Capricho (arte y Destino)

51

Nuevamente sin hacer nada. Ya había limpiado, acomodado algunas cosas, pensado inútilmente en un plan, incluso había repartido volantes como lo había sugerido Isabelle y al final ya no sabía cómo aprovechar el resto del tiempo que tenía, por lo que decidió hacer masitas, tenía que pensar con la cabeza fría y eso le ayudaría.

     - Al menos solucioné parcialmente lo del niño engreído – Esperaba que las masitas terminaran de hornearse.

Inspiró el olor a pan y vainilla que emanaba en la cafetería, como le encantaba, le llenaba de nostalgia.

     - Bienvenido – salió de la cocina – Isabelle

     - Fue difícil – se detuvo en la puerta cansada – pero lo conseguí. La ubicación de la cafetería es un punto en contra, estamos prácticamente en un callejón – se dirigió al vestuario para cambiarse de ropa.

Wara observaba curiosa la bolsa negra que Isabelle había dejado en uno de las sillas.

     - ¿Sera la sorpresa que me dijo en la mañana?

     - ¡Ahora sí! – apareció Isabelle – A sacarle el mayor provecho a la ternura de Wara – levantó la bolsa negra – No sabes lo que me costó conseguirlo, literal me peleé con alguien para conseguirla.

Tenía la costumbre de comprar ropa que nunca usaría, pero que le gustaba. Ahora le sería útil a Wara, estaba segura que se vería tierna con ella.

¡TIC, TIC TIC! El tintineó de nuevo, el grito de susto acompañado de un insulto de nuevo. Isabelle no podía entender porque a su compañera le importaba tanto el tiempo, tenía que enseñarle a divertirse un poco.

     - Lo lamento – se disculpó Wara – sacando lo que había preparado del horno.

     - Uno de estos días enserio voy a arrojar ese reloj por la ventana – Isabelle se tocaba el pecho tratando de tranquilizarse – Aquí tienes.

     - ¿Qué es eso? – preguntó con un mal presentimiento.

     - ¡Taran! – sacó un vestido de sirvienta estilo anime - ¿No es lindo?

     - ¡Ay no! – retrocedió lentamente

    - Veras, como dije no nos encontramos en un buen lugar por lo que necesitamos llamar la atención – Acercándose a Wara quien seguía alejándose – ¡y esto es perfecto!

     - No creo que eso nos ayudé – chocando con la pared – la última vez que me puse un disfraz, por poco me arrestan.

     - Te aseguro que eso no pasara. Es por una buena causa.

Se balanceó sobre Wara, está la esquivó. Salió rápidamente de la cocina en dirección de la calle, parecían dos niñas jugando al atrapa atrapa.

     - Te veras linda – corría tras de ella - ¡Ay!, mi rodilla – se detuvo

     - No quiero, nos meteremos en problemas – deteniéndose igual – Además, ¿porque no lo haces tú?

     - Porque yo no me veo tierna – ahora le rogaba rozando las palmas de sus manos – en cambio tu eres tan linda y pequeñita – se paró recta – Ya enserio Wara ¿No quieres que suba la clientela?

     - No lo hare, está decidido, no podrás convencerme – cruzando los brazos.

Cinco minutos después:

     - Vengan a la tienda de Mugi donde todo es delicioso, tartas con café y muchas golosinas ¡Yeih!, ¡esto es Olie!

Fue lo más vergonzoso que hizo en toda su vida, y lo peor de todo es que estaba expuesta, no tenía una máscara en el rostro, eso la incomodaba aún más.

     - Esto es humillante – miro hacia adelante – Vengan a la…

El niño engreído junto a el Sr. Asher se encontraba mirándola igual de congelados que ella. Nathan lentamente subió su celular y sacó una foto.

     - ¡Porque a mí! – susurró Wara

Se tapó el rostro con una de sus manos e ingresó a Olie, podía sentir su rostro arder de vergüenza. Nunca olvidaría ese día.

     - ¿Qué paso? – preguntó Isabelle en cuanto ingresó - ¿Estas bien?

Wara no dijo nada, ella se limitó en ingresar a la cocina, colocar cubitos de hielo en la licuadora y encenderlo; a llenar en el fregadero con agua, para finalmente meter su cabeza en ella.

     - ¡AHHHHHHHHHHHHHH! – gritó con todas sus fuerzas

El ruido de la licuadora tapó el grito y en el fregadero solo se escuchaban los burbujeos, Isabelle la miraba como diciendo “¡pero qué le pasa a esta loca!”.

.-.-.-

     - ¡Pero que linda es! – dijo Nathan riendo.

Por su parte Daniel mostró una leve sonrisa, fue la primera vez que la vio bailando y no podía negar lo que su amigo tenía razón.

     - ¿Sabías que ella trabajaba ahí? – preguntó Nathan

     - Si – Ahora ambos caminaban en dirección a la cafetería.

     - ¿Por qué no me lo dijiste?

     - Pensé que ya lo sabía.

.-.-.-

     - ¡Wara! – dijo Isabelle

Sacándole la cabeza del agua

     - Te vas a ahogar




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