Narra Sol
Acabo de llegar a la empresa justo a las nueve junto con Paúl y Bruno por lo que estoy bajando del auto con ayuda de Paúl.
—Que tengas un buen día Sol — dice él tomando mi mano para poder salir sin tropezar.
—Gracias Paúl — le digo cuando ya estoy afuera de la camioneta.
—Iré con usted y Bruno se quedará aquí — dice dándome una sonrisa mientras cierra la puerta de atrás en donde iba yo.
—No. Tú te quedarás aquí y Bruno irá conmigo, así que acompaña a Bruno a dejar la camioneta donde siempre y luego le dices en dónde está mi oficina — ordenó.
—Pero si yo soy el que va contigo siempre — dice él frunciendo el ceño.
—Ya no. Ahora vayan — le digo haciendo un movimiento de cabeza para mirar a mi alrededor. Veo como suspira y se gira subiendo a la camioneta y cerrando la puerta con fuerza. Segundos después comienza a andar la camioneta para llevarla al estacionamiento, por lo que comenzó a caminar hacía las puertas del edificio. Al llegar a la entrada me encuentro a Roger el cual es el guardia de seguridad de fuera de la empresa aparte de Max sin embargo hoy no le toca turno.
—Buenos días señorita Smith — saluda quitándose su gorra y es que siempre lo hace, desde antes de que mi padre muriera él también hacía eso.
—Buenos días Roger — le digo haciendo un asentimiento al igual que mi padre al momento de saludar. Él me abre la puerta de vidrio polarizada y al entrar es cuando veo que están todos vueltos locos, caminando de un lado a otro entre tropiezos.
—Buenos días, señorita Smith — me saluda Eleanor una de las secretarías que están en la recepción del primer nivel.
—Buenos días, Eleanor — le devuelvo viendo que está un poco atareada.
—Señorita. Su.. Digo.. La señora Rebeca y el señor Omar están aquí, junto con tres personas más — me dice mirándome con cautela — Dijeron que usted los mandó a llamar por lo que les dejamos pasar — dice media nerviosa ahora al recibir una mala mirada de mi parte.
—¿Hace cuánto que están aquí? — le pregunto con el ceño fruncido por lo inaguantable que me pone de solo saber que esos dos están tramando algo a mis espaldas y además de que hacen partícipe a otras personas que no tienen nada que ver en los problemas que tenemos.
—Bu-Bueno... Diría como unos diez a quince minutos — tartamudea ella mirando su libreta en mano.
—¿Quiénes están con ellos? — pregunto mientras camino hacia el ascensor siendo seguida por ella.
—Creo que su asistente señorita Smith — responde caminando rápido, ya que yo acelere el paso.
—¿Cómo es eso de que cree usted que Colin está con ellos?, ¿No se supone que usted es quien está a cargo de saber todo eso? — le pregunto cuando ya estoy dentro del ascensor y ella no, ya que puse mi mano en señal de que se detenga — Todos los que entran y salen de esta empresa y que no trabajan aquí deben ser guiados y atendidos por alguien más y eso lo sabes. Por algo están todos ustedes — le riño presionando fuertemente el botón del piso once en donde inmediatamente son cerradas las puertas metálicas.
Alrededor de un minuto o más ya estoy en mi piso en donde al igual que en el primero están todos de allá para acá, camino hacia la recepción de este para encontrarme a un Colin con un montón de papeles sobre su escritorio.
—Colin, ¿En dónde están? — le pregunto al momento que me ve y deja de hacer todo lo que hacía.
—¡Sol! — exclama mi asistente soltando un suspiro de alivio — Nos dijeron a todos que nos preparáramos a dar los balances, las estadísticas y porcentajes de todo el año y además de que ahora van a sacar a varios y bueno tus tíos dijeron que te esperarían en tú oficina — informa con prisa esperando a que yo hable.
—¿Sabes quiénes son los que los acompañaban?, ¿Los habías visto antes? — le preguntó haciéndole una seña con mi dedo para que me siga al despacho.
—Que yo recuerde no Sol, Sin ofender.. Pero se ven igual de estirados que tus tíos — responde haciendo una mueca al igual que yo.
—Quizás son los mismos que estuvieron en Washington — susurro.
—¿Como? — pregunta él confundido.
—Nada. Entremos — le respondo tomando unas bocanadas de aire antes de tomar la manilla de la puerta y empujarla hacia dentro para hacer ver a Omar en mi silla y a Rebeca a su lado por lo que solo puedo ver la espalda de tres personas sentadas frente a ellos y detrás del escritorio — Buenos días — digo demandante para comenzar a caminar y ver que ninguno se había percatado de mi llega hasta que hable — ¿Me pueden explicar qué hacen aquí? — pregunto mirándolos a los dos con mis ojos achinados.
—¡Querida! — dice Rebeca sonriendo (falsamente) y caminando solo unos pasos para abrazarme — Compórtate y has todo lo que decimos sino atente a las consecuencias — me dice ella en el oído, por lo que solo yo puedo escuchar, intente separarme de ella pero tomo mi brazo izquierdo con fuerza, el cual nadie podía ver — ¿Está claro? — pregunta en un susurro.
—Vas a tener que tragarte tus amenazas. Eso acabó — susurro en su oído para que solo ella lo escuchara. Pongo mis manos en su pecho y la empujo sonriendo desafiante ante su mirada enrabiada.