Blanco Intenso...
Cegador, ¿no es así?
Consumidor, confuso, poco tangible.
Quien diría que lo blanco intenso también mata, consume o en peor de los casos aísla… aísla en gran manera.
La necesidad de que todo esté pulcro, que todo esté perfecto, que no existan manchas que nos hagan dar mala imagen, la necesidad de mantener un blanco intenso, un blanco puro, un blanco perfecto.
Un blanco egoísta. Al punto de no permitir que nadie dibuje también en ese telar.
Más que nosotros porque lo pueden dañar.
El blanco intenso… el arma silenciosa… La condena perfecta.
Gracias a la vida somos humanos y no todo es eterno, necesitamos matices.
Necesitamos matices para diseñar el equilibrio en la vida.
En nuestra vida… necesitas sombra cuando el sol es cegador.
Como necesitas un poco de luz en medio de la oscuridad.
El blanco intenso también refleja transformación.
Porque no somos eternos…. Como tampoco las situaciones.
Estar arriba abajo. En la derecha o en la izquierda solo son temporadas.
Más no toda nuestra vida; si así lo decidimos, podemos ahogarnos en estos extremos y simplemente dejarnos morir o ver cada proceso de estos espacios… y decidir encontrar nuestro balance.
No un negro abismo, no un blanco intenso, un punto medio.
Que sea sano, que nos permita ser, que lleguemos a controlar sin caer en la necesidad de controlarlo todo, pero sí de no caer en el abismo.
La magia de los procesos es que siempre descubrimos una nueva fortaleza en nosotros o una nueva debilidad, pero siempre algo nuevo.
Permitamos que esto nos transforme… nos transforme en algo mejor que la versión de ayer, de hoy, incluso de aquella que creímos que era la perfecta.
Permitamos que suceda.
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Editado: 15.09.2024