Carpe Díem

Capítulo 37

Capítulo 37

 

-Nina-

Britanny llegó como lo esperado, con un modesto pastel de cumpleaños, las manos suaves de Donata acariciaron mi rostro con cariño.

—Feliz cumpleaños cariño…

Sonreí débilmente.

—¡Nina! Es tu cumpleaños, ¡cambia esa cara jovencita!—dijo mi tío riendo —porque tengo una sorpresa para ti, y juro que estás haciendo que me arrepienta de dártela si sigues con esa cara.

—¿Una sorpresa? ¡Amo las sorpresas!—exclamó Britanny dando saltitos de alegría

—Vamos a fuera —susurro mi tío, yo asentí.

Un sutil pero llamativo cosquilleo en mi estómago me indicaba que quizás la sorpresa podía ser Luca, sonreía suavemente, a medida que avanzábamos mi pecho se agitó  temeroso, bajamos las escalinatas, Donata, mi tío y Britanny. Miré para todos lados, buscándolo.

—Observen hacia el cielo—anunció mi tío.

Donata, Britanny y yo miramos como el cielo se encendía bajo nuestras cabezas, el sonido de los estallidos  rompían una vez más con mi deseo de verlo, obligué a mi boca a curvarse con una débil sonrisa que se apagaba conforme pasaban los segundos.

— ¡Fuegos artificiales!—chilló Britanny riendo eufórica.

—es hermoso…—susurro Donata sin dejar de mirar el cielo.

Luces de todos los colores se expandían sobre nosotros.

—Feliz cumpleaños querida mía—mi tío me abrazó, observé a Irina nuestra empleada  salir de la casa con el teléfono en la mano corría apresurada hacia nosotros, me separé de mi tío.

—Señorita Nina, es para usted—Tomé el móvil alejándome de los demás.

—Hola—dije, pero no oí nada—¿Hola?—repetí moviéndome mientras el cielo seguía encendiéndose bajo mi cabeza —Nina— mi respiración comenzó  a entre cortarse cuando oí la voz de Luca. Me moví débilmente —Nina…— su voz se oía débil y pausada—¡Luca!—exclamé asustada conteniendo mis ganas de llorar—no…no...llores… —llevé una mano a mi boca conteniendo mi propio llanto; sentía que si no lo hacía el sonido de mi sollozo ocultaba el de su voz—Ellos, creen que yo no pude verte, pero lo que no saben es que…todo este tiempo pude hacerlo…—la voz de Luca se oía agotada y lastimosa, cada tanto sentía que jadeaba adolorido—éstas hermosa esta noche…—Luca:¿dónde estás?—atiné a decir sofocando un grito; escuchaba su respiración afanosa, clamé con turbación al oír que comenzó a llorar— Te adoro Nina—mis lágrimas caían mientras mis ojos se detuvieron paralizados frente  a las luces de colores de los fuegos artificiales sumida en un mareo terrorífico—Si dijese que quiero vivir solo porque te amo, me quedaría corto. Quiero ser eterno; porque solo así siento que mi amor por ti es levemente  compensado por el tiempo…

Mi cuerpo se paralizó envuelto en un terror avasallante.

 

-Luca-

Arrancó el móvil de mi oído, jaló la cuerda que tenía amarrada a mi cuello quitándomela, me tomo sacándome por la parte trasera de la camioneta en la que me había llevado cambiándome de lugar, mis pies tocaron la hierba, marchamos un trecho, cada tanto caía, y a duras penas volvía a levantarme.

Hazlo más rápido, ¡no tenemos tiempo!—vociferó, ahogue un gruñido haciendo fuerza para ponerme en pie una vez más, hasta que me detuvo, podía sentir el sonido del mar  y la fuertes ráfagas de viento que me mecían como una hoja seca. Cortó las cuerdas que anudaban mis muñecas, liberándome.

 Me quedé quieto.

El miedo reía bajo el temblor de mi cuerpo. Quité la venda de mis ojos de un tirón, estaba por amanecer, el viento y mis lágrimas confundían el paisaje distorsionándolo

¡Comienza a caminar!—di apenas un par de  pasos.

Disparó.

Nunca había rezado, y ahora, estaba pretendiendo implorar por mi vida, sin embargo mi suerte ya había sido echada, arañe con mis dedos reteniendo mi cuerpo de no caer hacia ese abismo infinito. Tenía miedo, caí de rodillas cuando sentí un ardor que quemaba mi espalda, me puse de pie, volteándome hacia mí asesino, las lágrimas caían abarrotándose sobre mi rostro.

Cerré mis ojos en un último intento por atraer a Nina conmigo, me sofocaba bajo mis propios sollozos, mi pecho se movía  turbado entre  espasmos, fue ahí cuando mi maldición se tornó complaciente conmigo:

La hierba sobrepasaba mis rodillas, el cielo está nublado, cargo a Nina sobre mi espalda, la suavidad de su rostro rozaba uno de los costados de mi cara, torcí mis labios con sutileza, mientras oíamos el sonido de la briza y de los pájaros.

De pronto dejé de llorar, mi maldición estaba apaciguando mis miedos.

Otro disparo dio en mi pecho. Mis pies se tambalearon cerca del borde.

Una vez más en mi visión oí mi voz nuevamente, sintiendo una vez más  la calidez de su cuerpo sobre mi espalda…

¿Te has quedado dormida?—susurré

—aún no…

—pues deberías…




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