Carita De Ángel

CAPITULO 2

¿QUIERES MAS CHOCOLATE?

 

 

- No te vuelvas a perder mi amor, me tenías muy asustada, si no fuera por ese chico que te trajo no se en donde estarías…

- Tranquila mami – Él vio a la niña acariciar el rostro de su madre – Es que me llego un olor muy rico y camine hacia él, después me lo conseguí y me asuste.

- Tu padre está muy preocupado – dijo después de vacilar.

El chico escuchaba cada vez menos, ya que la madre se alejaba.

- Mami, mi amigo me dio cocolate, me encanta él cocolate…

La madre volteo en su dirección y el tan rápido como pudo se escabullo entre las personas que pasaban. Se fue a su humilde casa de tres pisos, donde habían habitaciones de más llenándose de polvo por el poco uso que se le daban, años atrás habían tenido un gran debate con su padre que logro ganar, ocupando dos más para el solo.

Cuando llego a la calle donde se encontraría con su casa, vio a sus padres parados en la entrada esperándolo, cuando al fin lo vieron sus facciones de desaprobación se hicieron notar, su hermana de tres años estaba en brazos de su padre jugando con una muñeca Barbie, moviéndola de un lado a otro.

- Hasta que de dignas a llegar – su madre le dio una mirada y después bajo los escalones hasta donde él esperaba - ¿No pudiste llegar a la hora? ¿te cuesta tanto?

- Lo siento madre, estaba en el bosque, una niña estaba perdida y…

- ¿Qué niña esta pérdida?

- Ninguna, ya no… Este, yo la lleve con su madre – si corazón dio un vuelco acordándose del tiempo que estuvo con la pequeña - ¿Cuándo vendrás? – trato de cambiar de tema.

- Dentro de cuatro días – respondió su padre con un casi gruñido y le paso a su hermano a los brazos – Ya sabes lo que tienes que hacer – dijo de ultimo para llevarse a su mujer a rastras hasta la camioneta que esperaba estacionada a un lado de la entrada de la casa.

- Qué les vaya bien – susurro viéndolos alejarse.

Sus padres montaron y se marcharon, su hermana que había empezado a quejarse de estar en sus brazos le dio un golpe en el rostro con la muñeca que tenía en manos.

- Niña mala, eso no se hace – le quito la muñeca haciéndola llorar.

Esta se puso roja y abría la boca hasta más no poder para gritar a todo pulmón, algo malo que tenía su hermana es que era demasiado mimada y malcriada. Cerro la puerta de la casa con una patada mientras maniobraba para que la beba no callera al piso.

- Calla niña ¿quieres reventarte el coco? – pregunto sin esperar respuesta.

- Papi – lo miro con la cara manchada de lágrimas.

- El vendrá pronto, ahora cálmate.

- ¿Mami?

- Fue con papi.

- Cadgame.

- Estoy cansado Rubí, déjame llegar – le hablaba como niña grande.

- No, cadgame – grito chillando.

- Te dije que no – le hablo fuerte haciéndola llorar más.

- Daven, no le grite a la niña – lo regaño la señora Yadira, cocinaba y limpiaba en la casa, entre otras cosas.

La alzo en brazos y se la llevo cargada a la cocina, dejándolo a él solo y estresado en la sala de la gran casa, subió las escaleras dando resoplidos hasta llegar a su cuarto, lanzo el bolso lejos en un rincón y se lanzó en la cama pensando en el aroma que desprendía la niña, a chocolate con algo más, un olor exquisito.

Callo rendido en menos de cinco minutos.

 

Los siguientes días los paso encerrado trabajando en casa, faltaba una última semana de clases pero dado a que ya estaba más que pasado y que tenía una buena excusa, no asistió. Para entretener a su hermanita fue al patio de la casa y la monto en un columpio, duraron horas hasta que la beba se cansó y se durmió sentada.

En todos esos días no hubo visitas, una señora había llamada para hablar con sus padres pero enterándose que no volvían sino unos días después le toco esperar.

A su mente llegaba el recuerdo de esa tarde en el bosque, no había podido ir más a su lugar escondite, no estaba seguro si na pequeña querría escaparse de nuevo o que tenía los ojos de sus padres más atentos. Se notaba que era hija única.

“Un angelito”

Pensó sacudiendo la cabeza. Estaba bajando las escaleras para desayunar, su hermana ya se encontraba allí, cuando pasando por la sala sonó el teléfono de casa que se encontraba justo al lado de la puerta de la cocina.

- ¿Alo? – la señora de servicio salió de la cocina y él le hizo una seña, ella se fue para seguir con lo suyo.

- Hijo – su padre – Hoy llegaremos en la noche.

- Está bien – sonó despreocupado, pero así era él.

- ¿Tienes algo que decirme?

- Que vengan rápido, quiero salir a correr un rato – al decir eso sus padres ya sabían que quería desaparecer.

- Bueno querido, nos vemos más tarde, cuida a tu hermana – dijo su madre a lo lejos, luego colgaron el teléfono.

- Lo hago…

 

Apenas llegaron sus padres se encerraron en la oficina y no paso ni una hora cuando tocaron a la puerta, Daven que se encontraba bajando las escaleras para ir a la cocina se acercó a la puerta pero la señora de servicio se le adelanto y ya se encontraba abriéndola.

El olor a chocolate lo paralizo en el sitio, su sorpresa no la pudo guardar para el pero los padres de la niña no lo vieron en ese momento. Anni estaba a un lado de su madre, la tenía agarrada de la mano.

La pequeña empezó a mirar a todos lados y cuando lo consiguió le sonrió y sacudió su mano saludándolo, la madre se percató de eso y también lo miro, el hizo como que no la noto.

- ¿Se encuentra tu padre? – se preguntó ella cargando a la niña.

- Sí.

- ¿Nos llevas con él? – pregunto el hombre con voz grave.

- Claro, síganme.

Su piel se erizo y sintió tensión en el ambiente pero de igual forma los llevo a los tres a la oficina donde se encontraban sus padres, toco la puerta.

- Padre, te buscan – del otro lado respondieron pero él no entendió.




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