Mi alma no responde,
El timbre de tu voz me hiere,
¡Cariño! Tu, que jamas fuiste mio,
Viste como la distancia consumía mi Espíritu,
Un día anochecio y nuestros corazones se alejaron de tal manera que olvidaron como regresar,
Que ese hilo rojo se suponía era fuerte y se rompió,
Dime, si por lo menos un instante sentiste que me amabas.