Jazmín tarareó mientras acomodaba el papeleo en el escritorio de Mei. Podía sentir los ojos de la mujer mayor sobre ella. La copa de whiskey llena en su mano estaba olvidada. Finalmente cedió, ya que sintió que podría quemarse instantáneamente en cualquier momento por la intensa mirada de su mentora y se volvió hacia ella con las cejas fruncidas en una pregunta silenciosa.
- Jazmín, necesito hablar contigo sobre algo- dijo con un suspiro, de repente no parecía el pilar de fuerza y habilidad que se sabía que era. Esto debe ser realmente serio si parecía mayor de lo que le gustaba que mostrara su magia en ella.
Tomando asiento en una de las sillas frente al escritorio, cruzó las manos sobre su regazo y esperó pacientemente a que su mentora hablara.
- Como sabes, Marcus está llegando al final de su plan y pronto se detendrá con su guerra defensiva y comenzará a aniquilar todas las aldeas, retirándolas del mapa cuando estén debilitadas por la separación física.
Ante la idea de que todo su mundo desapareciera, Jazmín se estremeció.
- En ese sentido, he decidido que vamos a hacer un último empujón. John y Tomás están listos para enfrentarlo. Reconozco que es un riesgo permitir que Tomás se acerque a Marcus por ser familia y que este pueda irse al lado del enemigo... Pero es un riesgo que tenemos que correr.
Jazmín miró su regazo y contó sus respiraciones hasta diez antes de confiar en sí misma para hablar.
- John va a permanecer con la idea fija acerca de ser un héroe- dijo mientras se sobresaltaba, deseando que sus lágrimas no cayeran-. No importa cuánto le diga que la guerra no es glamorosa, está decidido a convertirse en un héroe.
- Va a estar bien, Jazmín. Tú y todos los demás ahora deben confiar en que está listo para hacer esto.
- Voy a ir, obviamente- dijo Jazmín con un resoplido, ojos verdes brillando con más que lágrimas no derramadas.
- Nunca hubiese dejado ir a mi aprendiz favorita si no estuviera lista, ahora es cuando más te necesito en el frente de batalla.
Hubo momentos en que ella sintió que había crecido: salvando su primera vida, avanzando hasta llegar a ser comandante en su rango como militar, cuando cumplió dieciséis años, cuando dirigió su primera cirugía mayor. Pero de repente, al darse cuenta de que en realidad iba a ir directamente a la guerra, supo que realmente había crecido a la tierna edad de 18 años.
- Va a estar todo bien, Jazmín- dijo Mei mientras se levantaba y le daba un abrazo.
Ella pensó en la promesa que le había hecho a su espantapájaros. A lo largo de los años, habían hecho muchas promesas: siempre cepillarse dos veces al día, recordar mantenerse seco, traer de vuelta sus libros, cuidar a los perros si algo le sucedía... Pero todos ellos cayeron en la promesa que claramente había significado mucho para él.
Ahora tenía que romperla.
- Lo sé- susurró, esperando que todo saliera bien.
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Querido Espantapájaros,
Me dirijo a las líneas del frente.
Quería decírtelo antes, pero cuanto menos tiempo tengas que preocupart, mejor. Lo siento, no puedo cumplir mi promesa de permanecer fuera de la guerra. Pero no te preocupes, ¡ya sabes que soy un médico insuperable a excepción de Mei!
Sé que no crees que la guerra sea glamorosa y entiendo eso, pero por favor entiende que me siento orgullosa de ir a donde estás. Si tan solo me hubieras dado una pista sobre cómo te veías, podría encontrarte.
Extrañaré mucho nuestras cartas.
Hasta otro mejor momento.
XXX
- Estaré bien. Por favor, deja de llorar ahora.
- Por favor, vuelve con nosotros- dijo su papá con lágrimas en los ojos oscuros. Jazmín no podía ver los ojos verdes de su madre que había heredado porque los tenía cubiertos con las manos.
- Haré mi mayor esfuerzo.
Ella les dijo adiós con la mano, finalmente se extrajo de su abrazo desgarrador y comenzó a caminar hacia el lugar de reunión asignado. Allí se uniría a Mei, John y Tomás con el resto del convoy.
Pensó en su espantapájaros. ¿Había recibido su última carta? ella no tuvo tiempo de esperar su respuesta. Anoche, después de haber empacado su pequeña bolsa de viaje, sacó todas sus cartas en ese álbum especial y grueso y las revisó metódicamente. No importaba que las mantuviera en orden cronológico ya que todas estaban fracturadas y no tenían ningún contexto entre ellas. Sin embargo, al verlas frente a ella a la vez, notó cuánto se había abierto lentamente su espantapájaros. Habían pasado casi siete años escribiendo, pero podía decir que era un hombre muy secreto y sensible.
Tocó las letras y pensó que para cualquier otra persona, estos pequeños secretos serían intrascendentes. Sin embargo ella los apreciaba, como lo demuestra su cuidadosa recolección y cuidado dado a preservarlas. Cuando terminó, abrazó el álbum cerca de su pecho y se permitió un momento para llorar.