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Sabio el dicho “no hay peor ciego que, el que no quiere ver” Las acciones, circunstancias, gestos o incluso el mismo silencio nos indican cual es la realidad, pero muchas veces nos hacemos los indiferentes por temor al sufrimiento que, esa verdad nos pueda causar. Lo peor que podemos hacer hacia nosotros mismos es engañarnos, recuerda: -No hay mal que por bien no venga y no hay tortura que dure cien años ni cuerpo que resista. Busca la luz que te guie por el largo camino de la vida.
“La sombra no existe; lo que tu llamas sombra es la luz que no ves”
Henri Barbusse
- ¿Qué pensabas hacer? ¿Por qué quisiste acabar con tu vida?
Ahí estaba ella, hermosa y derrotada. Se sentía débil por el sufrimiento que, estaba acongojando a su corazón, ese sufrimiento que, ¡le hacía sentir el corazón como uva pasa! Allí estaba ella, vacía y arrepentida por su intento de suicidio, del cual fue rescatada. No tenía ojos para mirar a aquel chico, no tenía aliento para abrir sus labios y que de ellos emanara un “gracias”, no tenía la ilusión que la caracterizaba, pero ¿Estaba dispuesta a morir por un hombre?
-Respóndeme por favor ¿Por qué hiciste eso?, Y si no hubiese llegado ¿Qué sería de ti ahora? ¿Y tu familia? Apuesto que ¡Te esperan en casa!
Sin responder a sus preguntas, ella alzó su mirada y allí estaba él, lleno de vida, con sus hermosos ojos azul celeste, con su mirada intensa, profunda y deliciosamente cautivadora. Entonces ella se acercó a él en su inmensa necesidad de sentirse protegida y apretó fuerte sus brazos musculosos; sintió que su corazón latía muy rápido ¿Por qué? ¿Soy la causante de esa velocidad? Tomó aliento y le dijo: -No sé cómo agradecerte lo que has hecho por mí. De verdad que no tengo palabras. -Él tomó su barbilla y con su pulgar, secó las lágrimas que de sus ojos resbalaban.
Se miraban fijamente, y sus corazones latían con mucha rapidez.
- ¿Por qué me has salvado? -Preguntó tímidamente.
-Porque sé que aun tienes un largo camino por recorrer. -Sonrió dulcemente. Él la abrazaba fuertemente para que, ella recuperara sus energías.
Tifani había apagado su celular para que nadie la contactara. Extrañamente ese desconocido le causaba confianza y si le había salvado la vida, posiblemente era buena persona. Se acostaron en el suelo y ambos observaban detenidamente el cielo estrellado. Él pasó su brazo por los hombros de ella y allí, en medio del cansancio, el sueño y el frio de la noche, se quedaron dormidos hasta que emanaron los primeros rayos de sol.
Con el milagro de un nuevo día para vivir, Tifani abrió sus ojos y vio que Ángel aún seguía dormido. Lo contemplaba, ¡era perfecto! Piel exquisitamente bronceada, unos labios carnudos y rosados, una barba de pocos días, pero con una figura perfecta y un cuerpo musculoso. Ella se acercó a su pecho y su corazón latía a una velocidad constante. ¿Qué pasaba? ¿Por qué latía tan rápido? Ella también sintió que, su corazón quería salir de su cuerpo. En ese instante, él abrió los ojos y de un golpe ella se levantó inmediatamente.
- ¿Por qué reaccionas así? ¿Tan horrible soy acabado de levantar? -Preguntó riendo.
- ¡No! -Exclamó. -Eres perfecto, hermoso y cautivador. -Pensó
- ¿Entonces?
-Me siento extraña. Nos hemos quedado dormidos sin darnos cuenta. Es la primera vez que duermo con un hombre que, no es mi esposo y por alguna extraña razón, nadie se ha dado cuenta que estamos aquí.
- No te preocupes; no ha pasado nada, solo quise protegerte de un mal durante la noche y espero que, de aquí en adelante, tengas más ganas de vivir. Tu familia te espera. Ahora, vámonos de aquí.
Ella agachó su cabeza, dio media vuelta y se acercó al muro del cual intentó suicidarse.
- ¡No lo hagas! –Exclamó, corriendo hacia ella y tomándola fuertemente entre sus brazos.
Una leve sonrisa se dibujó en el rostro de Tifani y ella le respondió: -No te preocupes, no lo volveré a hacer. Ayer me pasó algo que, me cambio la vida, algo que yo no esperaba y algo para lo que no estaba preparada. Esa noticia me cayó como un balde de agua helada. Sentí que me quemó como si hubiese caído en un volcán lleno de lava a punto de estallar.
Ángel la miró desconcertado, pero a pesar que no sabía cuál era la situación que ella estaba enfrentando, la comprendió perfectamente.
Tifani prosiguió: -No pensé que de un momento a otro mi vida cambiaria y acepto que, no supe enfrentar las cosas y que la manera más cobarde de hacerlo fue creyendo que con quitarme la vida no seguiría sufriendo, pero olvide que tengo una familia que me necesita, que tengo un hijo y una madre en casa que deben estar preocupados porque no saben dónde me encuentro. –Sus ojos estaban opacos e hinchados de tantas lagrimas caídas.
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Editado: 19.06.2020