- La desgracia aparece en cualquier momento – se pasó pensando lo mismo durante todo el camino

Lo sabía, porque lo había experimentado en carne propia. Recordó como él estaba en silencio comiendo en el mesón de la cocina, minutos después lo vio tendido en el piso.

- Creo que voy a entrar en una crisis existencial – se dijo a si misma tocándose la parte posterior de la oreja.

Había pasado mucho tiempo desde que se sintió asi, eso le hacia cuestionarse cuanto tiempo le quedaba de vida, había sido testigo en varias oportunidades de lo frágil que era la existencia humana

Se quedó pensativa.

- Espero que este bien – continúo lavando la ropa.

También recordó al hombre que lo auxilio, si él no hubiera llegado, no hubiera sabido que hacer.

- Fue gentil – miró el saco - ah estoy preocupada – no podía quitarse la imagen de su cabeza y tampoco de ellos.

Sacudió la cabeza tratando de apartar esos recuerdos, se dirigió a la terraza y seco las ropas.

- Lavar ropa, listo.

Tomo una ducha rápida antes de dirigirse a repartir periódicos.

.-.-.-

Llegó a la misma hora de siempre ni un minuto más ni uno menos. Descargo lo periódicos y se dirigió a los apartamentos.

- ¿Qué?

Estos ya tenían periódicos, observó los del frente, estos también. Frunció el ceño y entrecerró los ojos, tratando de divisar al causante de eso, este corría repartiendo rápidamente los periódicos.

- No puede ser – dijo – me confié

Bajo rápidamente, busco en su mochila el táser que había recuperado a duras penas la noche anterior, solo para prevenir cualquier cosa.

Era tarde para el sector 6, pero aún le quedaba el 7 y el 8 asi que corrió en su dirección, el hombre no tardo en alcanzarla.

- Como osas pisar mi territorio – su lado competitivo se había activado

Este volteo a verla no dijo nada y apresuro su carrera. No se le podía ver el rostro andaba vestido como ninja y corría como si fuera uno, algo gracioso que Wara no pudo notar, ella solo veía un peligro potencial.

Ambos llegaron al sector 7 ella tomo las escaleras, él el ascensor. Un detalle que probablemente no le informaron ya que ese ascensor solía trancarse, varias personas se quedaron atrapadas en varias oportunidades.

Wara aprovechó la ventaja, corría con toda velocidad que su cuerpo le permitía sus trenzas volaban con el viento. Bajo rápidamente para dirigirse al sector 8, la victoria iba ser suya.

- ¡Ah! – gritó

El hombre salto del primer piso, había logrado salir del ascensor, ahora él la superaba en distancia. El mismo juego que antes, esta vez ella subió por ascensor al último piso y él comenzó de abajo, ambos repartían a toda velocidad, algunos perros ladraban dentro de los apartamentos.

- Creí que no se podían tener perros – bajaba al piso subyacente.

Cuando llegaron al mismo piso ambos se quedaron quietos, ambos habían repartido periódicos por igual, ella era consciente que no era tan rápida, por lo que no se explicaba porque había alcanzado al hombre, ahora ambos estaban frente a frente esperando una señal.




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