Casada Por Una A P U E S T A©

HERMANOS

Ver la muerte de Enzo no me causó sentimiento alguno, lo que si me conmovió fue el llanto de Arabella, la pobre no debía de haber visto aquello, su padre es el más grande de los idiotas por dejarle semejante trauma a su hija.

—lo siento Arabella— ella estaba aferrada a mis brazos, hecha todo un mar de lágrimas, hasta que de repente se desmayó. La tomé entre mis brazos y la lleve hasta mi auto, le encargue a su hombre de confianza que se haga cargo del funeral, ya que era más que evidente que en el estado que se encontraba Arabella no podría.

Esta vez fue un intento fallido, pero el funeral de Enzo es el lugar perfecto para volver a encontrarme con Matt y seguirle.

—¿dónde estoy? — un tanto confundida y con una mano en su cabeza despertó Arabella

—que bueno que despiertas— camine hasta ella —estas en mi casa— me miró un tanto alterada y se bajó de la cama

—por tu culpa mi padre está muerto y ahora me traes a tu casa, ¿que es esto, un secuestro? —

—calmate Arabella, tu estabas ahí y pudiste ver cómo fueron las cosas, aunque me hubiera encantado ser yo quien disparara aquella bala —

—debo ir a mi casa, preparar su funeral, debo... yo debo— volvió a desmayarse nuevamente, la recosté en la cama y mire su móvil, busque en su agenda ya que en esta vida que llevamos, siempre tenemos un contacto que nos ayuda en situaciones como estas, hasta que encontré un numero particularmente sospechoso y marque, minutos después llegó el doctor, el cual me informó que el día anterior ella había ido hacerse unos análisis y el resultado a su prueba dio positivo, que su estado no le ayuda mucho con la fuerte impresión que se ha llevado el día de hoy, le prescribió algunos calmantes y se marchó.

A la mañana siguiente Arabella despertó y tan pronto como lo hizo, pidió ser llevada a su casa. Yo por mi parte ya estaba despierto, digamos que es un nuevo hábito desde que Marlene no está conmigo, no es que anteriormente no lo hiciera, es solo que ahora lo hago más temprano de lo habitual

—¿no estarás pensando en ir a su funeral, Taylor? — me pregunto al verme en el recibidor ajustando mi colbata

—no lo tomes personal Arabella, entiendo que esto te duele y que estas pasando por tu peor momento, pero debes de reconocer que tu padre, el era... era un— no prosegui con todo lo que tenía que decirle de su padre a fin de cuentas ya esta muerto y con decir lo que siento no puedo revivirlo y acabarlo con mis propias manos

—solo, trata de mantener tu distancia conmigo— camino hasta salir de la casa, le seguí los pasos hasta ir a mi coche, desbloquee la puerta y le indique que pasara —Taylor, se que mi padre fue un gran hijo de la putisima madre que le parió, pero era mi padre, así que te pediré por favor, que respetes eso y si no te molesta me iré en un taxi— tomo su móvil y me dio la espalda. Me subí al auto y conduje hasta aquella cafeteria a la cual solía ir cuando tenía vida social, cosa que ya no tengo. Al llegar pedí una taza de café y me senté en una de las mesas que tiene vista hacia la inmensidad del mar, ocasionando en mi una especie de relajación que hace tiempo no tenía y que mi cuerpo exigía con urgencia.

En el funeral me encontré con algunas personas que no eran de mi total agrado, hubiera preferido no encontrarlas, pero preferí aguantar, ya que si no soportaba todo aquello no podría lo calizar a Matt.

Me mantuve sentado a la distancia, atento a toda las personas que llegaban, de quienes se iban antes del entierro e incluso notando la ausencia de los viejos estúpidos del consejo y entre ellos Matt, el cual no se presentó en ningún momento

—¿tu le advertirte? — le pregunté Arabella cuando todo había terminado

—así es, por algo mi padre prefirió morir antes que decirte donde estaba y no haré que su muerte sea en vano— retiro el diminuto velo de su sombrero y me escrutinio con la mirada —espero que no lo tomes personal Taylor, sabes como es esto—

—claro que no Arabella, solo te hacia un poco más inteligente, pensé que tal vez ahora que estas en esta faceta— sus ojos se abrieron desmesuradamente —no querrías involucrarte en guerras agenas—

—¿cómo sabes?... nisiquiera yo estoy segura— llevo sus manos hasta su vientre

—anoche volviste a desmayar te, así que llame a tu doctor y este fue con el resultado, por sierto, aquí lo tengo— busqué en mi saco y le entregue el papel

—eres un desgraciado Taylor—

—no Arabella, así como defiendes al infeliz de tu padre yo lo hago por mi mujer, quien no es una santa, pero delante de tu padre debería tener un altar—

—esperemos a ver el vencedor entonces— sus gualdaespaldas la sacaron del lugar y yo me quede allí de pies, completamente frenético, por que esto para mi, ya era una declaración de guerra, una guerra sin cualter en la cual no pensaba perder.

MATHEW

Hoy es un día de luto en mi vida, uno de esos días en los cuales todos mis fieles difuntos se sentaban en mis hombros y en esta carga se une alguien más, alguien que fue mi mentor desde mis inicios en este mundo y a aquí en amé como aún padre, solo me queda ahogar mis penas con esta botella, ya que si salgo Taylor se encargará de hacer rodar mi cabeza junto a su nuevo compadre el mexicano y el Español de mierda de Sandino, tal como me advirtió Arabella.

Mi novio sonó y mire el numero resplandeciente, era Arabella nuevamente

Mathew, hoy a las tres será la lectura del testamento de mi padre y el abogado a solicitado tu presencia, entendería si no quieres venir...

ahí estaré — termine mi trago, saque la pistola del cajón y camine hasta llegar a la habitación en la cual estaba Marlene, toque varias veces y no recibí respuesta alguna, así que la abrí lentamente y la vi plácidamente dormida, me perdí mirándola, se veía tan hermosa, su piel tan suave y delicada... era una lastima que no pueda disfrutar de ella, que solo piense en él, en Taylor, mi mayor enemigo y aquí pienso matar tan pronto como lo vea. Mire el artefacto que traía en mis manos, me dolía lo que iba hacer, pero no tengo opción alguna.



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En el texto hay: odio, desprecio, masoquismo

Editado: 16.06.2020

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