Desde el cielo, un ángel de hermosos cabellos veía con intriga la vida en la tierra y estaba tan ensimismada en sus pensamientos que no sintió cuando otro ángel llegó a sus espaldas.
— ¿Qué es lo que te llama tanto la atención?
—Arcángel Gabriel —El ángel se levantó sobresaltada al escuchar de súbito al ente divino— Es que… ¿por qué ellas hacen tanto? —pregunto ya más calmada viendo nuevamente a la tierra.
— ¿Quiénes? —pregunto Gabriel viendo también el mundo de los humanos.
—Ellas —dijo señalando a varias mujeres quiénes llevaban consigo uno o más niños— ¿Por qué los tienen que cuidar? ¿Hicieron algo malo? —preguntó sin comprender que hacían esas mujeres.
Gabriel sonrió y con suavidad puso una de sus manos en el hombro del ángel.
—Todas ellas son reencarnaciones de la Virgen María, al igual que ella, son lo que llamamos ‘madre’ —explico Gabriel.
— ¿De la Virgen María? —pregunto extrañada el ángel, mirando sorprendida al Arcángel Gabriel— Pero, María nunca ha dejado el cielo —dijo.
—Tal vez, pero ella comparte con cada una de ellas la bendición de ser madre —dijo Gabriel.
—Disculpa Arcángel Gabriel, pero todavía no comprendo qué es una madre —hablo el ángel de blancas alas.
Gabriel se acercó conciliador al ángel y con su cabeza señalo a la tierra. Hubo una especie de acercamiento y como si se tratará de una gran pantalla vieron de cerca a una mujer humana, con un niño recién nacido en sus brazos.
— ¡Que pequeño! —exclamo el ángel al ver al bebé.
—Todas las personas son así cuando nacen —explico Gabriel— La mujer que lo sostiene es su madre, es decir quién permitió el nacimiento del niño. Ella ayudó a crearlo y lo está cuidando.
—Lo protege —murmuro por lo bajo el ángel— ¿Y Luego que hace?
—Vela por él y lo ama por toda su vida, lo ayuda a crecer y lo protege del mundo hasta que él o ella lo pueda hacer por sí mismo —respondió Gabriel.
—Pero —Con una de sus manos el ángel cambio la imagen mostrando a una mujer quién le pegaba a un niño de unos tres años— ¿Si lo ama por qué lo está golpeando? —cuestionó con congoja.
—Lamentablemente hay mujeres que no saben ejercer ese papel —A un lado del ángel apareció el Arcángel Miguel portando siempre su espada, uniéndose a la conversación al ver a Gabriel observando el mundo humano con ese ángel— Hay mujeres que ven a los niños como algo molesto, pero por una u otra razón les toca convertirse en madres. Por ejemplo, ese niño —señalando al pequeño que lloraba adolorido por los golpes— Algún día va a cambiar el mundo, pero por ahora tendrá que afrontar esa situación.
—La mayoría de los niños que están en la tierra, son querubines que deciden bajar y darle amor a las personas que ellos creen que lo necesitan. Tal vez recuerdes a Leandro.
— ¡No! —Súbitamente el ángel se lanzó a la imagen tratando de atravesarla, pero rápidamente se vio detenida por ambos Arcángeles— ¡¿Por qué Leandro tiene que sufrir?! Él ha sido bueno con todos en el cielo y tiene un corazón sumamente bondadoso, ¿por qué está con esa mujer que solo lo golpea? —exclamó el ángel al borde de las lágrimas.
—Porque él vio algo en esa mujer, que lo hizo elegir bajar al mundo, aunque lo cierto es que no fue por ella que bajo —Gabriel movió el espejo logrando que avanzará varios años en el futuro y de pronto apareció Leandro ya como adulto, consolando a una jovencita quién no paraba de llorar— Él sabía lo que le deparaba el destino, y también lo que iba a vivir esa mujer, así que eligió sufrir en sus primeros años, para poder hacerla feliz a ella en lo que le quede de vida.
—Los niños son seres de luz —recordando las palabras de Uriel— No pensé que fueran tan complicadas las relaciones entre niños y madres —cavilo el ángel.
—Son complejas, pues tienen muchas capas —Miguel movió una vez más el espejo y mostró a una mujer preocupada cuidando a una niña enferma postrada en cama— Las madres son las únicas que son todo en el mundo, no importa si son buenas o malas, por siempre o solo un momento, ellas se preocupan por sus hijos y los niños que logran tener una, siempre afirman y recuerdan con mucho aprecio a la mujer que fue su mejor amiga, consejera, doctora y cuidadora por muchos años —explicó Miguel mostrando un sinfín de imágenes de madres primerizas, asustadas, enojadas, preocupadas o simplemente sonrientes…