El miércoles paso en un abrir y cerrar de ojos, Paige se la paso de arriba hacia abajo organizando la presentación de los diseños para la cooperativa de la empresa.
Estaba nerviosa; ya que el jueves seria la presentación en la empresa y el viernes la gala de premios.
El jueves por la mañana, se encontraba dándole los últimos retoques a la presentación cuando Olivia entró a la oficina.
—Paige, ya está todo listo en la sala de proyecciones.
—Gracias Olivia, ¿los directivos ya están aquí?
—Sí, me confirmaron que la mayoría ya está.
—Está bien, Gracias—contesto Paige.
Olivia al verla tan estresada trato de darle ánimo.
—Oye, tranquila, veras que todo sale bien; además, aunque fuera la peor presentación de la historia dudo que el jefe te despida— bromeo con una sonrisa pícara en los labios.
Paige solo rio.
—Lo sé, Olivia, gracias por el ánimo.
—Ya sabes, bueno, te dejo para que termines— dicho esto salió de la oficina.
Paige se sentía emocionada con la presentación; solo esperaba que a los directivos les gustara.
—Hola cariño —saludo Alexander entrando a la oficina sin tocar.
—Hola amor— Paige se levantó para recibir a su esposo, Alexander la tomo en sus brazos y la beso profundamente sin importarle si alguien entraba y los veía.
—Me encanta ese vestido— le dijo Alexander apartándose solo un poco.
—Lo sé— Fue lo único que respondió; ella lo sabía, por eso decidió llevarlo.
Era un vestido color vino de manga tres cuartos. Tenía cuello alto y en la espalda dejaba una porción de piel a la vista. Era recatado pero a Alexander le encantaba como se amoldaba a las curvas de su esposa.
— ¿Estas nerviosa?— pregunto Alexander besando su cuello.
—Un poco, pero si sigues haciendo eso tal vez ayude—Dijo Paige inclinando la cabeza para que tuviera mejor acceso.
—Tengo el deseo de suspender esa estúpida reunión e irnos a casa, estoy seguro que nuestra cama nos está esperando— aseguro aun con la cabeza en el cuello de ella.
—Una oferta muy tentadora señor Ambrosetti, pero debo declinar ese tipo de propuestas, además que toda la directiva nos está esperando.
—Odio el trabajo —dijo Alexander depositando un último beso y retirándose.
Paige lo miraba con los ojos abiertos y la sorpresa en su rostro.
— ¿Que paso?— pregunto Alexander al ver su rostro.
—Creí que jamás te escucharía renegar del trabajo; tú que eres un obseso del control. Me impresiona.
—Paige—le dijo repentinamente serio— si tengo que escoger entre dirigir la compañía y hacerle el amor a mi esposa, dudo que lo analice mucho.
La beso una última vez antes de dejarla y dirigirse a la sala de proyecciones.
Al entrar, los directivos lo saludaron, Alexander sabía que le temían debido a su reputación; pero todo eso a él ya no le importa.
Se colocó al extremo de la mesa a revisas los folletos de la exposición.
Unos cinco minutos después entro Paige seguida de Olivia listas para empezar la presentación.
Alexander tuvo que apretar los dientes al ver la forma en que algunos de los directivos miraban a su esposa.
Él era totalmente consciente de la belleza de su mujer, pero eso no evita que quisiera despedir a aquellos que ven a Paige con otras intenciones.
Lo único que evitaba que no lo hiciera era que sabía que Paige no sabía nada; su esposa era tan inocente y despistada que no se daba cuenta de las miradas de ellos, ella únicamente tenía ojos para él y eso hacía sentir a Alexander orgulloso.
“Esa es mi chica”
Una vez dio inicio a la presentación, Alexander mantenía su cara sería, nadie que lo observara podría pensar que no estaba concentrado en la demostración.
Nadie excepto Paige. Ella sentía la mirada de Alexander en ella, observando cada uno de sus movimientos; fue un milagro que no se desmayara debido a la intensidad en la mirada de Alexander.
Una vez concluida la presentación los directivos la felicitaron por su excelente trabajo, todos sabían que era la esposa del jefe así que trataron de ser lo más respetuosos posibles.
— ¿Y? ¿Qué le pareció señor Ambrosetti? — pregunto Paige al acercarse a Alexander.
—Interesante señora Ambrosetti —le respondió tomándola de la cintura, quería que todos supieran que esa mujer es suya.
— ¿Interesante? ¿A qué se refiere señor Ambrosetti? — le pregunto con una ceja enarcada.
Él se inclinó para susurrarle en el oído.
—Hoy he averiguado que ese vestido no solo tiene un efecto en mí, sino también en gran parte de la población masculina— le dijo con el rostro serio.
Cualquiera pensaría que están hablando de algo sin importancia por el rostro de Alexander; pero Paige sabe exactamente lo que a su esposo le sucede.
—William Alexander Ambrosetti Romanov ¿estas celoso?—le preguntó Paige con una sonrisa.