Hana
Escucho la música y las voces, pero mis ojos pesan demasiado, el sueño es demasiado luego de un largo día revisando documentos en la empresa de mi padre y la reunión con Marco a pesar de ser corta cansó bastante, siempre es cansado pelear con Ares, ahora solo quiero dormir, estar bien para mañana ir a la empresa y en la noche ver a Marco, no sé que pasará con este, pero ahora mismo eso es lo que menos me importa, solo quiero disfrutar. Bufo cuando la música se hace más fuerte y entonces abro mis ojos, todo sigue oscuro justo como lo dejé y me siento en la cama viendo que es casi media noche, bostezando salgo de mi habitación luego de cubrirme un poco con una manta y camino buscando la puerta de entrada de donde parece venir la música.
—Dios —susurro al abrir la puerta y al ver el pequeño grupo de hombres que cantan usando guitarras y otros instrumentos, la música no es mi preferida, pero es bonita, de todas formas toda mi atención se centra en el hombre que está arrodillado frente a mí con un gran ramo de rosas blancas en sus manos y mirándome con amor, la música no se detiene, mis pies parecen anclados al suelo y ninguno de los dos dice nada, simplemente nos miramos, nunca nadie había hecho algo como esto y no solo hablo de las rosas ni de la música, nunca nadie se había arrodillado así ante mí con cara de arrepentimiento para pedir perdón. La música se detiene y los cantantes se alejan de nosotros, es entonces que Ángelo se pone de pie y da un paso hacia mí.
—Has bebido —musito mirando sus ojos
—Solo un trago, no estoy aquí porque esté ebrio
—Ángelo...
—Olvidé que tu sueño no era ligero —dice medio sonriendo —llevan casi media hora cantando
—¿Y tu arrodillado? —no responde, pero es claro que sí.
—Hana —él mira las rosas —estaba enfadado, celoso y fui un idiota que no tiene excusa por haberte tratado como lo hice, lamento mis palabras y mis acciones, me comporté como un imbécil y aunque sé que no tiene perdón aquí estoy necesitando pedir perdón —él extiende el ramo de rosas hacia mí —Perdóname.
—Ángelo —suspiro mirando las bonitas rosas —no creo que nuestra amistad vuelva a ser la misma y bueno, no creo que podamos volver a ser amigos —miro sus ojos que están cubiertos de dolor.
—Solo te estoy pidiendo hoy perdón Hana, no espero que aceptes ser mi amiga tan rápido, entiendo que un ramo de rosas y unas canciones que ni siquiera son tus preferidas arreglen todo —sonrío —sé que necesito más que eso para volver a ser tu amigo, pero —él se acerca un poco más —no me rendiré Hana y si tengo que estar todas las noches aquí arrodillado para eso lo haré
—Yo
—No digas nada —sonríe un poco —solo dime, ¿perdonas mi actitud aunque aún no me aceptes como amigo?
—Me encantaron las rosas —sonrío —así que si Ángelo pero
—No digas más —su sonrisa se amplía —gracias Hana, ya verás que volveré a ganarme tu amistad —Ángelo me da la espalda y se aleja hacia los otros hombres que estaban con él, yo miro las rosas y sonrío un poco sabiendo que una amistad rota es demasiado difícil de recuperar y más cuando uno de los dos siente cosas muy distintas al otro.
Al llegar a la empresa camino hacia mi oficina, pero me detengo al ver a una chica bastante joven y guapa acomodando las cosas en el lugar en donde estaba antes la secretaria de Ares y cuando se sienta comprendo que ya ha buscado nueva secretaria, aprieto los documentos que traigo en mis manos sintiendo rabia.
—¿Te gusta? —la voz de Ares a mi espalda me hace cerrar con fuerza los ojos —A mí sí, es linda —susurra cerca de mi oído y abro los ojos, siento sus manos en mi cintura y me tenso un poco —y es buena en la cama —aprieto mis dientes —podemos jugar los tres si quieres —su risa me hace voltear.
—Eres
—Ya sé —levanta su mano —Hana, soy un hombre —sonríe encogiéndose de hombros
—No sabes lo mucho que te estoy odiando Ares
—Apuesto a que es nada comparado a lo que yo siento —él pasa por mi lado y camina hacia la chica, a la cual se le forma una enorme sonrisa en su boca cuando le ve.
Detengo mi auto frente al lugar en donde tendré mi reunión con Marco, el cual no es otro que un hotel, respiro hondo sintiendo algo de nervios y me miro a un espejo, sé que no solo hablaremos de negocios y eso me pone nerviosa, pero no evitó que no viniera preparada para la ocasión, bajo del auto y camino hacia el lugar, cuando entro un hombre se acerca a mí.
—Señorita Mils —asiento —el señor Adams la espera —me entrega una llave con el número de habitación y solo asiento.
Miro la puerta y un nudo se forma en mi estómago, solo debo abrir y entrar, pero las dudas me atacan, cierro los ojos con fuerza intentando respirar bien y luego de un largo suspiro paso la llave y entro, al instante siento el olor de la comida, pero no veo a nadie, por lo que camino en silencio hacia la cocina en donde entonces veo a Marco sirviendo la mesa y alzo una ceja.
—¿Hiciste tu todo esto? —él levanta rápido la mirada y sonríe al verme
—Dicen que una reina debe ser tratada como reina —él se acerca a mí —eres una reina Hana, no puedo tratarte como menos —toma una de mis manos y la besa
—Marco no tienes que hacer todo esto para llevarme a la cama —sus ojos chocan con los míos —quieres sexo y yo también —una de sus cejas se alza
—¿Y Ares?
—Por eso mismo es que quiero sexo, llámalo venganza si quieres —él sonríe
—Bella y decidida, me gusta, no te dejas humillar y eso es encantador —él se acerca a mi boca dispuesto a besarme, pero lo esquivo y tomo asiento, Marco solo ríe.
—Primero los negocios y luego el placer
—Mejor de lo que pensaba —expresa y toma asiento frente a mí —sé que la empresa de tu padre necesita de mi inversión Hana, han hecho algunos malos negocios y eso puede llevarla a la ruina.
—Sé cómo está la empresa y también sé que si inviertes ganarás dinero con ella Marco, mucho dinero
—¿Y si pierdo?
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Editado: 16.10.2024