Me desperezo sentándome en la cama, moviendo a un Ray ya despierto. Me mira fijamente con una sonrisa bien grande en la cara, haciendo que sus pequeños hoyuelos brillen más de lo normal.
-¿Cómo has dormido? ¿Las pastillas hicieron ya su trabajo?- Le miro sonriendo también, para después asentir, confirmando su segunda pregunta.
-Dormí bien, no hubo ninguna pesadilla esta vez.- Respondo a su primera pregunta, con un deje de tranquilidad y alivio en la voz por poder contestar con esa respuesta. -¿Tú que tal dormiste?-
-Bien, bien. Contigo a mi lado se duerme bien en cualquier momento.- Su contestación hizo que me ruborizara, escondiendo la cabeza en el hueco entre su hombro y su cuello, sonriendo levemente. A veces creo que lo hace a propósito porque le gusta verme así.
Nos quedamos así en silencio un rato, disfrutando de la compañía mutua, hasta que yo rompo el silencio con recuerdos de la pesadilla del viernes inundándome la mente.
-¿Sabes? La persona que vi riéndose en mi pesadilla se parecía a ti. Era alto y tenía el pelo del mismo color, y su cara era igualita a la tuya, aunque la suya creo que era más… ruda. No estoy seguro, no lo recuerdo muy bien.- Rayan me mira sorprendido por el repentino cambio de tema y por mi declaración. Su cara me dice que no se lo esperaba y sus ojos… que no le ha gustado. Ahora su expresión es una mezcla de molestia, tristeza y preocupación, lo cual me desconcierta bastante. No logro entender lo que cruza por su cabeza, lo que me deja bastante desconcertado. Empieza a mover la pierna arriba y abajo, arriba y abajo, como si tuviese un tic nervioso y de repente se levanta y empieza a caminar recorriendo todo el espacio de la habitación en la que estamos, poniéndome a mí también nervioso. Lo único que hace es dar vueltas y vueltas como un loco que no puede sentarse en una silla. Se muerde las uñas y para de forma repentina, girándose para mirarme. Su negra mirada es tan intensa que me cala en los huesos y me taladra el cerebro, transmitiéndome su preocupación.
-¿Ray...? ¿Es-estás bien? P-perdón si te molesté, puedes volver a tumbarte y lo dejamos pasar…-
-Willy… tengo que contarte algo.- Su contestación me deja desconcertado. No me esperaba esa respuesta.
-Claro… puedes contarme lo que quieras.- le acabo respondiendo después de salir de mi estupor, esperando a que él pueda contestarme. Coge aire y lo suelta despacio, haciendo subir y bajar su pecho, intentando disminuir el ritmo de sus pulsaciones.
-Está bien…- vuelve a tomar aire. -¿Te acuerdas cuando te conté que tenía un hermano? Nos adoptaron a la vez. Somos hermanos biológicos Will. Él nació unos días antes que yo, por lo tanto es mi hermano mayor. Aunque no lo considere así, pero eso es lo de menos, al final la sangre nos une y de eso no puedo escapar.-
-¿Y por qué querrías escapar? ¿Qué es tan malo Ray?-
-Él es increíblemente diferente a mí Will. A veces pienso que nacimos de personas completamente distintas. Érebo es tan… tan Érebo que es imposible de explicar, mucho menos de entender. Su propio nombre lo dice todo Willy. ¿Sabes de dónde viene su nombre? En la mitología griega Érebo era el dios principal de la oscuridad, las sombras y las tinieblas. Érebo, junto con su esposa Nix, que también era su hermana, llevaba las sombras a todos los rincones del mundo, tapando la luz de Éter. Se decía que sus densas nieblas de oscuridad rodeaban los bordes del mundo y llenaban los sombríos lugares subterráneos. Era tan horrible que se le solía relacionar con el Inframundo, haciendo de su nombre un sinónimo del Infierno. Según leyendas posteriores Érebo era por donde los muertos tenían que pasar inmediatamente después de morir, aunque también era la residencia de Cerbero, el perro de tres cabezas que custodiaba el Infierno.- Después de contarme aquella historia se sentó por fin, apoyándose en sus rodillas, mientras yo seguía con los ojos todos sus movimientos, absorbido en lo que me estaba contando.
-Mis padres se tomaron la molestia de buscar un nombre que encajase con él. Uno que tuviese un significado lo suficientemente feo para que lo describiese a la perfección. Y vaya que dieron en el clavo…- lo último lo dijo susurrando, como si no quisiera que yo lo escuchara.
-¿De verdad es tan horrible? Érebo.-
-Sí que lo es pequeño. Es… nació para estar con mis padres, son la familia perfecta. Pero siempre hay una oveja negra. Me tocó a mí ser esa oveja. Ellos están metidos en… en algo que no va conmigo. Por eso me alejé de ellos, no podía seguir viviendo bajo el mismo techo. Intentaron convencerme de ser como ellos querían que fuera, pero llegó un día en el que se cansaron de intentarlo, tratándome como el bicho raro de la familia, cuando al final era el único ser humano que había allí.- Cuando acabó de decir eso le cogí la mano, empezando a acariciar sus nudillos, intentando mostrarle mi apoyo. Sus ojos están tan tristes, pero a la vez transmiten una rabia increíble que me hace tener escalofríos. Guarda demasiado rencor y odio hacia su familia, es fácil de notar tan solo con ver como aprieta los dientes, hasta el punto de hacer que rechinen.
-A lo que quería llegar con esto Will, es que puede ser que al que viste en tu pesadilla fuera a él, a Érebo.-
-Pero… pero si no lo he visto en mi vida Ray, ¿cómo va a ser él?-
-En… en el sueño no le veías la cara muy nítidamente ¿verdad?-
-No, es verdad, pero sigo sin verle sentido. Pero era tan parecido a ti… tanto que daba miedo.-