Ares
¿Cómo le pides matrimonio de forma romántica a alguien que odias? Esa pregunta me la hago mirándome en el espejo mientras intento hacer el nudo de la corbata, es una locura, si quiere una boda está bien, pero ¿por qué obligarme a pedirle matrimonio frente a un montón de personas? Meto una mano en el bolsillo de mi pantalón y saco la pequeña caja de color rojo, abro esta y el anillo dentro me da la bienvenida, recuerdo bien las palabras de mi madre cuando me lo dio, era bastante joven, pero jamás olvidaré nada sobre ella, me dijo que le diera este anillo a la persona más importante para mí y le dije que sí, ¿por qué no se lo di a mi esposa? Amaba a esa mujer, aun así nunca pensé en este anillo, ahora debo dárselo a alguien que odio y por obligación.
—¿Necesitas ayuda? —la preciosa voz llega hasta mí y me giro para ver a Bella, una de mis empleadas en la puerta de mi habitación, guardo el anillo en mi pantalón y sonrío viendo que camina hacia mí
—Ahora mismo no —ella se detiene justo frente a mí y comienza a acomodar mi corbata —pero quizás esta noche si —tomo su mentón y hago que me mire, sus ojos brillan y una sonrisa aparece en sus labios
—Estaré esperándolo
—Perfecto —me acerco a sus labios —trataré de llegar temprano —solo rozo estos y me alejo dejándola con las ganas, sonrío
—¿Es verdad que se casará con otra?
—Pensé que había sido claro cuando dije el día que te contraté que no me gustaba que se entrometieran en mi vida
—Perdón —baja la mirada un poco triste
—Haga lo que haga te aseguro que estarás en mi cama casi todos los días —ella vuelve a sonreír y camino hacia la puerta, salgo sonriendo de la habitación caminando hacia la salida, pero al salir mi sonrisa se borra al ver quién está fuera de mi casa, respiro hondo y me acerco a Ángelo que está cruzado de brazos
—¿Tu hermano ya volvió de su viaje? —cuestiono mirando sus ojos, Isaac y yo hemos hablado poco desde que se casó y no quiero perder la amistad de la única persona a la que llamo amigo.
—Aún no
—¿Qué quieres Ángelo?
—Irás a la cena de negocios del señor Mils —bufo
—Desgraciadamente —hago una mueca de asco
—Ares —abro la puerta de mi auto y le miro —sé que ahora mismo odias a Hana, pero tendrán un hijo y
—También odio a ese bastardo Ángelo —su mandíbula se tensa
—¿Cómo puedes hablar así de tu hijo?
—Aún debo hacer una prueba de paternidad —mascullo con desprecio —con Hana nunca se sabe —rio viendo ira en sus ojos —aunque estoy seguro de que ese embarazo no durará mucho
—Le haces algo y juro que te mato —Ángelo se acerca a mí y sonrío
—¿Por qué la defiendes? —él no responde y solo mira mis ojos —¿acaso te gusta? ¿También follaste con ella? Quizás ese hijo es tuyo
—Lamentablemente, es tuyo —masculla apretando sus puños
—No le haré daño, ella sola se lo hará —subo a mi auto —es una maldita adicta
—Pero no está sola —Ángelo acerca su rostro al mío—recuerda eso Ares
—¿Te gustaría ser el novio verdad? ¿Es eso? ¿Te encantaría tener mi lugar? —comienzo a reír y arranco el auto ignorando que estaba demasiado cerca, Ángelo me maldice y me alejo de él a toda velocidad, doy golpes en el volante imaginando la escena, ¿qué pasaría si no fuera yo quien me caso con ella? Sería magnífico, aunque esa idea deja un horrible sabor en mi boca.
Al entrar en la mansión Mils veo que el lugar está lleno de personas, a casi todas las conozco, hay personas de la empresa, hay un grupo de familiares de Stefano y hay otro grupo del cual no conozco a muchos, pero si sé que son rivales de Stefano, ¿por qué invitar a tus enemigos? No lo entiendo, pero este hombre está loco. Camino por el lugar buscándola a ella y me detengo de golpe al verla, Hana lleva un vestido rojo largo, pero bastante escotado, el vestido cae como un guante en su perfecto cuerpo resaltando su figura y es entonces que recuerdo por qué me fui a la cama con ella, nadie se resiste a esas piernas, esos labios y menos a esos ojos que te invitan al pecado, Hana sonríe y tenso mi mandíbula entonces dándome cuenta de que está bailando con un idiota que tiene una de sus manos en su cintura, bufo cuando la baja un poco y entonces me acerco a ellos.
—Bajas más tu mano y te la corto —gruño haciendo que ambos se detengan, Hana me mira alzando sus cejas, el inútil me mira con una sonrisa estúpida en sus labios
—¿Y tú quien demonios eres para decirme lo que debo hacer? —se nota que ha bebido, él señala mi pecho tocando este con su dedo —aléjate idiota
—Idiota dices —sonrío tomando su mano y torciendo esta, el hombre chilla de dolor, la música se detiene, todos nos miran, pero no lo suelto y río cuando él acaba arrodillado frente a mí —Este idiota es el futuro esposo de la mujer con la que bailabas —sus ojos se abren como platos
—Ares basta —pide Hana
—¿futuro esposo? —lo suelto con rabia y saco el anillo de mi bolsillo
—Ella es mía —digo mostrando el anillo a todos y tomando a Hana de la cintura —desde hoy, desde ahora y desde hace un mes, justo el tiempo que tiene nuestro hijo —las murmuraciones comienzan cuando coloco una mano en su vientre, noto cuando ella se tensa.
—¿Es verdad eso Hana? —el imbécil aún lo pregunta
—¿Qué no ves el maldito anillo? —saco este de su caja y miro a Hana —perdón la demora princesa —sonrío mirando sus ojos —Hana Mils, quiero que te cases conmigo —me pongo de rodillas ante sus ojos —quiero formar una familia contigo y hacerte mía todos los días de mi vida —algunos ríen —dime que si aunque eso implique que desde hoy no podrás bailar con ningún otro, porque quiero ser solo yo quien baile, ría y viva contigo —el silencio se apodera del lugar
—Si quiero —ella al fin sonríe con sus ojos brillosos, no espero más y me pongo de pie para luego besar su boca con pasión, no planee nada, menos este beso, pero sí que lo disfruto, su sabor me encanta y sus labios expertos moviéndose sobre los míos me vuelven loco, cuando termino el beso, miro sus ojos y coloco el anillo en su dedo, todos comienzan a aplaudir y sonrío.
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Editado: 16.10.2024