En este mundo, no existen las casualidades. Todo sucede por alguna razón. Y en ocasiones eso conlleva a que algunas personas lo llamen destino.
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—¿Es necesario que asista a una cita a ciegas? —réplica molesta
—Definitivamente debes asistir, se lo prometí a mi amiga, por favor Sakura, cámbiate de ropa, quiero que luzcas hermosa, más de lo que ya eres —sonríe entusiasmada por la tan ansiada cita
—Ni siquiera lo conozco, quizá sea un tipo horrible —suplica afligida— mamá por favor, cancela esa reunión. No me interesa en lo más mínimo conocerlo, en este momento de mi vida tengo otras prioridades
—Te aseguro que cambiaras de opinión cuando lo veas en persona, es un joven muy apuesto —la coge de manos con delicadeza— mi querida hija, yo solo quiero lo mejor para ti, es una buena oportunidad para que conozcas a ese encantador joven, además no te estoy pidiendo que te cases con él, solo es una pequeña reunión para relacionarte con un atractivo hombre, no puedes perder esta oportunidad
—Está bien mamá —exhala derrotada— asistiré a la cita a ciegas, pero no te ilusiones demasiado, solo lo conoceré
—Gracias Sakura —sonríe alegremente por haber logrado su objetivo
Después de unos minutos, Sakura aparece con un hermoso vestido que resaltaba sus curvas y su llamativa cabellera rosa.
—Sin duda eres toda una belleza, no esperaba menos de mi querida hija —la abraza conmovida al ver a su preciosa hija
—No puedo creer que haya aceptado esta locura tuya, mamá —suspira resignada por acceder al capricho de su madre