Quiero poner énfasis en este tema de las canciones tan obscenas que te he estado dedicando. Pon especial atención a ellas. Escúchalas bien. ¿Te enseñan algo bueno? ¿Son verdadero amor o simplemente deseo sexual lo que en ellas se expresa? Nosotros los jóvenes estamos perdiendo el sentido de la realidad, la frontera del respeto. Es más, ya ni existe. Y creemos estúpidamente que podremos romper las reglas sin malas consecuencias, pero eso no podrá ser jamás. Siempre, romper una regla traerá consigo efectos colaterales. Es simple: acción-reacción.
Piensa ahora, si logro mi objetivo, si después de insertar en tu mente la idea de que seas mía, si con esas palabras que expresan los cantantes obscenos, logro que tu mente se prepare para que llegado el momento no puedas negarte a mis peticiones, entonces, ¿qué va a pasar? Tú, la joven e inocente, me entregarás tu corazón y tu cuerpo. Pero ojo, por ser lo más valioso que tienes, no puedes entregarlo a cualquier imbécil que te hable bonito. Todos están cazando y la que primero caiga, esa ya no se levanta tan fácil. La derrotada será pisoteada por un buen rato.
Si logro mi objetivo perderás tu honra. Perderás mucho valor. Dejarás de ser mercancía fina y serás corriente. Si no sabes darte a respetar, entonces una vez logrado el fin, te desecharé y seguiré en mi caza de mujercitas fáciles. No me detendré, menos porque mi objetivo se ha cumplido.
Tú ahora estás atada a mí. Al ser mía ya estás tachada, señalada, marcada como una vaca a la que ponen fierro al rojo vivo. Ya no tienes libertad. Lo siento, la alegría es un recuerdo: se acabó. La etapa bella ya pasó, ahora viene la tragedia, el dolor, el sufrimiento, la hora de pagar la cuenta del consumo que antes con alegría gozabas. Por eso, mejor no me creas mis mentiras, porque si lo haces, más tarde que temprano te vas a arrepentir.
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Editado: 17.01.2019