Casada con una Mentira

CAPÍTULO 14

Estoy por abrir la caja cuando escucho un ruido extraño, eso me recuerda aquella caja que me enviaron dos años antes resultando ser un explosivo que por poco acaba con mi vida. 
Me detengo en el intento retrocediendo lejos de mi escritorio, dejando la caja intacta pidiendo a Marcela, mi asistente, que llame de inmediato a la policía y pida un grupo antiexplosivo y mande vaciar el edificio de inmediato. 

Marcela queda pálida como un papel con lo que acabo de esbozar. Su rostro da miedo por el susto que la invade en estos momentos. No puedo dar chance de nada, activo la alarma de incendios haciendo que todos evacuen de inmediato el edificio. 
Roger se encarga de realizar la llamada, al igual que a los medios de comunicación, para que registren la nota de un posible atentado en mi contra horas después del altercado con el señor Petrovic. 

— ¿Los medios? Es, en serio, Roger. Aún no hemos confirmado si es un explosivo o no, carajo.

— Esto no es casualidad. — Menciona — Deja el caso o te perdemos, Maciel. Recuerdas el caso Colton... Casi te cuesta la vida, niña terca. 

— También te quiero, Roger, pero llegaré al final de todo esto. — Le digo — Sé que un miembro de la familia cometió ese atroz delito y juro que lo descubriré, lo mandaré a prisión por el resto de su vida o dejo de llamarme, Maciel Miranda. 

— Estás loca, solo cuídate. 

— Lo haré, lo prometo. 

El tiempo se pasa lento como el caminar de una tortuga, los medios tratan de contactar conmigo para que de una primicia de la nota. No estoy para lidiar con esas cosas. 

Camino de un lado a otro meditando las últimas palabras del señor Petrovic ¿Acaso fue capaz de atentar contra mi vida? ¿Qué esconde? 

Dos horas más tarde me confirma el oficial Castro, especialista en antiexplosivos, que era una bomba con temporizador que fue activado a control remoto. 

El artefacto iba dirigido en mi contra. 

— ¿Se atrevió a tanto? — Digo mentalmente. 

Gracias a mi rapidez de llamar y su especialidad en explosivos se pudo evitar una desgracia. 

— Sospecha de alguien, Señora Yankow. — Pregunta — Es por segunda vez que le dejan un artefacto igual. 

— Solo sería una sospecha, oficial. Nada confirmado. — Comento — No juzgo sin pruebas. 

— Le pondré vigilancia las 24 horas. Debo hablar con la familia Petrovic, esto no es casualidad. — Dice — La veo luego, abogada. 

— Gracias, detective, por todo. 

Veo a Damir bajar de su auto a toda prisa como un loco corriendo a mis brazos revisando que no tenga ningún rasguño. Me comenta que mi abuela Anabel se encuentra en casa esperando por mí. 

No puedo creer esto. 

Ha preocupado a mi abuela sabiendo su estado de salud, más no le reprocho nada, puedo entenderlo, tiene miedo a que no vuelva a casa, que lo llamen y le den una trágica noticia por mi labor. 

Lo que resto del día el edificio fue cerrado para una revisión exhaustiva para evitar que se encuentre otro explosivo en el lugar. Las personas presentes están llenas de pánico, algunos huyen del sitio, tienen miedo de lo que pueda pasar. Los puedo entender, también sentí miedo por todos los presentes. 

— No quiero perderte, cariño. No me hagas sufrir, por favor — Susurra Damir abrazado a mi cuerpo — Ya te dije hoy que te amo, osita. Casi muero cuando vi la noticia de tu atentado, casi choco por llegar a tu encuentro. 

— No me perderás, lo prometo. — Digo con una sonrisa para tratar de calmarlo —. Quieren intimidarme, pero esto me hace más fuerte. Saben que son culpables y tiene miedo que los hunda en el fango.

 — Esa es mi chica. — Dice besando mis labios — Vamos a casa, amor. 

— Vamos, cariño. — Expreso — Podemos pasar por un tarro de helado y algunas gomitas de dulce. Tengo antojos. 

— Lo que quiera mi esposa bella. 

Entramos a un supermercado por mi tarro de helado, mis gomas en forma de gusanos y algunos empaques de patatas fritas. Damir puso algo de música de gusto de los dos sosteniendo mi mano durante el trayecto a casa. Sus manos, aún tiemblan, son como un trozo de gelatina. 

Suena Tren al Sur de los Prisioneros, un superclásico del rock en español. Empiezo a cantarla para que Damir me siga y olvidarnos del mal rato que nos han hecho pasar por culpa de ese explosivo. 

Me molesta un poco que me estén custodiando. Tendré dos policías a mi disposición las 24 horas del día mientras se lleva a cabo el juicio en contra de mi cliente. 
Mi esposo al verme cantar tan aminada se relaja un poco, sus manos dejaron de temblar. Dejo un beso en sus mejillas para calmarlo. Puedo entender que sienta miedo, yo también lo tengo. Tengo miedo de no cumplirle a ese pobre hombre. 




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