Caprichoso destino

15: Culpa

-¿Y bien?- Ray sigue inclinado hacia delante, mirándome fijamente. Sigue sonriendo levemente, dejando enseñar sus dientes en un momento dado. Sus ojos brillan por la emoción y los míos por la vergüenza, al igual que mis mofletes. Giro la cabeza y le cojo de la mano, haciendo que se le caiga un poco la cabeza, porque estaba apoyado en su mano. Nos reímos por ello y nos empezamos a acercar levemente, y cuando pude sentir su respiración por encima de la mía, la puerta se abrió y entró una enfermera parloteando.

-¡Hola Will! Soy… Oh, lo siento, ¿os interrumpí?- la pregunta me hace sonreír y a la vez sonrojarme más aun, escondiendo la cabeza en el hombro de Rayan, el cual, al contrario que yo, lo que hace es soltar una mezcla de quejido y gruñido por lo bajo.

-No, tranquila.- le contesto, golpeando simpáticamente a Ray en el hombro. Ella asiente  y se acerca a un lado de mi cama, mirando la maquinita que pita.

-Soy Sandra, tu enfermera. Solo vine a ver qué tal te encontrabas.-

-Hola Sandra.- vuelvo a sonreír mínimamente y dirijo mi mirada a donde se encuentra ella, observando con atención lo que hace. Ella me devuelve la sonrisa y se encamina hacia la bolsita colgada del palo de hierro.

-¿Cómo te encuentras?-

-Bien, estoy bien.- mi contestación no parece convencer a Rayan, porque interviene contradiciéndome.

-No, no está bien. Le duele la espalda y la cabeza, y aun le cuesta un poco moverse.- Ray está serio mientras dice eso, así que yo le cojo la mano que le había soltado por el susto.

-Está bien… Ahora te traeré unos analgésicos para aliviar un poco el dolor. No hagas muchos esfuerzos, si mañana te encuentras mejor igual te dejan irte.- Sandra me da una pequeña sonrisa y se aleja, saliendo por la misma puerta por la que entró.

Asiento de forma lenta, dándole una débil sonrisa mientras ella empieza a caminar para irse. En cuanto Rayan oye el ruido de la puerta cerrándose se acerca a mí con prisa y apoya su frente contra la mía. Estamos tan cerca que confundo su aliento con el mío, su iris se junta con el mío y su respiración se acompasa con la mía. Lo veo cerrar los ojos lentamente, cogiendo un gran suspiro, ronzándome la nariz con la suya. Todo lo que nos rodea está silencioso, incluso la molesta maquinita parece haberse callado de repente, aunque seguramente serán imaginaciones mías. Yo también cierro los ojos e inclino la cabeza hacia delante poquito a poco, solo unos milímetros, para darle paso a Ray. Parece entenderme, porque esboza una pequeña  sonrisa en su linda cara, y aun con los ojos cerrados acerca su boca a la mía, juntándolas por fin. El aire vuelve a mis pulmones, dándome vida, dejándome más despierto y dormido que nunca. Ray mueve sus labios sobre los míos, con una delicadeza que me deja pasmado. Todo en él desborda cariño y amor, pero también preocupación, aunque lo intente ocultar. Sus hombros tensos me lo confirman. Lo abrazo, pegándolo todo lo que puedo a mí. Intentando que deje de pensar por un momento en todo lo que ha pasado. 

-Es culpa mía...- Oigo que susurra, separándose unos segundos y mirándome a los ojos. Suspirando, vuelve a acercarse, pero esta vez lo alejo, confundido por su afirmación. 

-¿Por qué dices eso?- le pregunto, con el ceño fruncido y la duda surcándome la cara.

-Nada, da igual. No es nada.- Gira la cabeza, evitando mi mirada y echándose hacia atrás en la silla.

-¿S-seguro...?- Mi tartamudeo confirma aun más la preocupación que siento ahora, pero no soy capaz de evitarlo.

-Seguro.- 

-Está bien...-  Ray vuelve a mirarme esta vez, relajando un poco los hombros y volviendo a acercarse. Me sonríe débilmente cerca de la cara y me acaricia sutilmente la mejilla. Baja la cabeza hacia allí y me da un beso en el moflete, haciéndolos brillar. Rio suavemente por el acto y apoyo mi mano en su mejilla, de la misma forma que él, repitiéndolo, solo que a mí me cuesta un poco enderezarme para llegar a su cara.  Yo también le doy un beso, para después apoyarme con cuidado otra vez en la cama. Me acaricia un poco el pelo, y justo cuando estoy abriendo la boca para preguntarle otra vez porqué había dicho que era culpa suya, entra Sandra, al igual que la anterior vez, con un tarrito de pastillas en la mano.

-Hola de nuevo Will, Rayan.- Nos sonríe de forma amable y asiente en nuestra dirección en forma de saludo. -Siento haber tardado tanto, tuve que hacer un par de cosas por el camino.-

-Hola Sandra, n-no pasa nada.- 

-¿Te sigue costando hablar?-

-Bueno, es algo mínimo.- Me rasco un poco la nuca cuando lo digo, avergonzado de mi tartamudeo.

-Bien.- Dice mientras asiente para sí misma, concentrada en lo que sea que esté haciendo. Se gira con dos pastillitas en la mano, estirando el brazo para dármelas. 

-Toma, cómetelas, aliviarán un poco el dolor.- dice Sandra, pasándome las pastillas con un vaso de agua. Yo las miro con desagrado y me las meto a la boca sin pensar, tragándome las dos de un tirón. Me entra un escalofrío por el mal sabor, así que cojo el vaso y me lo acabo entero, sacudiendo la cabeza como un perro mojado. Rayan y Sandra me miran, luego se miran entre ellos y empiezan a reírse, a lo que yo me uno. Los tres acabamos riendo a carcajadas, aliviando un poco el tenso ambiente que nos rodeaba.



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En el texto hay: amor adolecente, gaylove, misterio e intriga

Editado: 27.07.2021

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