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Cuando aprendemos los truquitos del amor, perdonamos y damos una segunda oportunidad ¿Por qué? Duele más la ausencia de esa persona que, el error que cometió y lastima más el no volver a verla, que el dolor que causó. Todos erramos, pero no aceptes que, por temor a que esa persona se vaya, sean más los años sufridos que los días felices.
Necesitamos del amor para vivir, como del aire para respirar, porque la confianza es ese mar lleno de esperanza que, si es manchado por la gota de mentira, oscurece el panorama marino, similar a una gota de petróleo que cae en un río.
Es en estos casos donde el amor se convierte en nuestro mejor cómplice, permitiéndonos encontrar las medicinas para las heridas y aliándose con el tiempo, tener las cicatrices del alma que, poco a poco se irán borrando.
“El amor es un crimen que no puede realizarse sin cómplice”
Charles Baudelaire
Un dolor implacable abrazaba mi alma, la misma que sintió desgarrarse al regresar a la realidad y que sin más, no podía evitar enfrentarla ¿Cuáles eran mis miedos? Presentía que algo más grande había detrás, porque a simple vista, debía agradecer el hecho de seguir con vida luego de haber enfrentado tantas pruebas que, me tuvieron más de aquel lado oscuro de la muerte que, del lado luminoso de la vida. Detrás de esa puerta, mi familia buscaba la forma menos dolorosa de contarme toda la verdad; claro que, un punto a favor de ellos, era el amor que les tengo, a pesar de los errores que cometieron (lo que importa son las ganas de querer pulir nuestras almas pasajeras en este mundo terrenal).
- ¿Cómo podré hablarle? Ella va a preguntar absolutamente todo. –Dijo mi madre.
-Si quieres me dejas entrar a mí. -Respondió Ferchito.
-No sé qué hacer. –Ella se acercó y lo abrazó.
-Tranquila que todo va a pasar pronto. Sara es una chica fuerte y sabrá entender.
-No lo sé papá. Probablemente se decepcione tanto que, no quiera saber nada de nosotros.
- ¿Crees que ella sea capaz de eso?
Un silencio invadió la sala de espera y mientras todos se miraban entre sí, mi madre solo suplicaba al cielo encontrar las palabras correctas para explicarme las cosas del pasado que atormentaban nuestro presente, pero que estaban siendo esclarecidas para nuevamente encontrar la calma que necesitábamos tener.
-Pienso que la peor parte la tendré yo. -Dijo Luna.
-No pienses eso, ya verás que Sara podrá entenderte. -Dijo Ryan.
-No creo y más cuando te enteras que, tu hermana fue la culpable de que, la persona a quien amas te haya lastimado tanto.
Ryan no supo que contestar, solo mirarla cálidamente tratando de darle un consuelo que pudiese alentarla. Tifani había sido puesta al tanto por parte de mi madre, quien le contó que de no ser porque compartíamos ADN, posiblemente no estarían en aquella sala de espera sino en un funeral.
Tifani estaba asombrada de ver lo pequeño que es éste planeta y quien menos pensamos que puede hacernos daño, es quien más tiene armas mortíferas que retumban en nuestro corazón, convirtiéndolo en un cristal casi imposible de volver a reconstruir. Es irónica la vida, ¿no? Eran los pensamientos de ella al ver a Luna en aquel lugar, tan frágil y apenada; fue justo en ese instante cuando sintió más remordimiento y culpa al recordar aquella vez que, suplicando le pedí perdón y a cambio recibí una bofetada y palabras que salían desde lo más profundo de su ser, cargadas de dolor, ira, desespero y angustia. Ella no pudo evitar llorar, porque no hay nada peor que no podernos perdonar a nosotros mismos por ese cargo de conciencia que, se convierte en una cruz reposando sobre nuestros hombros.
-Es tan lamentable como la vida nos hace vivir situaciones dolorosas para que podamos ver los errores que hemos cometido.
-Así es Ti, la vida se encarga de poner todo en su lugar y de esclarecer las cosas, aun cuando ello implique un dolor inmenso para nosotros.
-Sara, me cegué tanto en mi dolor que olvidé que tu hija también estaba sufriendo.
-Las personas somos tan incomprensibles e imperfectas que, por concentrarnos tanto en el lugar al que queremos regresar, olvidamos el lugar al que queremos ir y lo peor, el lugar en el que nos encontramos. Nos cerramos en que aquello que teníamos no se marche que, no disfrutamos de las oportunidades que la vida nos da a pesar de los pesares y ello fue lo que me sucedió. Sentí morir en medio de llamas aquel día que me enteré que, Ismael se hacía pasar por un tal “Daniel” y de verdad que, de no haber sido porque Ángel llegó a mi vida, habría abandonado todo, incluso a mi pequeño.
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Editado: 19.06.2020