Carpe Díem

Capítulo 23

Capítulo 23

-Luca-

Lanz y yo éramos como dos gotas de agua, la única que lo lograba diferenciarnos era mi madre, luego de ella nada ni nada jamás pudo distinguirnos, la gente común siempre se guiaba por lo que veía, nosotros dos éramos asquerosamente iguales, nuestro físico, color de pelo, altura, no nos diferenciaban en lo más mínimo, éramos una copia exacta uno del otro.

Lo que nadie sabía era que a pesar de ser tan idénticos, éramos muy diferentes. Lanz, era como el día,  su extroversión lo llevo a tener muchos amigos , su humor era  alegre, vivía riendo por todo, era el alma de las fiestas, extremadamente inteligente para los negocios, vestía de forma cuidadosa y muy bien pensada, mientras que yo, era la noche, muchas veces desee ser como él ya que su felicidad para mí  era sinónimo de libertad, a diferencia de Lanz, yo llevaba un estigma conmigo,  mis visiones provocaron que yo fuese más retraído, era un huraño poco amigable, mi introversión para relacionarme con gente nueva la mayoría de las veces era muy dificultosa, no le prestaba atención a mi forma de verme, quizás era un intento inconsciente de querer separarme de él. Su rostro, era mi rostro, sus ojos, eran mis ojos, su boca, era mi boca.

Sentía verme en un espejo permanentemente, a Lanz le ocurría lo mismo, jamás hable con él sobre mis maldición, a pesar de que él lo intuía nunca me preguntó realmente. Al principio todo parecía ser un juego, cuando éramos pequeños cambiábamos de identidad, cada uno aprovechaba la habilidad del otro para sacar rédito de alguna situación, lo hacíamos siempre. A medida que íbamos creciendo, yo iba ganándome el odio de mi padre, tenía tendencia a saltarme las normas, me habían expulsado del colegio miles de veces,  todo me aburría, tener una maldición desde pequeño solo logro que no tuviese una infancia normal, la inocencia, solo se remitía a cuando era un bebé, fuera de ese tiempo desconocía verdaderamente lo que era.

No podía descubrir nada ya que mis retorcidas visiones se encargan de mostrarme lo asquerosa que podía llegar a ser la vida. Entonces necesitaba vivir en los extremos para poder sentir, aunque eso no me llevase a nada bueno. Yo era temerario y vivía desafiando las reglas. Caso talmente contrario a Lanz, él era más pensante, cada cosas que hacia  la meditaba, tenía más inseguridad que yo que me caracterizaba por ser más visceral y menos emotivo.

Mi padre adoraba a Lanz, él era el motivo de su existencia, porque en él veía su propio reflejo, Lanz lo acompañaba a su reuniones, mi padre le había dado suficiente poder para hacer y deshacer cosas a su gusto, él se había ganado esos méritos con buen comportamiento y por supuesto con su carácter que de por si era llamativo. Lo exprimía al punto de que Lanz a veces sentía que lo ahogaba, vivía bajo presión, ya que mi padre no permitía que él se equivocase bajo ninguna circunstancia. Tenía que ser perfecto.

Al principio el juego que hacíamos de pequeños, Lanz volvió a pedirme que lo retomemos, estaba tan agobiado por mi padre que necesitaba un respiro, y para eso estaba yo.

—No lo pienso hacer, sabes muy bien que a mí no me gusta estar cerca de él, yo no soy parte de su imagen de familia perfecta—sentencié.

—Por favor Luca, soy tu hermano, y estoy desesperado—Lanz me observó lucía nervioso—por favor...— insistió lastimosamente.

—Solo será por un tiempo y si se da cuenta, voy a golpearte— lo amenacé.

—No, él no se va a dar cuenta, jamás supo distinguirnos. No creas que lo va a lograr hora.

—Cómo vamos a hacer con tus amigos, si me ven como tú…

—No hagas caso de eso, hazte pasar por mí, no me interesan son unos idiotas—remarcó decididamente.

— Tu novia…— susurré.

—Puedes hacer lo que quieras—dijo con una sonrisa. Yo lo miré, no me parecía buena idea nada de eso—quiero que seas yo, necesito librarme por un tiempo de la carga de papá, un día de estos va a volverme loco de tanto ahogo, y solo tú puedes  hacer esto por mí. Además  si yo me encuentro con tus amigos, pues, solo paso un rato con ellos y listo.

—A mis amigos no te les acerques, ellos no son como tus amigos— intenté recalcarle aquello con seriedad. Lanz me sonrió.

— Despreocúpate— dijo evidentemente feliz al pillar que yo inevitablemente iba a aceptar una vez más— ¡al fin soy libre Luca!— exclamó divertido.

Comencé a reemplazarlo, me vestía como él, y hacia todo lo que mi padre le encomendaba, incluso debía fingir, porque mi carácter no se asemejaba al de él, al principio solo eran en reuniones aburridas, o en discursos que mi padre solía dar ante mucha gente, luego, con el tiempo, aquello que comenzó como algo efímero empeoró haciéndose cada vez más frecuente.

—Lanz, termina de desayunar, hoy pienso enseñarte un par de cosas, y luego recuerda que debes acompañarme a una reunión—me dijo mi padre, yo apenas si le miraba.

—Iré en un segundo— dije a secas mientras lo  veía desaparecer;  dejé mi servilleta sobre la mesa, me levanté  tomando el maletín de Lanz. Mi madre estaba sentada  cerca de un gran ventanal, le gustaba leer bajo el brillo del sol, la observé fugazmente antes de voltearme para salir.

—Luca

—¿Sí?— De manera torpe, le respondí, quizás no fue tan equivoco, después de todo mi subconsciente salía a  resaltar como lo que era, Luca. Apreté mi mandíbula odiándome.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.