Capítulo 14
-Nina-
De noche, Dublín era lo bastante colorida como para motivar los sentidos de cualquiera. Observé los incontables edificios y sus fachadas gregorianas antiguas que, combinadas con pequeños toques modernos, le conferían una exquisita particularidad al recorrido. Pasamos por el río Liffey, que cruzaba la ciudad por completo, dividiéndola en dos. Ya era bien entrada la noche, pero todo el mundo andaba en la calle. Una cantidad enorme de pubs y bares poblaban cada esquina por la que transitábamos, y el movimiento de gente resultaba llamativo; había música en vivo, lo cual me levantó el ánimo. Sin dudas, para ellos y para nosotros la noche era joven.
Atravesamos un par de carreteras y entramos en una zona plagada de automóviles y motocicletas. Había mucha gente, la mayoría bebía cerveza, cantaba y gritaba. El sonido de los rodados bramando se mezclaba con la música. Jack me tomó del brazo para conducirme a una orilla a metros del automóvil; Sara me siguió mientras Richard venía en su camioneta con la flamante moto cargada detrás.
Jack rió de felicidad al verlo aproximarse, y salió caminando directo al vehículo con grandes zancadas. De inmediato su amigo lo saludó y, sin desperdiciar un segundo más, colocaron una rampa para bajar la motocicleta. Se los notaba obnubilados por el juguete que los padres de Richard le habían regalado.
Admito que, al fin y al cabo, aceptar la invitación de Jack no había sido mala idea, pues venía de pasar dos días intolerables esperando una simple señal de Luca; a cambio de eso no recibí nada más que indiferencia, y comencé a detestarme a mí misma por tener semejante actitud; él no merecía tal cosa. Con Sara a mi lado, reí; hacía mucho que no me sentía distendida, y empecé a disfrutar de estar allí. Incluso consideré acertada la decisión de haberlos acompañado; de lo contrario, habría estado sola en casa.
––Creo que esta noche alguien va a tener problemas… ––me susurró Sara.
Yo dirigí mi vista adonde se enfocaba la de ella. Victoria, su hermano Estefan y Katia llegaban. Al verlos, Jack largó un insulto por lo bajo y caminó irritado hacia ellos. Por desgracia, desde nuestra posición no conseguíamos oír lo que ocurría, ya que la música y el sonido que producían las motocicletas lo tornaban imposible.
Jack tomó del brazo a su hermana, que se soltó fastidiada insultándolo; él se le acercó enojado, por su expresión era evidente que le lanzaba una advertencia.
––Katia no tendría que estar aquí ––informó Sara.
––¿Por qué? ––indagué. Sabía que la hermana de Jack tenía 19 años: ya era mayor de edad.
––No ha venido con la intención de ver a su hermano correr en motocicleta ––explicó Sara con una leve sonrisa.
Nuestra conversación se interrumpió por el sonido de un automóvil que atravesó la calle a toda velocidad y se frenó a un costado, llamando la atención de los presentes. Podíamos verlos a una cierta distancia. Al auto le siguieron dos motos de gran porte.
En la motocicleta azul iba Darrel. Lo supe porque no usaba casco. Levantó la moto en una rueda antes de frenarse a centímetros del automóvil. El conductor de la otra motocicleta negra siguió derecho saliendo de mi vista; Luca descendió del coche y, casi sin pensarlo, una leve turbación me envolvió el cuerpo de sensaciones incomodas, como cada vez que lo veía. El cabello le caía por la frente de forma desprolija y sensual, y traía una chaqueta negra entallada. Caden abandonó el asiento del acompañante para ir tras él. De pronto la moto que había desaparecido volvió a máxima velocidad y se detuvo cerca de Luca.
El conductor de la motocicleta negra se bajó. Me fijé con más atención, sobre todo cuando se sacó el casco; el cabello negro y lacio cayó encima de sus hombros, desparramándose. Era una chica. Vestía unos borceguíes negros, jeans oscuros y una campera ceñida al cuerpo, que le marcaba las curvas. La chica era muy guapa, se llevaba la totalidad de las miradas, y más aún tras haber demostrado su destreza para manejar esa motocicleta.
Caminó hasta Luca y apoyó su casco en el capó del automóvil. Luca estaba callado escuchando lo que Darrel le decía; la chica se acercó a él prendiéndose a su cintura, y Luca solo le dedicó un vistazo y le habló en voz baja. Ella rió.
En esos momentos me resigné a aceptar que Luca y esa chica empezaban a destruir la poca despreocupación que yo había logrado conseguir. Giré el rostro disimulando a duras penas mi fastidio, sentía dolor por alguien que no se merecía ni una pizca de mi malestar.
Me había enamorado, y al parecer eso era lo peor que me podría haber pasado.
––Katia está enamorada de Luca ––continuó Sara, yo hice un gran esfuerzo para prestarle atención––. En cuanto Jack se enteró de ello enloqueció, jamás va a dejar que su propia hermana esté con su enemigo.
––Entiendo… ––murmuré.
Inesperadamente tuve ganas de salir de allí. Me invadía la sensación de que me ahogaba. El ruido y la música, que unos minutos atrás habían sido un aliciente para mi estado de ánimo, pasaban a ser un simple bullicio fastidioso que me irritaba; o mejor dicho, aquello que hacía un rato me gustaba, ahora se estaba volviendo parte de un disgusto cuyo protagonista era Luca.
––¡Nina! ––me gritó Jack––. ¡Quiero que veas esto!