Stella Roberts.
Toda la mañana he escuchado rumores y cosas sobre los mellizos, y no es para menos, han llegado cuando faltan meses para fin de semestre lo cual es extraño, también parecen ser muy callados y su físico sin mentir es llamativo, son muy atractivos.
En la última clase el profesor sale del salón un momento, algunos se ponen a hablar entre ellos mientras que yo solo termino de transcribir lo que el profesor escribió en la pizarra, de un momento a otro el salón se quedó en total silencio y yo miro en todas direcciones buscando al zombi o la grieta tridimensional que causa dicho silencio cuando lo veo.
El mellizo está caminando hacia delante con pasos seguros y tranquilos, mientras que su rostro permanece inexpresivo, lo sigo con la mirada, el pasa por mi lado y yo volteo mi cabeza para continuar mirándolo, él se detiene frente a mi escritorio y me observa durante unos mini segundos, me extiende una hoja doblada a la perfección, la tomo y el vuelve a su asiento, leo lo que está escrito en la nota la cual pone una dirección y un:
"A las tres de la tarde no llegues tarde".
Miro en su dirección, él está diciendo algo a su hermana, su vista va a mí, asiento con la cabeza acto que el imita antes de volver la vista a su hermana, miro la nota en mis manos y me fijo en la linda letra cursiva escrita con tinta negra y guardo la nota.
Luego de clases fui a casa y me puse a mirar una serie en Netflix yo y mi obsesión, faltaban unas dos horas para ir a casa de los mellizos. Luego de mirar un capítulo me levanto y me empiezo a alistar, en la nota decía que no llegara tarde, miro mi reflejo en el espejo de cuerpo completo.
Según yo me veo bien, me puse unos Jean azul claro, una sudadera blanca holgada, un cinturón negro y unos zapato negros altos los cuales hacen juego con el cinturón y me dan unos centímetros extra; mi cabello lo ato en un moño descuidado que luce bien. Bajo a la cocina para pedirle a mi madre que me lleve, al bajar la veo sentada en la mesa con una taza de café y el celular en su mano.
— ¿Qué haces? —le pregunto sirviéndome una taza igual.
—Leo uno de esos libros virtuales que me envió Emma.
— ¿De qué trata? —preguntó sentándome frente a ella para dar un sorbo a mi café.
—Trata de una chica de diecisiete años que está en la mafia, al parecer tiene muchas habilidades y acaba de asesinar a un hombre en apenas el cuarto capítulo.
—Sí, suena a Emma. —digo dándole un sorbo a mi taza mientras pongo los ojos en blanco.
Mi madre es una mujer joven de 35 años, me tuvo a una temprana edad (17) ni me pregunten que hacía ella a mi edad porque es algo que no quiero saber, con mi madre mantengo una buena relación, ella ha aprendido a ser comprensiva, paciente, tolerante conmigo, mi mamá es mi mejor amiga literalmente, con mi padre mantengo igual una buena relación aunque estamos algo distante.
— ¿Me llevas a casa de los mellizos? —preguntó mirando la hora en mi móvil. —Debo estar ahí en diez minutos.
— ¿Cuáles mellizos? —pregunta mientras me mira con una expresión de confusión.
—Te digo en el auto porque ellos me dijeron que fuera puntual.
Todo el camino me lo paso contándole a mi madre todo lo que paso y ella lo disfruta como toda la chismosa dramática que es, hace suposiciones de conspiraciones malignas y yo solo me río; te amo mami eres la mejor.
Al llegar a su gran casa tocó el timbre y espero unos minutos hasta que una mujer de más o menos cuarenta con una sonrisa y el uniforme de servicio, abre la puerta.
—Buenas tardes. —le devuelvo la sonrisa. —Busco a los mellizos.
—Si ellos la están esperando. —se hace a un lado dejándome pasar. —Sígueme.
Caminamos entre los pasillos de la enorme mansión, ella me dirige a un pasillo más oscuro el cual tiene lámparas a ambos lados del corredor las cuales emiten una tenue luz dándole un toque de terror, dramatismo a esta parte de la mansión, no sé el resto, al final del pasillo se ve una puerta doble de madera.
Allí sería donde el asesino guarda los cuerpos o lleva a sus víctimas para aterrarlas y darles un trágico final: ok Stella bájale a la paranoia, no es una película o libro de terror, misterio y suspenso...
Nos acercamos a la puerta, la mujer toca repetidas veces hasta escuchar un "pase" desde adentro. Al entrar miro mi alrededor, es un salón enorme bien iluminado en el cual hay un enorme librero, un sofá en forma de L blanco con una mesa delante y otros más pequeños individuales, una televisión enorme con algunas consolas y una variación muy extensa de videojuegos, unos cuantos puffs, un tablero de ajedrez, una mesa de ping-pong y un rincón con cosas artísticas, me sorprende el orden en que están las cosas todo se ve perfecto, la decoración es simple, y el contenido variado. Los mellizos están sentados uno frente al otro en el tablero de ajedrez.
Dejo mi mochila sobre el sofá y me acerco a ellos, sus piezas son de cristal o así me lo párese, miro el juego sobre el tablero, el rojo (El chico) está acorralando al blanco (A su hermana).
— ¿Juegas? —Pregunta ella sin mirarme y con una indiferencia que me hace dudar si realmente quiere o no saber.
—Se un poco. —Respondo mientras pongo mis lentes en mi cabeza, mi mama me obligo a traerlos, dijo que siempre me incomodan los lentes cuando estudio matemáticas.
— ¿Qué te parece la partida?
—Bueno pues sin mentir, él te ganará.
—A mí me parece igual. —dice el del mismo modo que su hermana.
A pesar de ser frío y cortante es todo un placer auditivo escuchar su voz la cual es grabe, varonil y firme, este chico podría ser un buen locutor, tiene la voz pero igual seria pecado ocultarlo tras un una cabina de radio porque merece ser visto.
—Una última jugada. —pide ella.
—Dale, luego iniciamos con los deberes.
Ella se acerca a él tablero y mueve el caballo blanco comiéndose a él alfil que amenazaba a su rey.
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Editado: 30.04.2021