Las luces se apagaron de inmediato en toda la nave. Tras unos segundos de incertidumbre, las baterías de respaldo entraron en operación y todos los tripulantes quedaron bañados en el tenue resplandor de las luces rojas del sistema secundario de respaldo.
—Esto no pinta nada bien. —observó Aichi deteniendo el transporte junto a los dos VF-11 que yacían aún en el piso frente a las enormes puertas cerradas del hangar.
Ximena y Camila lo esperaban junto a las inmóviles máquinas y se acercaron al Jefe de los mecánicos.
—Menudo desastre causaron allá atrás. —dijo el hombre señalando las grúas que en esos momentos levantaban al escuadrón Alpha de los lugares en donde habían quedado tumbados.
—La alternativa era mucho peor. —respondió Ximena. —¿Sabes qué ha pasado ahí fuera? ¿Estamos a salvo? —preguntó.
El viejo mecánico sacudió la cabeza. —Se menos que tú. —le respondió con sinceridad.
En ese momento el sistema de comunicaciones general se activó por primera vez desde que sonara la alerta general de combate.
—”Estamos ahora en Alerta Amarilla” —dijo la voz reconocible de Gabriel. —”Todo el personal debe presentarse en sus estaciones de inmediato”.
—Parece que hemos escapado de los Zentradi. —observó Camila tras una pausa.
—¿Sin entrar en FOLD? Eso suena extraño. —respondió Ximena quitándose el casco de vuelo. —¿Quiere decir que simplemente la Bramante los dejó atrás? Eso me resulta… imposible de creer.
—Supongo que lo sabremos pronto. —respondió Aichi con visible nerviosismo. —Aunque a mi me preocupa más que se hayan activado las baterías de emergencia. Espero que Tali esté bien.
Aichi bajó del transporte y señaló a los robots. —Me encargaré de acomodar ese desastre. —dijo lanzando una mirada acusadora a las jóvenes. —Ustedes vayan a sus barracas a descansar; no sabremos cuando se vuelva a reanudar la lucha.
Las dos muchachas asintieron y tras poner sus cascos en la parte de atrás del vehículo se subieron al mismo.
Ya habían despejado las pistas principales y las enormes grúas habían enderezado a los cazas caídos. El resto de los aviones fué remolcado a sus estaciones de rearme mientras el resto de la tripulación realizaba una comprobación general de daños y del estado de los equipos involucrados en el incidente.
Cuando el vehículo pasó frente a las tiendas de los Voldorianos refugiados, tuvieron que detenerse al encontrarse con el anciano que salió a su paso.
—¿Dónde está Lynn? —preguntó el anciano con desesperación una vez que el vehículo con ambas chicas se detuviera a su lado. Desde allí podían ver como varios niños se asomaban entre las lonas para espiar lo que sucedía.
—Ha sido llevada a la enfermería. —respondió Camila tratando de tranquilizar al hombre. —Estuvo muy cerca de las compuertas del hangar cuando se abrieron, pero ya ha sido compensada y tratada. —aseguró.
—Yo… —dijo el hombre llevándose la mano al pecho. —Jamás pensamos que el Cuarzo reaccionara así. —dijo.
—¿Esa cosa brillante que llevaba Lynn en la mano? —preguntó Ximena.
El anciano asintió. —Era una reliquia de nuestra familia, pero cuando comenzó a brillar y a emitir ese aura de poder, de inmediato supe que era peligroso. Lynn actuó de forma muy valiente y protegió a los suyos arriesgando su vida.
—Tal vez nos haya salvado a todos. —dijo Camila. —La nave a pasado a Alerta Amarilla, por lo que ya no estamos directamente amenazados por los Zentradi. Tal vez esa cosa los espantó.
Ximena miró al anciano con rostro serio. —Esas… imágenes. —dijo. —Ví a mi compañero muerto hace poco tiempo, así como a otras personas desconocidas… ¿Eso fué…?
El anciano volvió a asentir. —El poder del Cuarzo, si. —respondió intrigado. —Pero… yo jamás ví proyecciones como esas. Eran… mucho más nítidas que las que solíamos ver en Voldor, incluso más que cuando visitamos las ruinas de la Protocultura, que eran los sitios sagrados en los que los cristales funcionaban mejor.
—Tal vez algo en este campo de desechos potenció sus efectos. —dijo Camila. —Estamos en una zona de Anomalías Dimensionales.
El hombre miró a la joven. —Algo… algo ha cambiado. —afirmó.
—¿Cambiado? —preguntó intrigada Ximena.
—Si… es decir, la nave no ha entrado en FOLD. ¿Verdad? —preguntó el Volvoriano.
—No que yo sepa. —respondió Camila.
El hombre miró al techo pensativo. —Y sin embargo… mi huesos notan algo diferente, como si fuera otro… otro lugar.
Las dos mujeres se miraron entre sí sin saber que responder, al cabo de un momento Camila apoyó la mano en el hombro del anciano. —Tendremos un Debriefing ahora. —dijo. —Allí nos informarán lo que ha sucedido con los Zentradi… le prometo que lo mantendré informado sobre Lynn y… ¡Oh, cierto! —dijo de pronto golpeándose la frente. —Casi lo olvido… la cirugía de la niña fué exitosa. —dijo. —Está recuperándose en Cuidados Intensivos.
El rostro del hombre se iluminó de pronto y las arrugas de preocupación desaparecieron momentáneamente de su cansado semblante. —Oh, es una grandiosa noticia. —exclamó. —Muchas… ¡Muchísimas gracias! ¿Podré… podremos los chicos y yo ir a visitarla? —preguntó nervioso.
—Estoy seguro que una vez que salgamos de alerta de combate podrá hacerlo. —aseguró Ximena. —Todavía estamos algo sacudidos.
—Claro… por supuesto. —respondió el hombre. —Nuevamente, muchas gracias por ayudarnos. —dijo haciendo una profunda reverencia.
Se cruzaron con el resto de los pilotos de Delta y varios de Alpha, quienes no dejaron de bromear acerca de la violenta forma en la que los VF-11 habían rodado por el hangar volteando a todos a su paso.
Había muchas caras cansadas, pero el ánimo y la moral no parecian haber mermado entre los hombres. Volvieron a reunirse en el salón de pilotos para escuchar las noticias y desarrollo del combate que Curtiss procedió a resumir ante la mirada atónita de los presentes.