Hoy te vi, una mortal te acompañaba, se veía feliz a tu lado, porque sonreía mucho.
Me pareció haberla visto besar tu mejilla, ¿acaso es la mortal, la que cura tus heridas? Pudiendo ser yo.
Y la miré y me di cuenta de su insignificancia, me di cuenta que tu resplandor la opacaba estando a tu lado.
Y claro es una simple mortal, que se admira de tu luz que desprendes al andar.
Es una interesada, no confíes en ella, que lo único que ve es tu luminosidad, no puede mirar más allá como lo hice yo.
Créeme.
Y una cosa te puedo jurar:
Yo,
que me enamoré de tus alas,
jamás
te las voy a querer cortar.