Capítulo 4
Universo en Expansión.
Intercambiar amor a través del papiro se convirtió en un hermoso hábito no solo en el momento de luchar por estar juntos.
El primer visitante vino de Venus, una hermosa niña que parecía una mezcla entre ellos. El sol se enamoró de ella desde su primera patada en el útero de Luna.
El segundo eran dos visitantes de Marte, ambos alborotadores pero cada vez que escuchan las voces del Sol se alineaban como los planetas.
Entró a su casa sintiendo el calor que solo la familia podía dar. Era hora de que los niños estuviesen en la cama, así que pensando que ella los pudiese estar poniendo a dormir, él entró a la cocina para no molestarlos. Buscando comida mientras su estómago gruñía, solo encontró un plato vacío con un papiro encima, así que lo abrió.
Querido sol,
Sé que puede sonar aburrido ahora, como siempre empiezo mi tarjeta con Gracias. Pero créeme es poca cosa a todo lo que trajiste en mi vida desde que te conocí. Estoy agradecida por la inmensa luz que derramas sobre mí y nuestros "visitantes".
Nunca creí que alguien pudiera enamorarse todos los días de la misma persona. Mírame ahora, estoy loca por ti en cada día que pasa con nuestra familia.
Te quiero bien no solo yo, todos te queremos, nuestro Sol.
Tuya por siempre y para siempre: Luna y los Visitantes.
Su estomago paró de gruñir como siempre porque las palabras en la tarjeta nublaba sus ojos.
Algo de ruido provenía del piso de arriba y comprendió que a los visitantes les costaba conciliar el sueño.
—Esto no es justo, niños. Vayan a dormir ahora, he estado leyendo todos los libros en el estante —Sonaba cansada, y con todo el derecho.
—¡Queremos uno más o no dormiremos! —Amenazan los pequeños.
—¡Ahm! ¡Ahm! —Se aclaró la garganta, y en cuanto los niños lo vieron saltaron a su lado.
—Sol, finalmente viniste a ponerlos a dormir —Luna suspiró aliviada.
—¿Qué es lo que hablamos todas las noches? Que haremos lo que mamá diga, especialmente cuando es hora de dormir —Se arrodilló ante ellos mientras la observaba arreglar los libros en su estante.
—¡No podemos evitarlo, papá! Es tan divertida haciendo voces —Declararon los gemelos extasiados en una sola voz.
No pudo evitar soltar una risita, pero se ganó un carraspeo de Luna unido a una mirada de enojo. Por lo que articuló un perdón.
—Si no sabemos que ella es nuestra madre, la tomaremos fácilmente por una adolescente, ¡así que es nuestra amiga más que una madre! —Su princesita estaba de pie junto a los gemelos mientras hablaba.
Sí, su Luna no tenía edad, a veces incluso otros se sorprendían de su apariencia juvenil. Bueno, ella decía que su secreto era su familia, especialmente él.
—Mamá no tiene tu edad, es una adulta. Y es como la Luna que nunca envejece mientras la mantengamos feliz. Pero tú no estás ayudando demasiado, ella trabaja todo el día y tú no obedeces. Por hacer todas estas rabietas ella estará triste y todos estaremos tristes entonces.. —Dijo al notar sus ojos cansados.
—Amamos a mamá y siempre la mantendremos feliz. Además, somos su felicidad. ¿Verdad, mamá? —Los niños se alejaron de él y fueron hacia ella golpeando sus piernas.
—Sí, mis dulces, ustedes son mi felicidad, pero ¿pueden dormir ahora, mis ángeles?—Dijo con su linda voz que los hizo reír.
—Vayan a la cama ahora. Vendré a verlos más tarde —Dijo mientras la ayudaba a cubrirlos bien.
—¡Buenas noches papá!
—¡Buenas noches mamá!
—¡Duerman bien mis ángeles!
Con ese deseo de rutina, ambos se encontraron felices fuera de la habitación. Y él no perdió ni un segundo para acabar con su sed de sus fríos labios.
—Te extrañé mucho todo el día —Dijo inhalando su aroma después de ese beso.
Ella no dijo nada, solo disfrutó el momento.
Después de que él se dio un rápido baño, se unió a ella en el salón.
—A veces nuestros visitantes me dan por sentado —Comenzó a decir mientras bajaban las escaleras —Es por eso que actúan así.
—Ellos te aman, ¡pero obviamente no tanto como yo! —Dijo mientras le besaba la mano.
—Sé que me aman, yo también los amo. Se ganan mi corazón con esos ojos suplicantes —Ella dijo, y dirigió hacia la cocina seguida por él.
—Estoy celoso, ahora. —Frunció el ceño como un niño.
—No seas así, son parte de ti, por eso los amo más.
—Como yo Luna. ¿Comiste? ¡Haré pasta!
—¿Por qué vas a hacer pasta cuando hice carne asada, tu favorita acompañada con batatas? —Ella cuestionó.
—¡No lo vi, amor! Además, no necesitas hacer todo esto, estás trabajando mucho todo el tiempo —Rodeó su cintura mientras descansaba su cabeza en su hombro.
—Lo puse en el horno, no puedo arriesgar la comida como la última vez con nuestros “alborotadores” alrededor —Ella le dio un beso en la mejilla mientras él se dirigía hacia el horno.
—¿Así que ya comiste?
—No, no me gusta comer sin ti. Solo muerdo un poco de la comida con los niños para que puedan seguir la corriente —Añadió mientras se sentaba y colocaba los platos para servir.
Después de la cena revisaron a los niños, volviéndolos a cubrir con sus suaves mantas, y dejando un beso de buenas noches sobre sus cabezas.
—¡Lamento, Luna, que tengas que renunciar a tu trabajo por nosotros! — dijo mientras estaban en su habitación, sosteniendo sus manos sobre su pecho, estaba triste porque no podía verla en el pasillo del hospital haciendo su trabajo soñado como cirujano.
—No extraño mi antiguo trabajo porque nuestros hijos me llenan el día con sus rabietas y el desorden que crean. El tiempo pasa sin que me dé cuenta —Ella confirmó sus palabras besando sus labios.
—Te extraño allí, así que comienza a recargar pilas porque tan pronto como se vayan a la escuela, regresarás al trabajo si es necesario. Yo me quedo en casa. Ya tuve mi momento de gloria, Luna, y te quiero a ti también, a tu lado. Terminaste todos tus exámenes con sobresaliente, y si no hubiese sido por el segundo embarazo ahora estarías brillando en el departamento de cirugía —Él creía firmemente todo lo que decía.