Cartas para San Valentín

Mi querida pequeña niña.

                                                                                                 "Se perdona mientras se ama"

-François de La Rochefoucauld

Tercera Carta: Mi querida pequeña niña

(Escrito por: Señorita Yuuki.)

5 de Febrero del 2019

 

Hola, pequeña yo. ¿Qué hay de nuevo? Espero que te encuentres bien donde estés. Sé que estás en un lugar muy apartado de mi lado. O así te dije ese día que te vi en el espejo. ¿De verdad soy tan cruel de apartarte de mí e ignorarte? Creo que la mejor respuesta es el silencio que hay entre las dos. Tú con una carita triste y yo con una cara de guasón. Oh sí, todos estos años he adquirido una pizca de comedia. Me gusta hacer reír un poco a la gente, al menos eso me hace sentir bien a pesar de lo mierda que me siento.

¿Cómo estoy? Oh sí, sí. Estoy demasiado entusiasmada con la idea de poder expresar por medio de la escritura. Lo que fue un hobby, ahora es un sueño demasiado difícil e inalcanzable. Pero no te preocupes, siempre he dicho que cada uno tiene su momento de brillar. Y mi momento, llegará un día, no te preocupes.

Todo este tiempo, he adquirido vicios demasiados malos para mí. He ido a tres psicólogos. Sí, ¡tres psicólogos! ¡Por todas las canas de mi abuela! Parezco una mujer con problemas. Pero, ¿sabes? Todos tenemos problemas que siempre estamos batallando para eliminarlos de nuestro ser. Más bien, para superarlos. Te preguntarás cuales son mis vicios. No son de drogas, más bien, son emocionales. ¿Te acuerdas cuando te vi y te dije que eras una tonta? Oh sí, esa vez tuve llorando demasiado, me ardían demasiado los ojos. Me sentía una mujer que no valía nada, sentí el peso de vivir, el de aquellos donde sientes que eres una carga para tu familia. ¿Y por qué no les dije como me sentía? Oh niña de los ojos tristes, ¿sabes? Siempre he tenido que sonreír, aunque no quiera. Siempre guardando la calma, cuando en verdad estaba a punto de caer y no volver a levantarme. Siempre estuvo mi pasado, siempre estuvo mi baja autoestima, las palabras fuertes que me decía la dichosa familia. No podía decirles lo que me hacían, preferí callar y tragar todo. ¡Y de ahí los vicios que he tenido!

Te preguntarás que vicios tengo hasta ahora. Pues es de bloqueo de mis emociones oscuras. El de decir: “Estoy bien” mientras sonrío y sigo. El sentimiento de extrañar alguien y no poder decirlo con libertad. Todo este tiempo he bloqueado lo que siento en verdad. Y siempre con una sonrisa de guasón, siempre batallando con el agujero y vacío que tengo.

No niego. Me he sentido perdida todo este tiempo. Aún no estoy satisfecha con lo que hecho, quiero más, mucho más de lo que tengo. Quiero brillar tan alto, y dejar deslumbrados a las personas que siempre me catalogaron como una mujer inservible. Y te juro que cuando llegue ese momento, me sentiré la mujer más feliz en esto que llamamos vida.

Soy rara, ¿verdad? Sí, me han dicho siempre que soy rara. Siempre riendo de todo, y sonriendo para todo. Hasta me han dicho señorita sonrisa. ¡Soy agradable al conversar! Hasta me han dicho que tengo un aura demasiado agradable. Pero hay algo de malo. Espera, espera. Deja que te cuente. Soy una chica demasiado nerviosa a la hora de socializar, no sé qué mismo decir; y por ende, siempre estoy callada. ¡A veces hasta piensan que me caen mal! ¿A que soy una chica peculiar? ¡JA! Esa soy. Soy una chica tímida, fría, bruja y hasta introvertida.

Oh sí. ¿Te acuerdas cuando te escondías al ver a nuestro papá venir ebrio? Sí, recuerdo perfectamente que teníamos miedo. Nunca nos gustó, ni nos gustará la manera de llevar las cosas con ese hombre. ¿Lo amamos? Sí, sé que lo amas. Después de todo es nuestro padre.

Te escribía para pedirte perdón por todo lo que hice en su momento. Por todo lo que pasaste por culpa de nuestros padres, por todo lo que estamos llevando y las secuelas que nos dejaron los eventos que pasamos en la niñez.

Así que en este momento te pediré perdón a nombre de nuestros padres.

Perdónanos, por dejar ver nuestras peleas sin darnos cuentas que estabas muerta de miedo. Perdónanos, por no saber comprenderte en su momento, por darte la espalda sin darnos cuenta que te estábamos haciendo daño.

Perdónanos, por mezclarte en esa pelea entre el amor y los golpes. Amar no significa hacer daño a esa persona especial. El amor es de comprenderse mutuamente y llegar a un acuerdo sin tener que alzar la voz o darse puñetes, mezclados con insultos.




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