Cartas de amor de un Amante

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Los aplausos del hombre se escuchaban por todo el gimnasio. Él parecía ser el entrenador por su vestimenta que es la habitual de uno, pans. La pelinegra sigue en el suelo y yo dejo derlo para enfocarme en ella y tratar de ayudarla para que se levantase, niega con un movimiento de rostro y yo retiro la mano de inmediato. 

—Leah Walker ¿no es así? —pregunta el hombre nuevamente. —No tengo que investigar demasiado de ti cuando yo mismo te he visto en vivo. —Sonríe afiladamente dando unos pasos en mi dirección. —Soy el entrenador Charles…

Alice se pone frente a mi. Veo su cabello en una cola y brilla levemente. Se ve tensa con este hombre, me coló sin pensarlo demasiado a su lado.

—Sus clases el día de hoy son más tarde ¿Que hace aquí? —pregunta tajante Alice.

—Tenía algunas cosas que hacer, pero, tu, Alice Anderson no es horas de estar por aquí. El gimnasio no está permitido entre clases que no sean la tuya. —El hombre dice entre dientes, voltea en mi dirección. —Un gusto tenerte en esta escuela Walker. Anderson no quiero más problemas, que seas la capitana y vicepresidenta no te da privilegios.

Alice tiene una mueca de disgusto en el rostro y no se queda callada.

—Estoy haciendo una prueba y si no le parece hable con la directora —habló entre dientes. —Continuaremos el recorrido de inmediato, sigueme Leah. 

Lo hago pero antes le doy una mirada furtiva a Charles que sonríe falsamente. Me va a joder bastante, lo se. No tengo que conocerlo demasiado para entender lo mierda que es.

Los oscuros pasillos que dan a los vestidores me erizan la piel, se siente el frío y la mirada de alguien. Volteo de inmediato y no hay nadie detrás mía, ignoro eso y sigo a la pelinegra que continuaba tensa. 

—¿Él te ha hecho algo? —cuestiono cuando llegamos mientras ella se preparaba para cambiarse.

—El es un puto varoncito —dice con rabia.

Yo me recargo con el hombro a un lado suyo, veo como algunas hebras de su cabello caen aun lado y está enfocada en un protector en sus manos. Le doy la espalda a los casilleros y me dejo caer levemente.

Si estoy en lo correcto se refiere a que es un asqueroso misógino y seguramente sexista. Meses atrás con las chicas correctas trataría de hacer que lo despidieran pero hoy no hay nadie conmigo, Adele seguramente no se cansaría hasta lograrlo y yo le seguiría como un borreguito. 

—¿La apuesta seguirá? —pregunta haciendo a un lado el tema.

Veo de reojo como se sienta aun costado y yo imito su acción. Peina su cabello hacia atrás con suavidad.

—Si respondes mi pregunta yo consideraré la tuya —aludo igualmente.

—Es un patán que cree que el equipo masculino es el único que vale cuando aun así nosotras llegamos a clasificar.

—Hay algo más ¿No es así? —pregunto dándome cuenta que escondía algo. —Los imbéciles como él no sólo desprecian a las mujeres.

Ella se queda petrificada, tensa, nerviosa, como si tratara de que no se notara lo aterrada que estaba.

—Por su culpa me lesioné meses atrás y apenas hoy es la primera vez que regreso. 

No estaba aliviada a pesar de que tendría que estarlo, creo que sé que podría estarle sucediendo. Mientras jugábamos a pesar de la velocidad en la que jugaba siempre se limitaba en algunos movimientos, algunos en el caso de saltar eran casi muy obvios y el cansancio que mostraba apenas unos cuantos minutos de juego, era jodidamente obvio.

—Creo que la apuesta no vale la pena si no estás bien —digo tratando de calmar sus inquietudes internas. —Cuando regreses a tu nivel podría darte una oportunidad.

Ella carcajeo levemente antes de darme un golpe amistoso en el hombro.

—Te arrepentiras Leah Walker.

—Tu te arrepentiras de haberme conocido Alice Anderson —digo devolviéndole la sonrisa.

La primera vez que llegué a mi instituto fue semanas antes de comenzar mi primer año, un tour que ame a decir verdad y que con el tiempo no hice más que odiarlo. Ese instituto no era más que hipocresías de “Amamos a los genios” para que después los exploten como si no fueran solo unos niños. Nunca hubo ningún problema con ella porque yo ya me sobreexplotado desde antes, nunca me he imaginado una yo sin todo ese tiempo entrenando y tampoco me he imaginado a una yo que esté en paz.

Escribí en mi telefono las clases que tomare y la sus ubicaciones. Puse atención a todo lo que decía y veía cómo se entregaba a que yo la miraba, sentía su pasión al hacerlo.

—Bueno y aquí termina el Tour —finaliza con una sonrisa. —¿Qué opinas de la escuela?

—Me gusta y sinceramente me agrada verte sonreír, antes sentía que me apalearias si tuvieras la opcion de hacerlo.

—Querida, créeme, si tuviera esa opción lo haría —lo dice con una sonrisa socarrona.

—Wuao y a mi me encantaría si me amarraran para hacerlo —sigo el hilo de su broma que con total intención le tome doble sentido.

—Ya te he dicho que no eres mi tipo ¿verdad? —cuestiona antes de darse la vuelta y mirándome sobre su hombro. —Tengo clases que atender, ve a la dirección, seguramente te darán alguna instrucción. —Comenzó a irse. —Nos vemos fetichista extraña.

—Es un secretito y espero que lo guardes.

—¡Nos vemos luego chica nueva!

Parece que la pelinegra no es tan mala como parece. La dirección escolar está al otro lado, me dirijo sin pensarlo tal como dijo Alice. 

La mujer que me atendió antes seguía ahí tecleando algunas cosas en su computador cuando llegué.

—¿Eres Leah Walker verdad? —pregunta sin despegarle la vista su computador.

—Si.

—Bueno esto es tuyo. —Deja un par de papeles encima del mostrador. — Este es tu horario, reglamento y una hoja que puedes llenar si es que quieres entrar a algún club, tu número de placa está en esta credencial y por último esta es la contraseña de tu nuevo casillero que es el 171... ¿Vale?



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En el texto hay: poesia, lgbt, cartas de amor

Editado: 26.10.2021

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