Hyle disparó una ráfaga hacia la enorme efigie de Veiss, pero las balas de su rifle simplemente explotaron contra el extraño metal oscuro en donde el rostro de la misteriosa mujer había aparecido de repente.
—Es inutil. —dijo Ximena bajando su arma comprendiendo que no tenía ninguna chance. —Ninguna de nuestras armas puede dañarla a ella o a esa cosa. —se lamentó mientras señalaba el EVIL que palpitaba debajo de Veiss.
—Sois patéticos. —dijo con voz metálica la figura desde lo alto. —Pero a pesar de todo siento algo de gratitud hacia ustedes, especialmente hacia la Capitán Hyle por haber ayudado a lograr el éxito de mi plan. —agregó con una sonrisa.
Lynn pensó que la meltrán estallara en un ataque de furia, pero para su sorpresa Hyle solo atinó a bajar el arma y mirarla con frialdad. —No se que hizo con mi cuerpo allí dentro de esa vaina. —dijo con calma. —Pero no volverá a engañarme tan fácilmente. —aseguró.
—Eso no será necesario, se lo aseguro, Capitán. —dijo Veiss. —Su Spiritia fué todo lo que necesitaba para activar los organoides dimensionales de R-11.
—¿R-11? —preguntó Fritz. —¿Ese es el nombre del EVIL? —preguntó.
—R-11 fué el prototipo original completamente funcional de la Serie EVIL. —respondió la mujer. —Afortunadamente nunca fué activado y los Protodeviln jamás lograron poner sus sucias garras encima de tan hermosa creación. —dijo mientras que con una de sus manos acariciaba el caparazón oscuro del cuerpo abultado desde donde sobresale el torso con su efigie.
—Usted… usted no es una simple Cantante Estelar. —afirmó Ximena.
—Es cierto. —reconoció la mujer. —A pesar de poseer la habilidad del Canto Estelar, mi propósito en la República Estelar nunca fué el de comandar a los Zentradi. —dijo mirando a la guerrera. —Soy una de los muchos científicos de la República Estelar encargados del desarrollo de la serie de Bio-Armas EVIL, o al menos la única que sobrevivió a la destrucción de toda nuestra base de investigación.
—Nuestra civilización también fué devastada por los Zentradi. —dijo Camila. —Solo unos pocos miles sobrevivieron y con mucho esfuerzo y pesar logramos reconstruir nuestro planeta y prosperar en la galaxia... pero comprendimos que la violencia no es la solución y que de continuar el mismo ciclo de guerra y destrucción eventualmente llevaría a la extinción de la vida en toda la galaxia.
Hyle la miró confundida. —¿Qué quieres decir? —preguntó.
—Ella habla de Paz. —respondió Veiss desde lo alto. —La ausencia de guerra; no se moleste en intentar comprender eso, Capitán. —aclaró con desprecio. —Ninguno de ustedes vivirá lo suficiente para ver algo como eso en esta galaxia.
—La Paz es posible. —exclamó Lynn dando un paso al frente. —La gente solo necesita una oportunidad; ¡Nadie quiere ver morir a la gente que ama!
—¿Y crees que nadie lo ha intentado antes? —respondió encolerizada la enorme efigie oscura. —¿Crees que eres la primera raza consciente que se ha creído la salvadora de la galaxia? ¡Idiota! ¡Miles de civilizaciones han aparecido y extinguido desde que este remolino de polvo y gas cósmico se formó en este rincón del universo! ¡Y todas ellas han sucumbido a los fuegos de destrucción del conflicto! ¿Crees que eres especial? ¿Diferente? ¡No lo eres, estúpida criatura!
Aquellas palabras estaban cargadas de un odio y resentimiento tan fuertes que Lynn se ocultó tras Hyle con un rápido movimiento.
—¿Y tú quieres simplemente acabar con toda la vida en la galaxia? ¿Ese es tu magnífico plan? —preguntó Lina.
Veiss le dirigió una mirada de desprecio. —Por supuesto que no, idiota. —respondió. —La vida surge en el universo como un proceso natural de complejidad emergente de la cual la inteligencia es la última fase; no tiene caso evitar que surja la inteligencia en la galaxia, pero solo hay una forma de evitar que se vuelva destructiva y es controlando su surgimiento desde la fuente.
Una pantalla más pequeña apareció junto a la mujer y mostró un extraño dispositivo de forma vagamente similar a la de un cigarro que giraba lentamente. Solo Fritz identificó rápidamente de lo que se trataba.
—Eso es una sonda de intervención de la Protocultura. —dijo Von Neumann asombrado.
Veiss sonrió. —Veo que han aprendido bastante. —dijo. —La República Estelar ha estado sembrando estos dispositivos por toda la galaxia por miles de años, especialmente en las regiones estelares donde existen los elementos necesarios para la formación de moléculas complejas que resulten en planetas compatibles con la vida. —explicó.
Camila apretó los puños. —La Protocultura usó esas cosas para intervenir las especies nativas de cada planeta y modificarlas para sus planes de expansión — dijo.
—Falso. —respondió Veiss. —¿En serio crees que necesitamos de razas primitivas y patéticas como vosotros para prosperar en la galaxia? —preguntó. —Las sondas tenían un motivo mucho más útil que eso.
—¿Cuál? —preguntó Ximena poniéndose tensa.
—Detectar el surgimiento de civilizaciones con tendencias bélicas… y destruirlas.
Fritz sacudió la cabeza. —Eso… eso es ridículo. —dijo. —¿Por qué tomarse el trabajo de intervenir y modificar las formas de vida locales si finalmente serían destruidas? —preguntó.
—Las sondas solo aceleran el desarrollo cognitivo de las formas de vida con potencial de desarrollar habilidades racionales. —explicó Veiss. —El conflicto y el deseo de violencia de una civilización escalan con su capacidad cerebral; una criatura primitiva con un palo y una piedra solo puede aspirar a matar a unos pocos de su propia especie; pero cuando esa misma criatura crea armas que pueden exterminar a toda su especie de golpe, entonces es cuando se convierten en una amenaza para la galaxia.
—Y las Sondas están programadas para exterminar esas civilizaciones en cuanto detectan que su capacidad destructiva sobrepasa cierto límite. —comprendió Camila. —¿Pero es la única forma? ¿No pueden simplemente advertir sobre ese peligro? ¿Es necesario destruir a una civilización entera? —preguntó.