Honduras, América Central a 20 de julio de 2015
Las piedras pasan la suela de mi zapato, el sol comienza a dejar estragos en mi cuerpo, mi garganta ruega por una gota de agua, mi estómago gruñe por falta de comida, mis ojos se empañan a causa del sudor, mis piernas tiemblan como consecuencia del cansancio, mi rostro está rojo como prueba del esfuerzo realizado…
El camino aún es largo; atrás quedan los barrios, el control, la hambruna, la pobreza y escasez, el dolor, la falta de empleo, la violencia y el abuso.
Soy Carlos Alberto Zelaya Castillo y al lado de mi familia emprendo un viaje a lo desconocido, no temo puesto que nada podría ser peor que permanecer bajo el dominio hondureño y es por eso que hoy, dejando la prueba en éste pequeño diario, nos dirigimos a Parral, Chihuahua, es extraño, lo sé, pero nosotros no queremos cruzar la frontera, sólo aspiramos una vida libre y tranquila, queremos una casa a la que podamos llamar hogar, respirar sin temor, comer sin necesidad de contar porciones exactas para cada uno, salir y sentir aunque sea una pizca de seguridad y no ir de esquina a esquina buscando al enemigo.
Muchos dicen “-aspiran a muy poco-”, pero en nuestras condiciones es aspirar demasiado alto.
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C. A