El despertador sonó como cualquier día, marcaba las siete treinta de la mañana, Emilia tomó su celular y fijó su vista en la fecha, era el veintiuno de julio, tenía una entrevista en la facultad para anotarse en el programa de intercambio por seis meses, se lo darían para el último semestre de su carrera y ella estaba decidida a ganarlo, solo había una vacante, era para el mejor, y esa debía ser ella.
Emilia se levantó de su cama, tomó su ropa y se dirigió al baño. Se dio una última mirada en el espejo, su cabello castaño con tonos rojizos estaba atado en una media cola con ondas, sus labios con un rojo pálido y en sus ojos un suave degradado color tierra. Salió del baño y le dio un beso a su madre en la mejilla.
—Acabo de tener un deja vu… adiós mamma.
—¿No comes nada?
—Voy tarde, y si me retraso más perderé el ómnibus, debo estar en la Facultad a las diez y media y sabes cómo tarda, comeré algo más tarde, ¡Te amo!
—¡Ve en el auto!—le gritó su madre, pero, Emilia ya se había marchado
Emilia llegó a la Facultad con algo de tiempo por lo cual le daba tiempo de comer algo, se compró unos sándwiches de jamón y queso, le encantaban y se sentó a esperar la hora en el patio de la Facultad, a las diez y diez se dirigió hacia Dirección, donde tenía la reunión…
Al llegar se encontró con la secretaria
—Buenos días, ¿en qué te puedo ayudar?—le preguntó la secretaria con una agradable sonrisa
—Mmm, hola, buen día, Julieta, soy Emilia García, tengo una entrevista por la beca de intercambio—sonrió
—¡Ah, sí, sí! déjame y verifico tu asistencia, debes esperar porque aún sigue una chica ahí dentro.
El tiempo pasó y la hora llegó, salió una chica rubia, se la veía apenada y avergonzada, cuando la chica vio a Emilia le dijo en un susurro:
—Es imposible pasar la prueba, suerte…
—Gracias—susurró de vuelta
—¡Siguiente!—se escuchó un grito desde dentro de la oficina por lo cual Emilia se dirigió a la oficina rápidamente.
—Buenos días, soy Emilia García, y soy una de las postulantes para la beca de intercambio en Italia—Emilia habló rápido, estaba muy nerviosa desde que había entrado a la oficina, el rector era un hombre alto e imponía respeto, el mismo levantó una ceja y la miró inquisitivo
—¿Por qué más cree que estaría acá, joven?—Emilia lo miro apenada, era un hombre mayor pero, era muy intimidante, sin embargo él le sonrió—tranquila, no me lo tome personal, le pido mis disculpas—se sentó tras su escritorio—tuve tiempo de ver tu ficha y debo decirte que tus notas son ejemplares, pero no alcanza solo con eso para que se te conceda la beca, los requisitos son varios y están en esta lista—le extendió una carpeta—ahí está todo, léalo con tranquilidad y tiempo, ahora deberemos hablar sobre cómo se manejará en caso de que se le conceda la beca
—Si, claro…
—Usted tendrá una habitación en la residencia de la universidad, sus notas deberán ser superiores al promedio y...—el rector comenzó a contarle.
Había pasado ya una hora y la entrevista había llegado a su fin y Emilia se dirigía hacia la bedelía para firmar algunos documentos cuando chocó con un hombre que
se encontraba de espaldas a ella sin darse cuenta
—Perdón, lo siento, lo siento, no te vi…—él se dio vuelta y la miró, él ya la había visto, estaba seguro, él la conocía, pero cuando fue a hablar alguien apareció de atrás.
—Aless, vamos que se nos hace tarde, ya firme todos los permisos—dijo en un marcado italiano, mientras él tenía su vista fija en los ojos de ella.
—Oh, lo siento, no sabía que solo hablaba italiano, con il tuo permesso—Emilia dejó atrás a aquel hombre que su acompañante llamaba Aless, que linda mirada tenía, pensó mientras entraba a las oficinas de Bedelía.
Emilia ya había terminado con todos los trámites de la Facultad y se dirigió a un café cerca, en el cual había quedado con sus amigas.
Al entrar al café que siempre era un lugar tranquilo y silencioso, ese día era todo lo contrario, se escuchaban risas, y voces muy altas, parecía que había una fiesta y eso era obra de solamente tres personas, Lucía, Sofía y María, Emilia sonrió y se dirigió hacia ellas, se las veía felices y ella sabía que con lo que tenía para contarles iban a pasar por muchas emociones.
—¡Mili!—gritaron las tres al unísono al verla
—Oh my Got! Mis tres “ía’s” están juntas—dijo sonriendo y haciendo referencia a la terminación de sus nombres
—Pues seremos cuatro “ía’s”, querida Emilia ¿Acaso te olvidas de vos?—y volvieron a reír, el mesero se les acercó para tomar su pedido para lo cual Emilia pidió su acostumbrado frappé.
Las chicas estuvieron charlando de los preparativos de cumpleaños para el novio de Sofía, Pablo, ellos llevaban un año juntos y pensaban armarle un cumpleaños sorpresa.
—Mili, has estado callada, no parece que estuvieras acá, ¿a dónde se encuentra tu mente? — dijo María, de forma chistosa haciendo gestos con sus manos como si de otro mundo la trajera, a lo cual todas rieron
—Chicas, ¿saben? yo las ayudaré con todos los preparativos, pero no creo poder ir a la fiesta, saben que aprecio mucho a Pablo, pero, Bruno es su mejor amigo y de seguro irá con Andrea, y no quiero que ninguna de las dos nos sintamos incómodas, todo es muy reciente y además yo…
—Ni lo digas, te entiendo y por supuesto que el entenderá, además pasarás tiempo con él después, sabes que te apoyamos en todo, y el grandísimo hijo de su mamá, de Bruno, se pierde a esta bella mujer que tenemos como amiga—dijo Sofía, para sonreír luego
—Si, Mili, Sofi tiene razón, ya ni cabe que sigas pensando en él, si es un idiota, pues…—dijo Lucía
—… ¡que se joda!—dijeron las cuatro al mismo tiempo, para luego reír
—Tengo una noticia que darles…
—Mierda, ¡voy a ser tía!—gritó dramatizando María