Las distorsiones ópticas causadas por el medio FOLD eran molestas y podían causar desorientación y mareos en las personas que las experimentaban por primera vez, afortunadamente Camila no era una de ellas y aquel juego de luces e imágenes fantasmales apenas aparecían ante sus ojos como una especie de “ruido” óptico. La joven se encontraba recostada en su catre mientras trataba de leer un informe en su Pad, pero su mente continuamente vagaba más allá del significado de las palabras que parecían danzar frente a sus ojos. Sin más paciencia disponible por tratar de terminar aquella tarea suspiró profundamente y dejó que el Pad se deslizara entre las cobijas, entonces recostó la cabeza en la almohada.
—¿Sucede algo? —preguntó Ximena desde la cama de arriba. Evidentemente aquel suspiro había sido bastante audible.
Su compañera guardó silencio por lo que Ximena se asomó al borde de la cama y miró hacia abajo. —¿Quieres que apague la luz? —preguntó.
Camila sacudió la cabeza. —No puedo dormir. —dijo.
—A mi también me cuesta dormir durante los FOLD.
—No es eso. —respondió la oficial Hughs. Es…
Como la joven había vuelto a quedar en silencio fue el turno de Ximena de suspirar y volver a recostarse de espaldas. —No hace falta que me lo digas si no quieres. —dijo. —Te entiendo.
—Es que… tuve un sueño. —comenzó a decir Camila.
—¿Un sueño?
—Estaba… estaba a los mandos de Delta Uno. —dijo girando la cabeza hacia un lado. El camarote estaba en penumbras, apenas alumbrado por la pequeña lámpara de lectura que Ximena mantenía encendida sobre la cabecera de su cama. —Estaba en una batalla… una batalla grande.
—¿Contra los Zentradi? —preguntó su compañera.
—No.
Ximena volvió a suspirar. —No es necesario que sigas. —dijo imaginando lo que su compañera había soñado.
—Había un Battle Class enemigo en modo de batalla—continuó narrando. —Yo me acercaba con Delta Uno esquiando el fuego antiaéreo y me colocaba en modo Battroid justo frente al puente de mando, entonces levantaba mi Gunpod y apuntaba a través de la mira a la tripulación detrás del cristal.
—¿Era la Macross 48? —preguntó Ximena refiriendose a la Macross 48 “Wyvern”, la Clase New Macross que el tío de Camila comandaba en el momento del asesinato del Almirante Aramaki.
La joven asintió. —Mi tío… mi tío no estaba solo; había muchas personas a su alrededor… no solo oficiales, también civiles… hasta me pareció ver niños.
Ximena guardó silencio. Era evidente que su compañera estaba luchando con una terrible carga en esos momentos.
—No pude apretar el gatillo. —dijo Camila con voz temblorosa. —Aunque… aunque era mi deber, aunque era lo correcto. —intentó convencerse a sí misma.
Tras varios minutos de silencio Camila pareció calmarse un poco. —¿Qué hubieses hecho tú? —preguntó volviéndose boca arriba.
—Seguramente le hubiese hecho un gesto obsceno con la mano libre del robot. —respondió sin pensarlo demasiado.
Camila se incorporó y se quedó sentada en la cama; no se esperaba esa respuesta. —¡Hablo enserio! —protestó visiblemente ofendida por la ligereza del comentario de su compañera.
—Yo también. —respondió Ximena desde su cama. —Si hay civiles en la línea de fuego entonces simplemente no puedes apretar el gatillo. —aseguró.
Camila volvió a recostarse y se quedó viendo el metal que formaba el techo en su cama marinera. —Todavía… Todavía no me hago la idea de que tendremos que luchar contra nuestros camaradas. —dijo.
—Tal vez no tengamos que hacerlo. —contestó Ximena. —Si la misión de Aramaki tiene éxito y la guerra termina, entonces la crisis se resolverá… tu tío podría dar un paso al costado y…
—Tú no lo conoces. —dijo Camila con voz tensa. —Él jamás dará un paso al costado. Tal vez haya usado la excusa de los Zentradis para tomar el poder, pero no lo soltará por nada del mundo, incluso si los Zentradi desaparecen de la galaxia. —aseguró.
Ximena no supo que responder. Nunca se había interesado por las disputas internas de la fuerza, pero aún así se había visto arrastrada a aquel juego de poderes en los que su compañero había pagado el precio definitivo. Aquello no tenía sentido; la Humanidad estaba al borde del abismo de la aniquilación y los Altos Mandos jugaban a la política con la vida de sus subalternos ¿Como era posible que la otrora orgullosa NUNS se hubiese convertido en algo tan… degenerado?
Un zumbido se escuchó en la habitación. Camila tomó el Pad que se había deslizado entre las mantas y vió el remitente de la llamada entrante. Tardó unos segundos en reaccionar, pero de un salto levantó la mano y activó las cortinas de su cama. Una persiana metálica comenzó a descender dejándola aislada por completo de la habitación. —Lo siento Xime. —dijo antes que las cortinas se cerrasen del todo. —Tengo que contestar esta llamada. —se disculpó.
Ximena suspiró y volvió a apoyar su cabeza en la almohada; sabía perfectamente de quién era esa llamada tan importante que tenía que ser contestada en privado. Volvió a tomar su Pad y continuó leyendo el informe que el Jefe Aichi había preparado solo para ella.
—Hola. —respondió Camila una vez que hubiese respirado hondo. La luz interna de su cama estaba apagada y solo su rostro estaba siendo iluminado por el brillo del Pad.
—Hola. —saludó Fritz desde la Mainstream. El rostro del joven estaba teñido por la luz azulada de las pantallas, por lo que la chica dedujo que estaba hablando también desde su camarote —Siento molestarte a estas horas… ¿Estabas acostada? —preguntó.
—Estaba leyendo. —respondió la joven mientras apartaba con su mano libre un par de mechones de pelo que habían caído sobre su rostro.
Fritz sonrió. —Lo siento. —dijo. —Debí haberte llamado antes pero… cada vez que tenía algo de tiempo libre, no se como, pero siempre me caía dormido en el sitio y me despertaban mis colegas para seguir trabajando. —se disculpó.